CALENDARIO LITÚRGICO

TIEMPOS LITÚRGICOS

Abril año 2025

Textos de los Evangelios de la liturgia y poesías relacionadas con ellos

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Abril:

(Día 1, abril, martes, Jn 5,1-16. Ntra. Sra. de la Caridad)

Juan 5,1-16 - "Al momento aquel hombre quedó sano" - ´En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: "¿Quieres quedar sano?" El enfermo le contestó: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado". Jesús le dice: "Levántate, toma tu camilla y echa a andar". Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: "Hoy es sábado, y no se puede llevar la camill". El les contestó: "El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar". Ellos le preguntaron: "¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?" Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: "Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor". Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

 

Evangelio de San Juan, Cap. V y poesías relacionadas con su texto

Te cantan hoy mis cítaras templadas

Te cantan hoy mis cítaras templadas, en mp3, recitada por la autora

Es amor

 Es amor, en mp3, recitada por la autora

Tu amor

Tu amor, en mp3, recitada por la autora

(Día 2, abril, miércoles, Jn 5,17-30)

Juan 5,17-30 - "Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere" - En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo". Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: "Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio, porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió".

 

Evangelio de San Juan, Cap. V y poesías relacionadas con su texto

(Día 3, abril, jueves, Jn 5,31-47)

Juan 5,31-47 - "Hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza" - En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése sí lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?".

 

Evangelio de San Juan, Cap. V y poesías relacionadas con su texto

Dame tu luz

Dame tu luz, Señor, en mp3, recitada por la autora

Encuentro

Encuentro, en mp3, recitada por la autora

Acércate, Señor

Acércate, Señor, en mp3, recitada por la autora

Peregrino de infinito

Peregrino de infinito, en mp3, recitada por la autora

Te cantan hoy mis cítaras templadas

Te cantan hoy mis cítaras templadas, en mp3, recitada por la autora

Santa sencillez

Santa sencillez, en mp3, recitada por la autora

Paz conventual

Paz conventual, en mp3, recitada por la autora

(Día 4, abril, viernes, Jn 7,1-2.10.25-30)

Juan 7,1-2.10.25-30 - "Intentaban agarrarlo, pero todavía no había llegado su hora" - En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas. Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: "¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene." Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: "A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado". Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

 

Evangelio de San Juan - Cap. VII. Jn 7,1-53, y poesías sobre su texto

A Cristo

A Cristo, en mp3, recitada por la autora

Llegaste

Nadie es profeta en su tierra

Nadie es profeta en su tierra, en mp3 recitada por la autora

Algarabía

(Día 5, abril, sábado, Jn 7,40-53)

Juan 7,40-53 - " ¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? " - En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: "Éste es de verdad el profeta". Otros decían: "Éste es el Mesías." Pero otros decían: "¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?" Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: "¿Por qué no lo habéis traído?" Los guardias respondieron: "Jamás ha hablado nadie como ese hombre." Los fariseos les replicaron: "¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos". Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: "¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?" Ellos le replicaron: "¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas". Y se volvieron cada uno a su casa.
 

(Día 6, abril, domingo, Jn 8,1-11)

Juan 8, 1-11 - "Vete y no peques más" - Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?" Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra". E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: "Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?" Ella respondió: "Nadie, Señor". Jesús le dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más".

 

Evangelio de San Juan - Cap. VIII. Jn 8,1-59, y poesías sobre su texto

Una mujer adúltera y La primera piedra

Deseo

Deseo, en mp3, recitada por la autora

Lúcido vacío

Lúcido vacío, en mp3, recitada por la autora

(Día 7, abril, lunes, Jn 8,12-20)

Juan 8,12-20 - Yo soy la luz del mundo - En aquel tiempo, Jesús volvió a hablar a los fariseos: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Le dijeron los fariseos: "Tú das testimonio de ti mismo, tu testimonio no es válido". Jesús les contestó: "Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino que estoy con el que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me envió, el Padre. Ellos le preguntaban: "¿Dónde está tu Padre?" Jesús contestó: "Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre". Jesús tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

 

Evangelio de San Juan - Cap. VIII. Jn 8,1-59, y poesías sobre su texto

Dame tu luz

Dame tu luz, Señor, en mp3, recitada por la autora

Lúcido vacío

Lúcido vacío, en mp3, recitada por la autora

(Día 8, abril, martes,  Jn 8,21-30.  Ntra. Sra. del Puerto)

Juan 8,21-30 - Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy - En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros". Y los judíos comentaban: "¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: Donde yo voy no podéis venir vosotros?" Y él continuaba: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados". Ellos le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús les contestó: "Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él". Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: "Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada". Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

 

Evangelio de San Juan - Cap. VIII. Jn 8,1-59, y poesías sobre su texto

Él es...

