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Abril año
2025

Textos
de los Evangelios de la liturgia y poesías relacionadas con ellos
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Abril:
(Día 1, abril, martes, Jn 5,1-16.
Ntra. Sra. de la Caridad)
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Juan 5,1-16 - "Al momento aquel hombre quedó sano" - ´En aquel
tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a
Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas,
una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco
soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos,
cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba
treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo
que ya llevaba mucho tiempo, le dice: "¿Quieres quedar sano?" El
enfermo le contestó: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la
piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se
me ha adelantado". Jesús le dice: "Levántate, toma tu camilla y
echa a andar". Y al momento el hombre quedó sano, tomó su
camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos
dijeron al hombre que había quedado sano: "Hoy es sábado, y no
se puede llevar la camill". El les contestó: "El que me ha
curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar".
Ellos le preguntaron: "¿Quién es el que te ha dicho que tomes la
camilla y eches a andar?" Pero el que había quedado sano no
sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel
sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el
templo y le dice: "Mira, has quedado sano; no peques más, no sea
que te ocurra algo peor". Se marchó aquel hombre y dijo a los
judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos
acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado. |
Te cantan hoy mis cítaras templadas
Te cantan hoy mis cítaras templadas, en
mp3, recitada por la autora
Es amor
Es
amor, en mp3, recitada por la autora
Tu amor
Tu
amor,
en mp3, recitada por la autora

(Día
2, abril, miércoles, Jn 5,17-30)
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Juan 5,17-30 - "Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les
da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere" - En
aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Mi Padre sigue actuando,
y yo también actúo". Por eso los judíos tenían más ganas de
matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también llamaba a
Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra
y les dijo: "Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta
nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace
también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo
que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro
asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da
vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el
Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio
de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El
que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Os lo
aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee
la vida eterna y no se le llamará a juicio, porque ha pasado ya
de la muerte a la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya está
aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los
que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la
vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y le
ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os
sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el
sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una
resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una
resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo;
según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió". |

(Día
3, abril, jueves,
Jn 5,31-47)
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Juan
5,31-47 - "Hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra
esperanza" - En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Si yo
doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro
que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da
de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado
testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de
un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan
era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar
un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor
que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar;
esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha
enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de
mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su
palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le
creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas
vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no
queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los
hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en
vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me
recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése sí lo
recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria
unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios?
No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os
acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a
Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no
dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?".
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Dame tu luz
Dame tu luz, Señor, en mp3, recitada por
la autora
Encuentro
Encuentro, en
mp3, recitada
por la autora
Acércate,
Señor
Acércate,
Señor, en mp3, recitada por la autora
Peregrino
de infinito
Peregrino
de infinito, en mp3, recitada por la autora
Te cantan hoy mis cítaras templadas
Te cantan hoy mis cítaras
templadas, en mp3, recitada por la autora
Santa sencillez
Santa sencillez, en mp3, recitada por
la autora
Paz conventual
Paz conventual, en mp3, recitada por la
autora

(Día 4, abril, viernes, Jn 7,1-2.10.25-30)
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Juan
7,1-2.10.25-30 - "Intentaban agarrarlo, pero todavía no había
llegado su hora" - En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea,
pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de
matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después que
sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él
también, no abiertamente, sino a escondidas. Entonces algunos
que eran de Jerusalén dijeron: "¿No es éste el que intentan
matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada.
¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías?
Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando
llegue, nadie sabrá de dónde viene." Entonces Jesús, mientras
enseñaba en el templo, gritó: "A mí me conocéis, y conocéis de
dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino
enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo
lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado". Entonces
intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque
todavía no había llegado su hora. |
Evangelio de San Juan
- Cap. VII. Jn 7,1-53, y poesías sobre su texto
A
Cristo
A
Cristo,
en mp3, recitada por la autora
Llegaste
Nadie es profeta en
su tierra
Nadie
es profeta en su tierra, en mp3 recitada por la autora
Algarabía

(Día
5, abril, sábado, Jn
7,40-53)
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Juan
7,40-53 - " ¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?
" - En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído
los discursos de Jesús, decían: "Éste es de verdad el profeta".
Otros decían: "Éste es el Mesías." Pero otros decían: "¿Es que de
Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías
vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?" Y así
surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían
prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del
templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les
dijeron: "¿Por qué no lo habéis traído?" Los guardias
respondieron: "Jamás ha hablado nadie como ese hombre." Los
fariseos les replicaron: "¿También vosotros os habéis dejado
embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa
gente que no entiende de la Ley son unos malditos". Nicodemo, el
que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les
dijo: "¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo
primero y averiguar lo que ha hecho?" Ellos le replicaron:
"¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen
profetas". Y se volvieron cada uno a su casa. |
Evangelio de San Juan
- Cap. VII. Jn 7,1-53, y poesías sobre su texto
A
Cristo
A
Cristo,
en mp3, recitada por la autora
Llegaste
Alquimia del amor
Algarabía
Antiguos paisajes
Antiguos paisajes,
en mp3, recitada por la autora
No importa
No
importa, en mp3, recitada por la autora
Él es...
Él
es...,
en mp3, recitada por la autora
Tengo
fe
Tengo
fe, en mp3, recitada por la autora

(Día
6, abril, domingo, Jn 8,1-11)
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Juan 8, 1-11 - "Vete y no peques más" - Jesús se fue al monte de
los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo,
y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a
enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer
sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen:
"Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué
dices?" Esto lo decían para tentarle, para tener de qué
acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el
dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se
incorporó y les dijo: "Aquel de vosotros que esté sin pecado,
que le arroje la primera piedra". E inclinándose de nuevo,
escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban
retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se
quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio.
Incorporándose Jesús le dijo: "Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha
condenado?" Ella respondió: "Nadie, Señor". Jesús le dijo:
"Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más". |
Evangelio de San Juan
- Cap. VIII. Jn 8,1-59, y poesías sobre su texto
Una mujer adúltera y La
primera piedra
Deseo
Deseo, en mp3,
recitada por la autora
Lúcido vacío
Lúcido vacío,
en mp3, recitada por la autora