Él es..., en mp3, recitada por la autora

Gotas de fe

(Día 9, abril, miércoles,  Jn 8,31-42)

Juan 8,31-42 - "Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres" - En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: "Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". Le replicaron: "Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?". Jesús les contestó: "Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre". Ellos replicaron: "Nuestro padre es Abrahán". Jesús les dijo: "Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre". Le replicaron: "Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios". Jesús les contestó: "Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió".

 

Evangelio de San Juan - Cap. VIII. Jn 8,1-59, y poesías sobre su texto

La libertad

A Cristo

A Cristo, en mp3, recitada por la autora

Llegaste

Alquimia del amor

Algarabía

Antiguos paisajes

Antiguos paisajes, en mp3, recitada por la autora

No importa

No importa, en mp3, recitada por la autora

(Día 10, abril, jueves, Jn 8,51-59)

Juan 8,51-59 - "Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día" - En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre". Los judíos le dijeron: "Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?" Jesús contestó: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría". Los judíos le dijeron: "No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?" Jesús les dijo: "Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo". Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

 

Evangelio de San Juan - Cap. VIII. Jn 8,1-59, y poesías sobre su texto

A Cristo

A Cristo, en mp3, recitada por la autora

(Día 11, abril, viernes, Jn 10,31-42)

Juan 10,31-42 - "Muchos creyeron en él" - Los judíos trajeron piedras para apedrear a Jesús. Jesús les dijo: "Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?" Le respondieron los judíos: "No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios". Jesús les respondió: "¿No está escrito en vuestra Ley: “Yo he dicho: dioses sois?” Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios - y no puede fallar la Escritura – a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: "Yo soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre". Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se quedó allí. Muchos fueron donde él y decían: "Juan no realizó ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad".

Evangelio de San Juan - Cap. X y poesías sobre su texto

Deseo

Deseo, en mp3, recitada por la autora

Lúcido vacío

Lúcido vacío, en mp3, recitada por la autora

(Día 12, abril, sábado, Jn 11,45-57)

 

Juan 11, 45-57 - "Conviene que muera un hombre para el bien del pueblo" - Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: "¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación ". Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: "Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación". Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación - y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Desde este día, decidieron darle muerte. Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: "¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?" Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle.

Evangelio de San Juan - Cap. XI y poesías sobre su texto

No importa

No importa, en mp3, recitada por la autora

Él es...

Él es..., en mp3, recitada por la autora

Tengo fe

Tengo fe, en mp3, recitada por la autora

Tengo sed

Tengo sed, en mp3,recitada por la autora

A Cristo

A Cristo, en mp3, recitada por la autora

Alianza del silencio

Te cantan hoy mis cítaras templadas

Te cantan hoy mis cítaras templadas, en mp3, recitada por la autora

Hombre y Dios

Hombre y Dios, en mp3, recitada por la autora

Biznagas luminosas

Biznagas luminosas, en mp3, recitada por la autora

(Día 13, abril, domingo, Lc 23,1-49. Domingo de Ramos de la Pasión del Señor)

Lucas 23, 1-49 - Pasión de Nuestro Señor Jesucristo - Levantándose entonces toda la muchedumbre de ellos, llevaron a Jesús a Pilato. Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohibe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey. Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices. Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre. Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí. Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre era galileo. Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén. Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal. Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió. Y estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándole con gran vehemencia. Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a enviarle a Pilato. Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí. Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo, les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis. Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre. Le soltaré, pues, después de castigarle. Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta. Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás! Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio. Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! El les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré. Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron. Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían; y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos. Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará? Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS. Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró. Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo. Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho. Pero todos sus conocidos, y las mujeresLucas 8. 2-3 que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.

 

¡Hosanna! y Está cercano el día de la luz

Especial Semana Santa

(Día 14, abril, lunes, Jn 12,1-11 ) LUNES SANTO

 Juan 12, 1-11 - "Déjala, lo tenía guardado para el día de mi sepultura" - Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él en la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres? (Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando). Entonces Jesús dijo: Déjala: lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis con vosotros, pero a mi no siempre me tenéis. Una muchedumbre de Judíos se entero de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

 

Evangelio de San Juan - Cap. XII y poesías sobre su texto

Perfume de gloria - Embalsámame el alma

Especial Semana Santa

Te cantan hoy mis cítaras templadas

Te cantan hoy mis cítaras templadas, en mp3, recitada por la autora

Deseo

Deseo, en mp3, recitada por la autora

Discípulo

Discípulo, en mp3, recitada por la autora

Lúcido vacío

Lúcido vacío, en mp3, recitada por la autora

(Día 15 , abril, martes, Jn 13,21-33.36-38) MARTES SANTO

Juan 13, 21-33. 36-38 - "Uno de vosotros me va a entregar" - En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, estaba a la mesa a su derecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces el, apoyándose en el pecho de Jesús, le pregunto Señor: ¿quién es?.Le contestó Jesús: Aquél a quien yo le dé este trozo de pan untado. Y untando el pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: Lo que tienes que hacer hazlo en seguida. Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él (Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará). Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas?. Jesús le respondió: Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde. Pedro replicó: Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús le contesto: ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces

 

Evangelio de San Juan - Cap. XIII y poesías sobre su texto

Especial Semana Santa

Dame tu luz

Dame tu luz, Señor, en mp3, recitada por la autora

Hombre y Dios

Hombre y Dios, en mp3, recitada por la autora

(Día 16, abril, miércoles, Mt 26,14-25) MIÉRCOLES SANTO

Mateo 26, 14-25 - "¡Ay de aquél por quien el Hijo del hombre va a ser entregado!" - En aquel tiempo, uno de los Doce, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: ¿Qué me dan si les entrego a Jesús?. Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata. Y desde ese momento buscaba la oportunidad para entregarlo. El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de pascua?. El respondió: Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: El Maestro dice: Se acerca el momento, y quiero celebrar la pascua en tu casa con mis discípulos. Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de pascua. Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce, y mientras cenaban les dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor?. Jesús respondió: El que come en el mismo plato que yo, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, tal como está escrito de él; pero ¡ay de aquél que entrega al Hijo del hombre! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!. Entonces preguntó Judas, el traidor: ¿Soy yo acaso, maestro?.Y Jesús le respondió: Tú lo has dicho.

Especial Semana Santa

treinta monedas

Treinta monedas, en mp3 recitada por la autora

A Cristo

A Cristo, en mp3, recitada por la autora

Alianza del silencio

Te cantan hoy mis cítaras templadas

Te cantan hoy mis cítaras templadas, en mp3, recitada por la autora

Hombre y Dios

Hombre y Dios, en mp3, recitada por la autora

Tengo fe

Tengo fe, en mp3, recitada por la autora

Acércate, Señor

Acércate, Señor, en mp3, recitada por la autora

(Día 17, abril, jueves, Jn 13,1-15) JUEVES  SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR

Juan 13,1-15 - "Los amó hasta el extremo" - Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: "Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?". Jesús le replicó: "Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde". Pedro le dijo: "No me lavarás los pies jamás". Jesús le contestó: "Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo". Simón Pedro le dijo: "Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza". Jesús le dijo: "Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos". Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: "No todos estáis limpios". Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: "¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis".