(Día
7, abril, lunes,
Jn 8,12-20)
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Juan 8,12-20 - Yo soy la luz
del mundo - En aquel tiempo, Jesús volvió a hablar a los
fariseos: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Le dijeron los
fariseos: "Tú das testimonio de ti mismo, tu testimonio no es
válido". Jesús les contestó: "Aunque yo doy testimonio de mí
mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y
adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni
adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a
nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo
solo, sino que estoy con el que me ha enviado, el Padre; y en
vuestra ley está escrito que el testimonio de dos es válido. Yo
doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que
me envió, el Padre. Ellos le preguntaban: "¿Dónde está tu
Padre?" Jesús contestó: "Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si
me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre". Jesús tuvo
esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba
en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había
llegado su hora. |
Evangelio de San Juan
- Cap. VIII. Jn 8,1-59, y poesías sobre su texto
Dame tu luz
Dame tu luz, Señor, en mp3, recitada por
la autora
Lúcido vacío
Lúcido
vacío, en mp3, recitada por la autora

(Día
8, abril, martes,
Jn 8,21-30. Ntra. Sra. del Puerto)
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Juan
8,21-30 - Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo
soy - En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo me voy y
me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no
podéis venir vosotros". Y los judíos comentaban: "¿Será que va a
suicidarse, y por eso dice: Donde yo voy no podéis venir
vosotros?" Y él continuaba: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy
de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este
mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados:
pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados".
Ellos le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús les contestó: "Ante
todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar
muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo
comunico al mundo lo que he aprendido de él". Ellos no
comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús:
"Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que
no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha
enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo;
porque yo hago siempre lo que le agrada". Cuando les exponía
esto, muchos creyeron en él. |
Evangelio de San Juan
- Cap. VIII. Jn 8,1-59, y poesías sobre su texto
Él es...
Él
es...,
en mp3, recitada por la autora
Gotas de fe

(Día
9, abril, miércoles,
Jn
8,31-42)
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Juan 8,31-42 - "Si
el Hijo os hace libres, seréis realmente libres" - En aquel
tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: "Si os
mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos;
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". Le
replicaron: "Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos
de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?". Jesús les contestó:
"Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se
queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y
si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que
sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque
no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto
a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro
padre". Ellos replicaron: "Nuestro padre es Abrahán". Jesús les
dijo: "Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán.
Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la
verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros
hacéis lo que hace vuestro padre". Le replicaron: "Nosotros no
somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios". Jesús
les contestó: "Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque
yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta,
sino que él me envió". |
Evangelio de San Juan
- Cap. VIII. Jn 8,1-59, y poesías sobre su texto
La libertad
A
Cristo
A
Cristo,
en mp3, recitada por la autora
Llegaste
Alquimia del amor
Algarabía
Antiguos paisajes
Antiguos paisajes,
en mp3, recitada por la autora
No importa
No
importa, en mp3, recitada por la autora

(Día
10, abril, jueves,
Jn
8,51-59)
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Juan
8,51-59 - "Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver
mi día" - En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Os aseguro:
quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre".
Los judíos le dijeron: "Ahora vemos claro que estás endemoniado;
Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: Quien guarde
mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre? ¿Eres tú
más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas
murieron, ¿por quién te tienes?" Jesús contestó: "Si yo me
glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me
glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro
Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No
lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo
conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de
gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría". Los
judíos le dijeron: "No tienes todavía cincuenta años, ¿y has
visto a Abrahán?" Jesús les dijo: "Os aseguro que antes que
naciera Abrahán, existo yo". Entonces cogieron piedras para
tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo. |
Evangelio de San Juan
- Cap. VIII. Jn 8,1-59, y poesías sobre su texto
A
Cristo
A
Cristo,
en mp3, recitada por la autora

(Día
11, abril, viernes, Jn 10,31-42)
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Juan 10,31-42 - "Muchos creyeron
en él" - Los judíos trajeron piedras para apedrear a Jesús.
Jesús les dijo: "Muchas obras buenas que vienen del Padre os he
mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?" Le
respondieron los judíos: "No queremos apedrearte por ninguna
obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre,
te haces a ti mismo Dios". Jesús les respondió: "¿No está
escrito en vuestra Ley: “Yo he dicho: dioses sois?” Si llama
dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios - y no
puede fallar la Escritura – a aquel a quien el Padre ha
santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por
haber dicho: "Yo soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi
Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis,
creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre
está en mí y yo en el Padre". Querían de nuevo prenderle, pero
se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del
Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se
quedó allí. Muchos fueron donde él y decían: "Juan no realizó
ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad".
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Evangelio de San Juan -
Cap. X y poesías sobre su texto
Deseo
Deseo, en mp3,
recitada por la autora
Lúcido vacío
Lúcido vacío,
en mp3, recitada por la autora

(Día
12, abril, sábado, Jn
11,45-57)
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Juan 11,
45-57 - "Conviene que muera un hombre para
el bien del pueblo" - Muchos de los judíos
que habían venido a casa de María, viendo lo
que había hecho, creyeron en él. Pero
algunos de ellos fueron donde los fariseos y
les contaron lo que había hecho Jesús.
Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos
convocaron consejo y decían: "¿Qué hacemos?
Porque este hombre realiza muchas señales.
Si le dejamos que siga así, todos creerán en
él y vendrán los romanos y destruirán
nuestro Lugar Santo y nuestra nación ". Pero
uno de ellos, Caifás, que era el Sumo
Sacerdote de aquel año, les dijo: "Vosotros
no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os
conviene que muera uno solo por el pueblo y
no perezca toda la nación". Esto no lo dijo
por su propia cuenta, sino que, como era
Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que
Jesús iba a morir por la nación - y no sólo
por la nación, sino también para reunir en
uno a los hijos de Dios que estaban
dispersos. Desde este día, decidieron darle
muerte. Por eso Jesús no andaba ya en
público entre los judíos, sino que se retiró
de allí a la región cercana al desierto, a
una ciudad llamada Efraím, y allí residía
con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua
de los judíos, y muchos del país habían
subido a Jerusalén, antes de la Pascua para
purificarse. Buscaban a Jesús y se decían
unos a otros estando en el Templo: "¿Qué os
parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?" Los
sumos sacerdotes y los fariseos habían dado
órdenes de que, si alguno sabía dónde
estaba, lo notificara para detenerle.
|
Evangelio de San Juan -
Cap. XI y poesías sobre su texto
No importa
No
importa, en mp3, recitada por la autora
Él es...
Él
es...,
en mp3, recitada por la autora
Tengo
fe
Tengo
fe, en mp3, recitada por la autora
Tengo sed
Tengo sed, en mp3,recitada por la autora
A
Cristo
A
Cristo,
en mp3, recitada por la autora
Alianza
del silencio
Te
cantan hoy mis cítaras templadas
Te
cantan hoy mis cítaras templadas,
en mp3, recitada por la autora
Hombre
y Dios
Hombre
y Dios,
en mp3, recitada por la autora
Biznagas
luminosas
Biznagas
luminosas,
en mp3, recitada por la autora