 

(Día 18, abril, viernes, Jn 18,1-19) VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

Colecta por los Santos Lugares

 

C. En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron el torrente Cedrón y entraron en un huerto que había cerca. Este lugar era conocido por Judas, el traidor, porque Jesús se reunía frecuentemente allí con sus discípulos. Así que Judas, llevando consigo un destacamento de soldados romanos y los guardias puestos a su disposición por los sumos sacerdotes y los fariseos, se dirigió a aquel lugar. Iban armados y equipados con faroles y antorchas.
Jesús, que sabía todo lo que iba a ocurrir, salió a su encuentro y les preguntó:
†. «¿A quién buscan?»
C. Ellos contestaron:
S. «A Jesús de Nazaret».
C. Les dijo Jesús:
†. «Yo soy».
C. Judas, el traidor, estaba allí con ellos. En cuanto les dijo:“Yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les preguntó de nuevo:
†. «¿A quién buscan?»
C. Volvieron a contestarle:
S. «A Jesús de Nazaret».
C. Jesús les dijo:
†. «Ya les he dicho que soy yo. Por tanto, si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan».
C. Así se cumplió lo que él mismo había dicho: “No he perdido a ninguno de los que me diste”.
Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió con ella a un criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Pero Jesús dijo a Pedro:
†. «Guarda tu espada. ¿Es que no debo beber este cáliz de amargura que el Padre me ha preparado?»
C. Los soldados romanos, con su comandante al frente, y la guardia judía, arrestaron a Jesús y le ataron las manos. Acto seguido, lo condujeron a casa de Anás, el cual era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había aconsejado a los judíos: “Conviene que muera un solo hombre por el pueblo”.
Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo, que era conocido del sumo sacerdote, entró al mismo tiempo que Jesús en el patio interior de la casa del sumo sacerdote. Pedro, en cambio, tuvo que quedarse fuera junto a la puerta, hasta que el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera y consiguió que lo dejara entrar. Pero la portera preguntó a Pedro:
S.«¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?»
C. Pedro le contestó:
S. «No, no lo soy».
C. Como hacía frío, los criados y la guardia habían preparado una fogata y estaban en torno a ella calentándose. Pedro estaba también con ellos calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza. Jesús declaró:
†. «Yo he hablado siempre en público. He enseñado en las sinagogas y en el templo, donde se reúnen todos los judíos. No he enseñado nada clandestinamente. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído, y ellos podrán informarte».
C. Al oír esta respuesta, uno de los guardias, que estaba junto a él, le dio una bofetada, diciéndole:
S. «¿Cómo te atreves a contestar así al sumo sacerdote?»
C. Jesús le dijo:
†. «Si he hablado mal, demuéstrame en qué; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?»
C. Entonces Anás lo envió, con las manos atadas, a Caifás, el sumo sacerdote.
Mientras Simón Pedro estaba junto a la fogata, calentándose, uno le preguntó:
S. «¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?»
C. Pedro lo negó diciendo:
S. «No, no lo soy».
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquél a quien Pedro había cortado la oreja, le insistió:
S. «¿Cómo que no? Yo mismo te vi en el huerto con él».
C. Pedro volvió a negarlo. Y en aquel momento cantó el gallo.
Después condujeron a Jesús desde la casa de Caifás hasta el palacio del gobernador. Era de madrugada. Los judíos no entraron en el palacio para no contraer impureza legal, y poder celebrar así la cena de pascua. Pilato, por su parte, salió adonde estaban ellos y les preguntó:
S. «¿De qué acusan a este hombre?»
C. Ellos le contestaron:
S. «Si no fuera un criminal, no te lo habríamos entregado».
C. Pilato les dijo:
S. «Llévenselo y júzguenlo según su ley».
C. Los judíos dijeron:
S. «Nosotros no estamos autorizados para condenar a muerte a nadie».
C. Así se cumplió la palabra de Jesús, que había anunciado de qué forma iba a morir. Pilato volvió a entrar en su palacio, llamó a Jesús y le interrogó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús le contestó:
†. «¿Dices eso por ti mismo o te lo han dicho otros de mí?»
C. Pilato respondió:
S. «¿Acaso soy yo judío? Son los de tu propia nación y lo sumos sacerdotes los que te han
entregado a mí. ¿Qué has hecho?»
C. Jesús le explicó:
†. «Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidores hubieran luchado para impedir que yo fuera entregado a los judíos. Pero no, mi reino no es de este mundo».
C. Pilato insistió:
S. «Entonces, ¿eres rey?»
C. Jesús le respondió:
†. «Soy rey, como tú dices. Y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso he nacido y para eso he venido al mundo. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz».
C. Pilato le preguntó:
S. «¿Y qué es la verdad?»
C. Después de decir esto, Pilato salió de nuevo y dijo a los judíos:
S. «Yo no encuentro delito alguno en este hombre. Pero como ustedes tienen derecho a que les ponga en libertad un prisionero durante la fiesta de la pascua, ¿quieren que deje en libertad al rey de los judíos?»
C. Pero ellos seguían gritando:
S. «¡No, a ése no! ¡Deja en libertad a Barrabás!» (El tal Barrabás era un bandido).
C. Entonces Pilato ordenó que lo azotaran. Los soldados prepararon una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza. También le colocaron sobre los hombros un manto rojo. Y se acercaban a él, diciendo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Y le daban bofetadas. Pilato salió, una vez más, y les dijo:
S. «Miren, lo traigo de nuevo para que quede bien claro que yo no encuentro delito alguno en este hombre».
C. Salió, pues, Jesús afuera. Llevaba sobre su cabeza la corona de espinas y sobre sus hombros el manto rojo. Pilato lo presentó con estas palabras:
S. «¡Este es el hombre!»
C. Los sumos sacerdotes y los guardias, al verlo, comenzaron a gritar:
S. «¡Crucifícalo, crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «Llévenselo ustedes y crucifíquenlo; porque yo no encuentro delito alguno en él».
C. Los judíos insistieron:
S. «Nosotros tenemos una ley y, según ella, debe morir, porque se ha presentado a sí mismo como Hijo de Dios».
C. Al oír esto, Pilato sintió aún más miedo. Entró de nuevo en el palacio y preguntó a Jesús:
S. «¿De dónde eres tú?»
C. Pero Jesús no le contestó. Pilato le dijo:
S. «¿Te niegas a contestarme? ¿Es que no sabes que yo tengo autoridad, tanto para dejarte en libertad como para ordenar que te crucifiquen?»
C. Jesús le respondió:
†. «No tendrías autoridad alguna sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto; por eso, el que me entregó a ti tiene más culpa que tú».
C. Desde ese momento Pilato intentaba ponerlo en libertad. Pero los judíos le gritaban:
S. «Si pones en libertad a ese hombre, no eres amigo del emperador romano. Porque cualquiera que tenga la pretensión de ser rey, es enemigo del emperador».
C. Pilato, al oír esto, mandó que sacaran fuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el lugar conocido con el nombre de «Enlosado» (que en la lengua de los judíos, se llama “Gábbata”). Era la víspera de la fiesta de la pascua, hacia el mediodía. Pilato dijo a los judíos:
S. «¡Aquí tienen a su rey!»
C. Ellos comenzaron a gritar:
S. «¡Mátalo! ¡Crucifícalo!»
C. Pilato insistió:
S. «¿Cómo voy a crucificar a su rey?»
C. Pero los sumos sacerdotes contestaron:
S. «Nuestro único rey es el emperador romano».
C. Entonces Pilato les entregó a Jesús para que lo crucificaran.
Se hicieron, pues, cargo de Jesús quien, llevando a hombros su propia cruz, salió de la ciudad hacia un lugar llamado “La Calavera” (que en la lengua de los judíos se dice “Gólgota”). Allí lo crucificaron junto con otros dos, uno a cada lado de Jesús.
Pilato mandó escribir y poner sobre la cruz un letrero con esta inscripción: “Jesús de Nazaret, el rey de los judíos”. Leyeron el letrero muchos judíos, porque el lugar donde Jesús había sido crucificado estaba cerca de la ciudad, y estaba escrito en hebreo, en latín y en griego. Los sumos sacerdotes se presentaron a Pilato y le dijeron:
S. «No escribas: “El rey de los judíos”, sino más bien: “Este hombre ha dicho: Yo soy el rey de los judíos”».
C. Pilato les contestó:
S. «Lo que he escrito, escrito queda».
C. Los soldados, después de crucificar a Jesús, se apropiaron de sus vestidos e hicieron con ellos cuatro partes, una para cada uno. Dejaron aparte la túnica. Como era una túnica sin costuras, tejida de una sola pieza de arriba abajo, los soldados llegaron a este acuerdo:
S. «Es mejor que no la dividamos, vamos a sortearla para ver a quién le toca».
C. Así se cumplió este texto de la Escritura:
Dividieron entre ellos mis vestidos y mi túnica la echaron a suertes.
Eso fue lo que hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús
estaban su madre, la hermana de su madre, María la mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo a quien tanto amaba, dijo a su madre:
†. «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
C. Después dijo al discípulo:
†. «Ahí tienes a tu madre».
C. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió como suya. Después Jesús, sabiendo que todo se había cumplido, para que también se cumpliera la Escritura, exclamó:
†. «Tengo sed».
C. Había allí una jarra con vinagre. Los soldados colocaron en la punta de una caña una esponja empapada en el vinagre y se la acercaron a la boca. Jesús probó al vinagre y dijo:
†. «Todo está cumplido».
C. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
C. Como era el día de la preparación de la fiesta de pascua, los judíos no querían que los cuerpos quedaran en la cruz aquel sábado, ya que aquel día se celebraba una fiesta muy solemne. Por eso pidieron a Pilato que ordenara romper las piernas a los crucificados y que los bajaran de la cruz.
Fueron, pues, los soldados y rompieron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando se acercaron a Jesús, se dieron cuenta de que ya había muerto; por eso no le rompieron las piernas. Pero uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza, y en seguida brotó del costado sangre y agua.
El que vio estas cosas da testimonio de ellas, y su testimonio es verdadero. El sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura, que dice: No le quebrarán ningún hueso. La Escritura dice también en otro pasaje: Mirarán al que traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque lo mantenía en secreto por miedo a los judíos, pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió.
Entonces él fue y tomó el cuerpo de Jesús. Llegó también Nicodemo, el que en una ocasión había ido a hablar con Jesús durante la noche, con unos treinta kilos de una mezcla de mirra y perfume. Entre los dos se llevaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas de lino bien empapadas en la mezcla de mirra y perfume, según la costumbre judía de sepultar a los muertos.
Cerca del lugar donde fue crucificado Jesús había un huerto y, en el huerto, un sepulcro nuevo en el que nadie había sido enterrado. Allí, pues, depositaron a Jesús, dado que el sepulcro estaba cerca y era la víspera de la fiesta de pascua.