(Día
13, abril, domingo,
Lc 23,1-49.
Domingo de Ramos de la Pasión del Señor)
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Lucas 23, 1-49 - Pasión de Nuestro Señor Jesucristo -
Levantándose entonces toda la muchedumbre de ellos, llevaron a
Jesús a Pilato. Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos
hallado que pervierte a la nación, y que prohibe dar tributo a
César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey. Entonces
Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y
respondiéndole él, dijo: Tú lo dices. Y Pilato dijo a los
principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en
este hombre. Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo,
enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre
era galileo. Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes,
le remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en
Jerusalén. Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque
hacía tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas
acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal. Y le hacía
muchas preguntas, pero él nada le respondió. Y estaban los
principales sacerdotes y los escribas acusándole con gran
vehemencia. Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y
escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a
enviarle a Pilato. Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel
día; porque antes estaban enemistados entre sí. Entonces Pilato,
convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al
pueblo, les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que
perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de
vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos
de que le acusáis. Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he
aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre. Le soltaré,
pues, después de castigarle. Y tenía necesidad de soltarles uno
en cada fiesta. Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo:
¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás! Este había sido echado
en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio. Les
habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; pero ellos
volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! El
les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún
delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y
le soltaré. Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que
fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales
sacerdotes prevalecieron. Entonces Pilato sentenció que se
hiciese lo que ellos pedían; y les soltó a aquel que había sido
echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían
pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos. Y llevándole,
tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le
pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. Y le
seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y
hacían lamentación por él. Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les
dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por
vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque he aquí vendrán
días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres
que no concibieron, y los pechos que no criaron. Entonces
comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los
collados: Cubridnos. Porque si en el árbol verde hacen estas
cosas, ¿en el seco, qué no se hará? Llevaban también con él a
otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. Y cuando
llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí,
y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y
Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y
repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. Y el pueblo
estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él,
diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el
Cristo, el escogido de Dios. Los soldados también le
escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, y diciendo: Si
tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también
sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y
hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS. Y uno de los malhechores
que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el
Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro,
le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la
misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos,
porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste
ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas
en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy
estarás conmigo en el paraíso. Cuando era como la hora sexta,
hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y el
sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad.
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró. Cuando el
centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios,
diciendo: Verdaderamente este hombre era justo. Y toda la
multitud de los que estaban presentes en este espectáculo,
viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho.
Pero todos sus conocidos, y las mujeresLucas 8. 2-3 que le
habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
|
¡Hosanna! y Está cercano el día de la luz
Especial Semana Santa

(Día 14, abril,
lunes, Jn 12,1-11 )
LUNES SANTO
|
Juan
12, 1-11 - "Déjala, lo tenía guardado para el día de mi
sepultura" - Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania,
donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los
muertos. Allí le ofrecieron una cena: Marta servía y Lázaro era
uno de los que estaban con él en la mesa. María tomó una libra
de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los
pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la
fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos,
el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este
perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?
(Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque
era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban
echando). Entonces Jesús dijo: Déjala: lo tenía guardado para el
día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis con
vosotros, pero a mi no siempre me tenéis. Una muchedumbre de
Judíos se entero de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús,
sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre
los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a
Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían
en Jesús. |
Evangelio de San Juan -
Cap. XII y poesías sobre su texto
Perfume de gloria -
Embalsámame el alma
Especial Semana Santa
Te cantan hoy mis cítaras templadas
Te cantan hoy mis cítaras
templadas, en mp3, recitada por la autora
Deseo
Deseo, en mp3,
recitada por la autora
Discípulo
Discípulo,
en mp3,
recitada por
la autora
Lúcido vacío
Lúcido vacío, en
mp3, recitada
por la autora

(Día
15 , abril,
martes, Jn
13,21-33.36-38) MARTES SANTO
|
Juan 13, 21-33. 36-38 - "Uno
de vosotros me va a entregar" - En aquel tiempo, Jesús,
profundamente conmovido, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me
va a entregar. Los discípulos se miraron unos a otros perplejos,
por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, al que Jesús tanto
amaba, estaba a la mesa a su derecho. Simón Pedro le hizo señas
para que averiguase por quién lo decía. Entonces el, apoyándose
en el pecho de Jesús, le pregunto Señor: ¿quién es?.Le contestó
Jesús: Aquél a quien yo le dé este trozo de pan untado. Y
untando el pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: Lo
que tienes que hacer hazlo en seguida. Ninguno de los comensales
entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos
suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la
fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan,
salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió dijo Jesús:
Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en
él (Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en
sí mismo: pronto lo glorificará). Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a
dónde vas?. Jesús le respondió: Adonde yo voy no me puedes
acompañar ahora, me acompañarás más tarde. Pedro replicó: Señor,
¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús
le contesto: ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no
cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces |
Evangelio de San Juan -
Cap. XIII y poesías sobre su texto
Especial Semana Santa
Dame tu luz
Dame tu luz, Señor, en mp3, recitada por
la autora
Hombre y Dios
Hombre y
Dios, en mp3, recitada por la autora

(Día
16, abril, miércoles,
Mt 26,14-25)
MIÉRCOLES SANTO
|
Mateo 26, 14-25 - "¡Ay de
aquél por quien el Hijo del hombre va a ser entregado!" -
En aquel tiempo, uno de los Doce, el llamado Judas Iscariote,
fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: ¿Qué me dan si les
entrego a Jesús?.
Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata. Y desde ese
momento buscaba la oportunidad para entregarlo.
El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, los
discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres
que te preparemos la cena de pascua?.
El respondió: Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: El
Maestro dice: Se acerca el momento, y quiero celebrar la pascua
en tu casa con mis discípulos.
Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la
cena de pascua.
Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce, y mientras
cenaban les dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a
entregar.
Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ¿Acaso
soy yo, Señor?.
Jesús respondió: El que come en el mismo plato que yo, ése me
entregará. El Hijo del hombre se va, tal como está escrito de
él; pero ¡ay de aquél que entrega al Hijo del hombre! ¡Más le
valdría a ese hombre no haber nacido!.
Entonces preguntó Judas, el traidor: ¿Soy yo acaso, maestro?.Y Jesús le respondió: Tú lo has dicho. |
Especial Semana Santa
treinta monedas
Treinta monedas, en mp3 recitada
por la autora
A Cristo
A Cristo,
en mp3, recitada por la autora
Alianza del silencio
Te cantan hoy mis cítaras templadas
Te cantan hoy mis cítaras
templadas,
en mp3, recitada por la autora
Hombre y Dios
Hombre y Dios,
en mp3, recitada por la autora
Tengo
fe
Tengo
fe, en mp3, recitada por la autora
Acércate, Señor
Acércate, Señor, en mp3, recitada por
la autora

(Día
17, abril, jueves,
Jn 13,1-15)
JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR
|
Juan 13,1-15 - "Los
amó hasta el extremo" - Antes de la fiesta de la Pascua,
sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo
al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo,
los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había
metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo
entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en
sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la
cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego
echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los
discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: "Señor, ¿lavarme los pies
tú a mí?". Jesús le replicó: "Lo que yo hago tú no lo entiendes
ahora, pero lo comprenderás más tarde". Pedro le dijo: "No me
lavarás los pies jamás". Jesús le contestó: "Si no te lavo, no
tienes nada que ver conmigo". Simón Pedro le dijo: "Señor, no
sólo los pies, sino también las manos y la cabeza". Jesús le
dijo: "Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los
pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis
limpios, aunque no todos". Porque sabía quién lo iba a entregar,
por eso dijo: "No todos estáis limpios". Cuando acabó de
lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les
dijo: "¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me
llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy.
Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies,
también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he
dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros
también lo hagáis".
|
Especial Semana Santa
María, te anuncia su última cena
María, te anuncia su
última cena, en mp3, recitada por la autora
Evangelio de San Juan -
Cap. XIII y poesías sobre su texto
Soy albornía para tu zumo
Alcadafe
Un adarme de tu pan
Un adarme de tu pan,
en mp3, recitada por la autora
Poesías eucarísticas
Penitencia de ceniza
Penitencia de ceniza, en mp3,
recitada por la autora
Tengo sed
Tengo sed, en mp3,recitada por la autora