 

Evangelio de San Juan - Cap. XVIII y poesías sobre su texto

Especial Semana Santa

 

PALABRAS DE JESÚS DESDE LA CRUZ:

Primera palabra

Segunda palabra

Tercera palabra

Cuarta palabra

Quinta palabra

Sexta palabra

Séptima palabra

 

De pie estaba

De pie estaba, en mp3, recitada por la autora

María, das a tu hijo el último abrazo

Virgen de los Dolores

La Pasión del Señor

Más allá del dolor

Más allá del dolor, en mp3, recitada por la autora

Soy albornía para tu zumo

Alcadafe

Hágase tu voluntad

¡Hágase tu voluntad!, en mp3, recitada por la autora

La muerte

La muerte, en mp3, recitada por la autora

(Día 19, abril, sábado,  Lc 24,1-12) SÁBADO SANTO DE LA SEPULTURA DEL SEÑOR

Lucas 24, 1-12 - ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? - El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando las aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No esta aquí. Ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en Galilea: El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar". Recordaron sus palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto a los once y a los demás. María Magdalena, Juana y María, la de Santiago, y sus compañeras contaban esto a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron. Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, vio sólo las vendas por el suelo. Y se volvió admirándose de lo sucedido.

Especial Pascua de Resurrección

La Resurrección del Señor

La Resurrección del Señor, en mp3, recitada por la autora

Mañana de Pascua

Mañana de Pascua, en mp3, recitada por la autora

Ha llegado la hora

Ha llegado la hora, en mp3, recitada por la autora

Tu Sábana Santa

Tu Sábana Santa, en mp3 recitada por la autora

María, en tu zarzal hoy brotan aleluyas

Tu corazón, Madre, se llena de alegría

Por ti, María, llegó el feliz momento

Eres, María, el cauce de la salvación

A Cristo

A Cristo, en mp3, recitada por la autora

Alianza del silencio

Hombre y Dios

Hombre y Dios, en mp3, recitada por la autora

Pascua de Resurrección, en pps

Gotas de fe

Acércate, Señor

Acércate, Señor, en mp3, recitada por la autora

Alianza del silencio

Dame tu luz

Dame tu luz, Señor, en mp3, recitada por la autora

Lúcido vacío

Espíritu inmortal

Espíritu inmortal, en mp3, recitada por la autora

Pequeña semilla

El viento del sur

El viento del sur, en mp3, recitada por la autora

Biznagas luminosas

Biznagas luminosas, en mp3, recitada por la autora

(Día 20, abril, domingo, Jn 20,1-9) DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

Nuestra Señora del Camino

 

Juan 20,1-9 - "Él había de resucitar de entre los muertos" - El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Evangelio de San Juan - Cap. XX y poesías sobre su texto

Especial Pascua de Resurrección

Pascua de Resurrección, en pps

La Resurrección del Señor

La Resurrección del Señor, en mp3, recitada por la autora

Al fin se abrió tu cielo

Ha llegado la hora

Ha llegado la hora, en mp3, recitada por la autora

Tu Sábana Santa

Tu Sábana Santa, en mp3 recitada por la autora

María, en tu zarzal hoy brotan aleluyas

Tu corazón, Madre, se llena de alegría

Por ti, María, llegó el feliz momento

Eres, María, el cauce de la salvación

A Cristo

A Cristo, en mp3, recitada por la autora

Alianza del silencio

Hombre y Dios

Hombre y Dios, en mp3, recitada por la autora

Amanecer de Adán

Peregrino de Infinito

Peregrino de Infinito, en mp3, recitada por la autora

Exóticas riberas

Peregrino de frutos y semillas

Peregrino de frutos y semillas, en mp3, recitada por la autora

Acércate, Señor

Acércate, Señor, en mp3, recitada por la autora

Dame tu luz

Dame tu luz, Señor, en mp3, recitada por la autora

Lúcido vacío

Lúcido vacío, en mp3, recitada por la autora

Espíritu inmortal

Espíritu inmortal, en mp3, recitada por la autora

Pequeña semilla

El viento del sur

El viento del sur, en mp3, recitada por la autora

Biznagas luminosas

Biznagas luminosas, en mp3, recitada por la autora

Virgen María

Tu legado, Virgen María

El Santo Rosario

(Día 21, abril, lunes, Mt 28,8-15) TIEMPO PASCUAL

Mateo 28, 8-15 - "Id a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea; allí me verán" - Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro y, llenas de temor, pero con mucha alegría, corrieron a llevar la noticia a los discípulos. Jesús salió a su encuentro y las saludó. Ellas se acercaron, se echaron a sus pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: No temáis, decid a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán. Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Estos se reunieron con los ancianos y acordaron en Consejo dar una fuerte suma de dinero a los soldados, advirtiéndoles: Digan que sus discípulos fueron de noche y robaron su cuerpo mientras ustedes dormían. Y si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros lo convenceremos y responderemos por ustedes. Los soldados tomaron el dinero e hicieron lo que les habían dicho. Y ésta es la versión que ha corrido entre los judíos hasta hoy.

 

Especial Pascua de Resurrección

Pascua de Resurrección, en pps

La Resurrección del Señor

La Resurrección del Señor, en mp3, recitada por la autora

Mañana de Pascua

Mañana de Pascua, en mp3, recitada por la autora

Biznagas luminosas

Biznagas luminosas, en mp3, recitada por la autora

Discípulo

Discípulo, en mp3, recitada por la autora

Deseo

Deseo, en mp3, recitada por la autora

A Cristo

A Cristo, en mp3, recitada por la autora

(Día 22, abril, martes, Jn 20,11-18. Santa María, Madre de la Compañía de Jesús)

 

Juan 20,11-18 -"He visto al Señor" - En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto." Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabia que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?" Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."" María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto".