(Día
18, abril, viernes,
Jn 18,1-19)
VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
Colecta por los Santos Lugares
|
C. En aquel tiempo, Jesús y sus
discípulos atravesaron el torrente Cedrón y entraron en un
huerto que había cerca. Este lugar era conocido por Judas, el
traidor, porque Jesús se reunía frecuentemente allí con sus
discípulos. Así que Judas, llevando consigo un destacamento de
soldados romanos y los guardias puestos a su disposición por los
sumos sacerdotes y los fariseos, se dirigió a aquel lugar. Iban
armados y equipados con faroles y antorchas.
Jesús, que sabía todo lo que iba a ocurrir, salió a su encuentro
y les preguntó:
†. «¿A quién buscan?»
C. Ellos contestaron:
S. «A Jesús de Nazaret».
C. Les dijo Jesús:
†. «Yo soy».
C. Judas, el traidor, estaba allí con ellos. En cuanto les
dijo:“Yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les
preguntó de nuevo:
†. «¿A quién buscan?»
C. Volvieron a contestarle:
S. «A Jesús de Nazaret».
C. Jesús les dijo:
†. «Ya les he dicho que soy yo. Por tanto, si me buscan a mí,
dejen que éstos se vayan».
C. Así se cumplió lo que él mismo había dicho: “No he perdido a
ninguno de los que me diste”.
Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e
hirió con ella a un criado del sumo sacerdote, cortándole la
oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Pero Jesús dijo a
Pedro:
†. «Guarda tu espada. ¿Es que no debo beber este cáliz de
amargura que el Padre me ha preparado?»
C. Los soldados romanos, con su comandante al frente, y la
guardia judía, arrestaron a Jesús y le ataron las manos. Acto
seguido, lo condujeron a casa de Anás, el cual era suegro de
Caifás, que era sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que
había aconsejado a los judíos: “Conviene que muera un solo
hombre por el pueblo”.
Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo,
que era conocido del sumo sacerdote, entró al mismo tiempo que
Jesús en el patio interior de la casa del sumo sacerdote. Pedro,
en cambio, tuvo que quedarse fuera junto a la puerta, hasta que
el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la
portera y consiguió que lo dejara entrar. Pero la portera
preguntó a Pedro:
S.«¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?»
C. Pedro le contestó:
S. «No, no lo soy».
C. Como hacía frío, los criados y la guardia habían preparado
una fogata y estaban en torno a ella calentándose. Pedro estaba
también con ellos calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y
de su enseñanza. Jesús declaró:
†. «Yo he hablado siempre en público. He enseñado en las
sinagogas y en el templo, donde se reúnen todos los judíos. No
he enseñado nada clandestinamente. ¿Por qué me preguntas a mí?
Pregunta a los que me han oído, y ellos podrán informarte».
C. Al oír esta respuesta, uno de los guardias, que estaba junto
a él, le dio una bofetada, diciéndole:
S. «¿Cómo te atreves a contestar así al sumo sacerdote?»
C. Jesús le dijo:
†. «Si he hablado mal, demuéstrame en qué; pero si he hablado
bien, ¿por qué me pegas?»
C. Entonces Anás lo envió, con las manos atadas, a Caifás, el
sumo sacerdote.
Mientras Simón Pedro estaba junto a la fogata, calentándose, uno
le preguntó:
S. «¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?»
C. Pedro lo negó diciendo:
S. «No, no lo soy».
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquél a
quien Pedro había cortado la oreja, le insistió:
S. «¿Cómo que no? Yo mismo te vi en el huerto con él».
C. Pedro volvió a negarlo. Y en aquel momento cantó el gallo.
Después condujeron a Jesús desde la casa de Caifás hasta el
palacio del gobernador. Era de madrugada. Los judíos no entraron
en el palacio para no contraer impureza legal, y poder celebrar
así la cena de pascua. Pilato, por su parte, salió adonde
estaban ellos y les preguntó:
S. «¿De qué acusan a este hombre?»
C. Ellos le contestaron:
S. «Si no fuera un criminal, no te lo habríamos entregado».
C. Pilato les dijo:
S. «Llévenselo y júzguenlo según su ley».
C. Los judíos dijeron:
S. «Nosotros no estamos autorizados para condenar a muerte a
nadie».
C. Así se cumplió la palabra de Jesús, que había anunciado de
qué forma iba a morir. Pilato volvió a entrar en su palacio,
llamó a Jesús y le interrogó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús le contestó:
†. «¿Dices eso por ti mismo o te lo han dicho otros de mí?»
C. Pilato respondió:
S. «¿Acaso soy yo judío? Son los de tu propia nación y lo sumos
sacerdotes los que te han
entregado a mí. ¿Qué has hecho?»
C. Jesús le explicó:
†. «Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidores
hubieran luchado para impedir que yo fuera entregado a los
judíos. Pero no, mi reino no es de este mundo».
C. Pilato insistió:
S. «Entonces, ¿eres rey?»
C. Jesús le respondió:
†. «Soy rey, como tú dices. Y mi misión consiste en dar
testimonio de la verdad. Precisamente para eso he nacido y para
eso he venido al mundo. Todo el que pertenece a la verdad
escucha mi voz».
C. Pilato le preguntó:
S. «¿Y qué es la verdad?»
C. Después de decir esto, Pilato salió de nuevo y dijo a los
judíos:
S. «Yo no encuentro delito alguno en este hombre. Pero como
ustedes tienen derecho a que les ponga en libertad un prisionero
durante la fiesta de la pascua, ¿quieren que deje en libertad al
rey de los judíos?»
C. Pero ellos seguían gritando:
S. «¡No, a ése no! ¡Deja en libertad a Barrabás!» (El tal
Barrabás era un bandido).
C. Entonces Pilato ordenó que lo azotaran. Los soldados
prepararon una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza.
También le colocaron sobre los hombros un manto rojo. Y se
acercaban a él, diciendo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Y le daban bofetadas. Pilato salió, una vez más, y les dijo:
S. «Miren, lo traigo de nuevo para que quede bien claro que yo
no encuentro delito alguno en este hombre».
C. Salió, pues, Jesús afuera. Llevaba sobre su cabeza la corona
de espinas y sobre sus hombros el manto rojo. Pilato lo presentó
con estas palabras:
S. «¡Este es el hombre!»
C. Los sumos sacerdotes y los guardias, al verlo, comenzaron a
gritar:
S. «¡Crucifícalo, crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «Llévenselo ustedes y crucifíquenlo; porque yo no encuentro
delito alguno en él».
C. Los judíos insistieron:
S. «Nosotros tenemos una ley y, según ella, debe morir, porque
se ha presentado a sí mismo como Hijo de Dios».
C. Al oír esto, Pilato sintió aún más miedo. Entró de nuevo en
el palacio y preguntó a Jesús:
S. «¿De dónde eres tú?»
C. Pero Jesús no le contestó. Pilato le dijo:
S. «¿Te niegas a contestarme? ¿Es que no sabes que yo tengo
autoridad, tanto para dejarte en libertad como para ordenar que
te crucifiquen?»
C. Jesús le respondió:
†. «No tendrías autoridad alguna sobre mí, si no te la hubieran
dado de lo alto; por eso, el que me entregó a ti tiene más culpa
que tú».
C. Desde ese momento Pilato intentaba ponerlo en libertad. Pero
los judíos le gritaban:
S. «Si pones en libertad a ese hombre, no eres amigo del
emperador romano. Porque cualquiera que tenga la pretensión de
ser rey, es enemigo del emperador».
C. Pilato, al oír esto, mandó que sacaran fuera a Jesús y lo
sentó en el tribunal, en el lugar conocido con el nombre de
«Enlosado» (que en la lengua de los judíos, se llama “Gábbata”).
Era la víspera de la fiesta de la pascua, hacia el mediodía.
Pilato dijo a los judíos:
S. «¡Aquí tienen a su rey!»
C. Ellos comenzaron a gritar:
S. «¡Mátalo! ¡Crucifícalo!»
C. Pilato insistió:
S. «¿Cómo voy a crucificar a su rey?»
C. Pero los sumos sacerdotes contestaron:
S. «Nuestro único rey es el emperador romano».
C. Entonces Pilato les entregó a Jesús para que lo crucificaran.
Se hicieron, pues, cargo de Jesús quien, llevando a hombros su
propia cruz, salió de la ciudad hacia un lugar llamado “La
Calavera” (que en la lengua de los judíos se dice “Gólgota”).
Allí lo crucificaron junto con otros dos, uno a cada lado de
Jesús.
Pilato mandó escribir y poner sobre la cruz un letrero con esta
inscripción: “Jesús de Nazaret, el rey de los judíos”. Leyeron
el letrero muchos judíos, porque el lugar donde Jesús había sido
crucificado estaba cerca de la ciudad, y estaba escrito en
hebreo, en latín y en griego. Los sumos sacerdotes se
presentaron a Pilato y le dijeron:
S. «No escribas: “El rey de los judíos”, sino más bien: “Este
hombre ha dicho: Yo soy el rey de los judíos”».
C. Pilato les contestó:
S. «Lo que he escrito, escrito queda».
C. Los soldados, después de crucificar a Jesús, se apropiaron de
sus vestidos e hicieron con ellos cuatro partes, una para cada
uno. Dejaron aparte la túnica. Como era una túnica sin costuras,
tejida de una sola pieza de arriba abajo, los soldados llegaron
a este acuerdo:
S. «Es mejor que no la dividamos, vamos a sortearla para ver a
quién le toca».
C. Así se cumplió este texto de la Escritura:
Dividieron entre ellos mis vestidos y mi túnica la echaron a
suertes.
Eso fue lo que hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús
estaban su madre, la hermana de su madre, María la mujer de
Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a
ella al discípulo a quien tanto amaba, dijo a su madre:
†. «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
C. Después dijo al discípulo:
†. «Ahí tienes a tu madre».
C. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió como suya.
Después Jesús, sabiendo que todo se había cumplido, para que
también se cumpliera la Escritura, exclamó:
†. «Tengo sed».
C. Había allí una jarra con vinagre. Los soldados colocaron en
la punta de una caña una esponja empapada en el vinagre y se la
acercaron a la boca. Jesús probó al vinagre y dijo:
†. «Todo está cumplido».
C. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
C. Como era el día de la preparación de la fiesta de pascua, los
judíos no querían que los cuerpos quedaran en la cruz aquel
sábado, ya que aquel día se celebraba una fiesta muy solemne.
Por eso pidieron a Pilato que ordenara romper las piernas a los
crucificados y que los bajaran de la cruz.
Fueron, pues, los soldados y rompieron las piernas a los dos que
habían sido crucificados con Jesús. Cuando se acercaron a Jesús,
se dieron cuenta de que ya había muerto; por eso no le rompieron
las piernas. Pero uno de los soldados le atravesó el costado con
una lanza, y en seguida brotó del costado sangre y agua.
El que vio estas cosas da testimonio de ellas, y su testimonio
es verdadero. El sabe que dice la verdad, para que también
ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura,
que dice: No le quebrarán ningún hueso. La Escritura dice
también en otro pasaje: Mirarán al que traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús,
aunque lo mantenía en secreto por miedo a los judíos, pidió
autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se
lo concedió.
Entonces él fue y tomó el cuerpo de Jesús. Llegó también
Nicodemo, el que en una ocasión había ido a hablar con Jesús
durante la noche, con unos treinta kilos de una mezcla de mirra
y perfume. Entre los dos se llevaron el cuerpo de Jesús y lo
envolvieron con vendas de lino bien empapadas en la mezcla de
mirra y perfume, según la costumbre judía de sepultar a los
muertos.
Cerca del lugar donde fue crucificado Jesús había un huerto y,
en el huerto, un sepulcro nuevo en el que nadie había sido
enterrado. Allí, pues, depositaron a Jesús, dado que el sepulcro
estaba cerca y era la víspera de la fiesta de pascua.
|
Evangelio de San Juan -
Cap. XVIII y poesías sobre su texto
Especial Semana Santa
PALABRAS DE JESÚS DESDE LA CRUZ:
Primera palabra
Segunda palabra
Tercera palabra
Cuarta palabra
Quinta palabra
Sexta palabra
Séptima palabra
De pie estaba
De
pie estaba, en mp3, recitada por la autora
María, das a tu hijo el último abrazo
Virgen de los Dolores
La Pasión del Señor
Más allá del dolor
Más allá del dolor, en mp3,
recitada por la autora
Soy albornía para tu zumo
Alcadafe
Hágase tu voluntad
¡Hágase tu voluntad!,
en mp3, recitada por la autora
La muerte
La muerte, en mp3, recitada por la autora

(Día
19, abril, sábado, Lc
24,1-12) SÁBADO SANTO
DE LA SEPULTURA DEL SEÑOR
|
Lucas 24,
1-12 - ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? - El
primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al
sepulcro llevando las aromas que habían preparado. Encontraron
corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el
cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por
esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes.
Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron:
"¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No esta aquí.
Ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en
Galilea: El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de
pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar".
Recordaron sus palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron
todo esto a los once y a los demás. María Magdalena, Juana y
María, la de Santiago, y sus compañeras contaban esto a los
apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, vio
sólo las vendas por el suelo. Y se volvió admirándose de lo
sucedido. |
Especial Pascua de Resurrección
La Resurrección del Señor
La
Resurrección del Señor, en mp3, recitada por la autora
Mañana de Pascua
Mañana
de Pascua, en mp3, recitada por la autora
Ha llegado la hora
Ha llegado la hora,
en mp3, recitada por la autora
Tu Sábana Santa
Tu
Sábana Santa, en mp3 recitada por la autora
María, en tu zarzal hoy brotan aleluyas
Tu corazón, Madre, se llena de alegría
Por ti, María, llegó el feliz momento
Eres, María, el cauce de la salvación
A Cristo
A Cristo,
en mp3, recitada por la autora
Alianza del silencio
Hombre y Dios
Hombre y
Dios, en mp3, recitada por la autora
Pascua de Resurrección, en pps
Gotas de fe
Acércate, Señor
Acércate,
Señor, en mp3, recitada por la autora
Alianza del silencio
Dame tu luz
Dame tu luz, Señor, en mp3, recitada por
la autora
Lúcido vacío
Espíritu inmortal
Espíritu inmortal, en mp3, recitada por la autora
Pequeña semilla
El viento del sur
El
viento del sur, en mp3, recitada por la autora
Biznagas luminosas
Biznagas
luminosas,
en mp3, recitada por la autora

(Día
20, abril, domingo, Jn 20,1-9)
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Nuestra Señora del Camino
|
Juan 20,1-9 - "Él
había de resucitar de entre los muertos" - El primer día de la semana,
María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y
vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón
Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se
han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían
juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó
primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no
entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro:
vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la
cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio
aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado
primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían
entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. |
Evangelio de San Juan -
Cap. XX y poesías sobre su texto
Especial Pascua de Resurrección
Pascua de Resurrección, en pps
La Resurrección del Señor
La Resurrección
del Señor, en mp3, recitada por la autora
Al fin se abrió
tu cielo
Ha llegado la hora
Ha llegado la hora,
en mp3, recitada por la autora
Tu Sábana Santa
Tu
Sábana Santa, en mp3 recitada por la autora
María, en tu zarzal hoy brotan aleluyas
Tu corazón, Madre, se llena de alegría
Por ti, María, llegó el feliz momento
Eres, María, el cauce de la salvación
A Cristo
A Cristo,
en mp3, recitada por la autora
Alianza del silencio
Hombre y Dios
Hombre y
Dios, en mp3, recitada por la autora
Amanecer de
Adán
Peregrino de
Infinito
Peregrino de Infinito, en mp3, recitada por la autora
Exóticas
riberas
Peregrino de frutos y semillas
Peregrino de frutos y
semillas, en mp3, recitada por la autora
Acércate, Señor
Acércate,
Señor, en mp3, recitada por la autora
Dame tu luz
Dame tu luz, Señor, en mp3, recitada por
la autora
Lúcido vacío
Lúcido
vacío, en mp3, recitada por la autora
Espíritu inmortal
Espíritu inmortal, en mp3, recitada por la autora
Pequeña semilla
El viento del sur
El
viento del sur, en mp3, recitada por la autora
Biznagas luminosas
Biznagas
luminosas,
en mp3, recitada por la autora
Virgen María
Tu legado,
Virgen María
El Santo Rosario

(Día
21, abril, lunes, Mt 28,8-15)
TIEMPO PASCUAL
|
Mateo 28, 8-15 - "Id a decir
a mis hermanos que se dirijan a Galilea; allí me verán" -
Después de escuchar las
palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del
sepulcro y, llenas de temor, pero con mucha alegría, corrieron a
llevar la noticia a los discípulos. Jesús salió a su encuentro y
las saludó.
Ellas se acercaron, se echaron a sus pies y lo adoraron.
Entonces les dijo Jesús: No temáis, decid a mis hermanos que
vayan a Galilea; allí me verán.
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia
fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo
ocurrido. Estos se reunieron con los ancianos y acordaron en
Consejo dar una fuerte suma de dinero a los soldados,
advirtiéndoles: Digan que sus discípulos fueron de noche y
robaron su cuerpo mientras ustedes dormían. Y si el asunto llega
a oídos del gobernador, nosotros lo convenceremos y
responderemos por ustedes.
Los soldados tomaron el dinero e hicieron lo que les habían
dicho. Y ésta es la versión que ha corrido entre los judíos
hasta hoy. |
Especial Pascua de Resurrección
Pascua de Resurrección, en pps
La Resurrección del Señor
La
Resurrección del Señor, en mp3, recitada por la autora
Mañana de Pascua
Mañana
de Pascua, en mp3, recitada por la autora
Biznagas luminosas
Biznagas
luminosas,
en mp3, recitada por la autora
Discípulo
Discípulo,
en mp3, recitada por la autora
Deseo
Deseo,
en mp3, recitada por la autora
A Cristo
A Cristo,
en mp3, recitada por la autora

(Día
22, abril,
martes,
Jn 20,11-18. Santa María, Madre de la Compañía de Jesús)
|
Juan 20,11-18 -"He
visto al Señor" - En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro,
estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y
vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera
y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos
le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta:
"Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto."
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabia
que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién
buscas?" Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor,
si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo
recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!",
que significa: "¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía
no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al
Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."" María
Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y
ha dicho esto". |
|
Evangelio de San Juan -
Cap. XX y poesías sobre su texto
Mañana de Pascua
Mañana
de Pascua, en mp3, recitada por la autora
Hombre y Dios
Hombre y
Dios, en mp3, recitada por la autora
Te cantan hoy mis cítaras templadas
Te cantan hoy mis cítaras
templadas, en mp3, recitada por la autora
Discípulo
Discípulo,
en mp3, recitada por la autora
Virgen María

(Día
23, abril,
miércoles,
Lc 24,13-35)
|
Lucas 24,13-35 -
"Lo reconocieron al
partir el pan" - El mismo día de la resurrección, dos de los
discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús. Mientras
hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se
puso a caminar con ellos. Pero sus ojos estaban tan cegados, que
no eran capaces de reconocerlo. El les dijo: ¿Qué es lo que
vienen conversando por el camino?.
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba
Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén,
que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les preguntó:
"¿Qué?".
Ellos respondieron: Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta
poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo.
¿No sabes que los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo
entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran?
Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel. Y,
sin embargo, ya hace tres días que ocurrió esto. Es cierto que
algunas de nuestras mujeres nos han sorprendido, porque fueron
temprano al sepulcro y no encontraron su cuerpo. Hablaban
incluso de que se les habían aparecido unos ángeles que decían
que está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y
hallaron todo como las mujeres decían; pero a él no lo vieron.
Entonces Jesús les dijo: ¡Qué torpes son para comprender, y qué
duros son para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era
necesario que el Mesías sufriera todo esto para entrar en su
gloria?.Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les
explicó lo que decían de él las Escrituras. Al llegar al pueblo
adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le
insistieron diciendo: Quédate con nosotros, porque es tarde y
está anocheciendo.
Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaba sentado a la mesa
con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a ellos.
Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Jesús
desapareció de su lado. Y se dijeron uno a otro: ¿No ardía
nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos
explicaba las Escrituras?.
Y, levantándose al momento, se
volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con
sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado
el Señor y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les
había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir
el pan. |
Cuarenta días de sublime presencia
Cuarenta
días de sublime presencia, en mp3, recitada por la autora
Caminando a Emaús, yo te añoraba
Caminando a Emaús, yo te añoraba,
en mp3, recitada por la autora
Alquimia del amor
Los dígitos del barro
Los dígitos del barro, en mp3, recitada por la autora
Existir
Existir, en mp3,
recitada por la autora
Poesías eucarísticas
Gotas de fe
Especial Pascua de Resurrección
Tengo fe
Tengo fe, en
mp3, recitada por la autora
A Cristo
A Cristo,
en mp3, recitada por la autora
Tu amor
Tu amor,
en mp3, recitada por la autora
Pascua de Resurrección, en pps

(Día
24, abril,
jueves, Lc 24,35-48. Nuestra Señora del Buen Consejo)
|
Lucas 24, 35-48 - "Está
escrito que Cristo tenía que padecer y tenía que resucitar de
entre los muertos al tercer día" - En aquel tiempo los
discípulos contaban lo que les había ocurrido cuando iban de
camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban comentando lo sucedido, cuando el mismo Jesús se
presentó en medio y les dijo: La paz esté con vosotros.
Espantados y llenos de miedo, creían ver un fantasma.
Pero él les dijo: ¿De qué os asustáis? ¿Por qué surgen dudas en
vuestro interior? Ved mis manos y mis pies; soy yo en persona.
Tocadme y convenceos de que un fantasma no tiene carne ni
huesos, como veis que yo tengo.
Y dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como se
resistían a creer por la alegría y el asombro, les dijo: ¿Tenéis
algo de comer?.
Ellos le dieron un trozo de pescado asado. El lo tomó y lo comió
delante de ellos. Después les dijo: Cuando aún estaba entre
vosotros os dije que era necesario que se cumpliera todo lo
escrito sobre mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los
salmos.
Entonces les abrió la inteligencia para que comprendieran las
Escrituras. Y añadió: Estaba escrito que el Mesías tenía que
morir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en
su nombre se anunciaría a todas las naciones, comenzando desde
Jerusalén, la conversión y el perdón de los pecados. Vosotros
sois testigos de estas cosas. |
Cuarenta días de sublime presencia
Cuarenta
días de sublime presencia, en mp3, recitada por la autora
Tu amor
Tu amor,
en mp3, recitada por la autora
Brisa, música y flor
Brisa,
música y flor, en mp3, recitada por la autora
Acércate, Señor
Acércate,
Señor, en mp3, recitada por la autora
Alianza del silencio
Hágase tu voluntad
¡Hágase tu voluntad!,
en mp3, recitada por la autora
Dame tu luz
Dame tu luz, Señor, en mp3, recitada por
la autora
Lúcido vacío
Lúcido
vacío, en mp3, recitada por la autora
Espíritu inmortal
Espíritu inmortal, en mp3, recitada por la autora
Discípulo
Discípulo,
en mp3,
recitada por
la autora
Pequeña semilla
El viento del sur
El
viento del sur, en mp3, recitada por la autora
Biznagas luminosas
Biznagas
luminosas,
en mp3, recitada por la autora
Especial Pascua de Resurrección
Ha llegado la hora
Ha llegado la hora, en mp3,
recitada por la autora
Él es...
Él
es...,
en mp3, recitada por la autora
Tengo fe
Tengo fe, en
mp3, recitada por la autora
Pascua de Resurrección, en pps
Virgen María

(Día
25, abril, viernes, Jn 21,1-14. Fiesta de Marcos, evangelista)
|
Juan 21,1-14
- "Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo
mismo el pescado" -
En aquel
tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al
lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos
Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de
Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro dice (a Tomás, Natanel, los Zebedeos y otros dos):
"Me voy a pescar". Ellos contestan: "Vamos también nosotros
contigo". Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron
nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la
orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les
dice: "Muchachos, ¿tenéis pescado?". Ellos contestaron: "No". Él
les dice: "Echad la red a la derecha de la barca y
encontraréis". La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por
la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería
le dice a Pedro: "Es el Señor". Al oír que era el Señor, Simón
Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua.
Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no
distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red
con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un
pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: "Traed de los peces
que acabáis de coger". Simón Pedro subió a la barca y arrastró
hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento
cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: "Vamos, almorzad". Ninguno de los discípulos se
atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el
Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el
pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los
discípulos, después de resucitar de entre los muertos. |
Red de amor
Red de amor, en mp3, recitada por la
autora
Cuarenta días de sublime presencia
Cuarenta días de sublime presencia, en
mp3, recitada por la autora
Caminando a Emaús, yo te añoraba
Caminando a Emaús, yo te añoraba, en mp3, recitada por la autora
Antiguos paisajes
Antiguos paisajes,
en mp3, recitada por la autora
Llegaste
Llegaste,
en mp3, recitada por la autora
Alquimia del amor
Algarabía
Algarabía,
en mp3, recitada por la autora
Poesías eucarísticas
Evangelio de San Juan,
Capítulo XXI y poesías sobre su texto
Ensoñación
Ensoñación, en mp3, recitada por la autora
El viento del sur
El
viento del sur, en mp3, recitada por la autora

(Día 26, abril, sábado, Mc 16,9-15)
|
Marcos 16,9-15 - "Id
al mundo entero y proclamad el Evangelio" - Jesús, resucitado al
amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a
María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue
a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y
llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había
visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a
dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos
fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por
último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa,
y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque
no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les
dijo: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la
creación". |
Especial Pascua de Resurrección
Pascua de Resurrección, en pps
Mañana de Pascua
Mañana
de Pascua, en mp3, recitada por la autora
Cuarenta días de sublime presencia
Cuarenta
días de sublime presencia, en mp3, recitada por la autora
Caminando a Emaús, yo te añoraba
Caminando a Emaús, yo te añoraba,
en mp3, recitada por la autora
Gotas de fe

(Día
27, abril, domingo, Jn 20,19-31)
Domingo de la Divina Misericordia
Nuestra Señora de Motserrat
|
Juan 20,19-31 - "A
los ocho días, llegó Jesús" - Al anochecer de aquel día, el
primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con
las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró
Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y,
diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús
repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así
también os envío yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre
ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos".
Tomás, uno de los Doce,
llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los
otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les
contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no
meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su
costado, no lo creo".
A los ocho días, estaban otra
vez dentro los discípulos y Tomas con ellos. Llegó Jesús,
estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a
vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis
manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús
le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que
crean sin haber visto"
Muchos otros signos, que no
están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los
discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el
Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en
su nombre. |
Evangelio de San Juan -
Cap. XX y poesías sobre su texto
Especial Pascua de Resurrección
Discípulo
Discípulo,
en mp3, recitada por la autora
A Cristo
A Cristo, en mp3, recitada por la autora
Tengo fe
Tengo fe, en
mp3, recitada por la autora
Nuestra Señora de Montserrat
Nuestra Señora de Montserrat
en mp3, recitada por la autora

(Día
28, abril, lunes,
Jn
3,1-8)
|
Juan 3,1-8 - "El que
no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios" - Había un fariseo
llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
"Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque
nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él". Jesús
le contestó: "Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el
reino de Dios". Nicodemo le pregunta: "¿Cómo puede nacer un hombre,
siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su
madre y nacer?". Jesús le contestó: "Te lo aseguro, el que no nazca de
agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de
la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes
de que te haya dicho: "Tenéis que nacer de nuevo"; el viento sopla donde
quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así
es todo el que ha nacido del Espíritu". |

(Día
29, abril,
martes,
Mt 11,25-30. Santa Catalina de Siena. Patrona de Europa)
|
Mateo
11,25-30 - En aquella ocasión Jesús exclamó: "Yo te alabo,
Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido
ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado
a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado. Mi
Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al
Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y
aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer. Vengan a
mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los
aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente
y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi
yugo es suave y mi carga liviana" |
Tu voz
Tu voz, en
mp3, recitada por la autora
Tu sonido
Antiguos paisajes
Antiguos paisajes,
en mp3, recitada por la autora
Llegaste
Llegaste,
en mp3, recitada por la autora
Alquimia del amor
Algarabía
Algarabía,
en mp3, recitada por la autora
Ensoñación
Ensoñación, en mp3, recitada por la autora
El viento del sur
El viento del sur,
en mp3, recitada por la autora
El sacerdote
Discípulo
Discípulo,
en mp3, recitada por la autora

(Día
30, abril, miércoles,
Jn 3,16-21)
|
Juan 3,16-21 - "Dios
mandó su Hijo para que el mundo se salve por él" - Tanto amó
Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca
ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino
para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será
juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en
el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto:
que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla
a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra
perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no
verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad
se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas
según Dios. |
Evangelio de San Juan -
Cap. III: Jn 3,1-36, y poesías sobre su texto
Tengo fe
Tengo fe, en
mp3, recitada por la autora
Alianza del silencio
Peregrino de frutos y semillas
Peregrino de frutos y
semillas, en mp3, recitada por la autora
Te cantan hoy mis cítaras templadas
Te cantan hoy mis cítaras
templadas, en mp3, recitada por la autora

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