 

Evangelio de San Juan - Cap. XX y poesías sobre su texto

Mañana de Pascua

Mañana de Pascua, en mp3, recitada por la autora

Hombre y Dios

Hombre y Dios, en mp3, recitada por la autora

Te cantan hoy mis cítaras templadas

Te cantan hoy mis cítaras templadas, en mp3, recitada por la autora

Discípulo

Discípulo, en mp3, recitada por la autora

Virgen María

(Día 23, abril, miércoles, Lc 24,13-35)

Lucas 24,13-35 - "Lo reconocieron al partir el pan" - El mismo día de la resurrección, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús. Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos estaban tan cegados, que no eran capaces de reconocerlo. El les dijo: ¿Qué es lo que vienen conversando por el camino?. Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les preguntó: "¿Qué?". Ellos respondieron: Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. ¿No sabes que los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran? Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel. Y, sin embargo, ya hace tres días que ocurrió esto. Es cierto que algunas de nuestras mujeres nos han sorprendido, porque fueron temprano al sepulcro y no encontraron su cuerpo. Hablaban incluso de que se les habían aparecido unos ángeles que decían que está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y hallaron todo como las mujeres decían; pero a él no lo vieron. Entonces Jesús les dijo: ¡Qué torpes son para comprender, y qué duros son para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías sufriera todo esto para entrar en su gloria?.Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que decían de él las Escrituras. Al llegar al pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le insistieron diciendo: Quédate con nosotros, porque es tarde y está anocheciendo. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a ellos. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Jesús desapareció de su lado. Y se dijeron uno a otro: ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?. Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

 

Cuarenta días de sublime presencia

Cuarenta días de sublime presencia, en mp3, recitada por la autora

Caminando a Emaús, yo te añoraba

Caminando a Emaús, yo te añoraba, en mp3, recitada por la autora

Alquimia del amor

Los dígitos del barro

Los dígitos del barro, en mp3, recitada por la autora

Existir

Existir, en mp3, recitada por la autora

Poesías eucarísticas

Gotas de fe

Especial Pascua de Resurrección

Tengo fe

Tengo fe, en mp3, recitada por la autora

A Cristo

A Cristo, en mp3, recitada por la autora

Tu amor

Tu amor, en mp3, recitada por la autora

Pascua de Resurrección, en pps

(Día 24, abril, jueves, Lc 24,35-48. Nuestra Señora del Buen Consejo

Lucas 24, 35-48 - "Está escrito que Cristo tenía que padecer y tenía que resucitar de entre los muertos al tercer día" - En aquel tiempo los discípulos contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban comentando lo sucedido, cuando el mismo Jesús se presentó en medio y les dijo: La paz esté con vosotros.
Espantados y llenos de miedo, creían ver un fantasma.
Pero él les dijo: ¿De qué os asustáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Ved mis manos y mis pies; soy yo en persona. Tocadme y convenceos de que un fantasma no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
Y dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como se resistían a creer por la alegría y el asombro, les dijo: ¿Tenéis algo de comer?.
Ellos le dieron un trozo de pescado asado. El lo tomó y lo comió delante de ellos. Después les dijo: Cuando aún estaba entre vosotros os dije que era necesario que se cumpliera todo lo escrito sobre mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
Entonces les abrió la inteligencia para que comprendieran las Escrituras. Y añadió: Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se anunciaría a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, la conversión y el perdón de los pecados. Vosotros sois testigos de estas cosas.

 

Cuarenta días de sublime presencia

Cuarenta días de sublime presencia, en mp3, recitada por la autora

Tu amor

Tu amor, en mp3, recitada por la autora

Brisa, música y flor

Brisa, música y flor, en mp3, recitada por la autora

Acércate, Señor

Acércate, Señor, en mp3, recitada por la autora

Alianza del silencio

Hágase tu voluntad

¡Hágase tu voluntad!, en mp3, recitada por la autora

Dame tu luz

Dame tu luz, Señor, en mp3, recitada por la autora

Lúcido vacío

Lúcido vacío, en mp3, recitada por la autora

Espíritu inmortal

Espíritu inmortal, en mp3, recitada por la autora

Discípulo

Discípulo, en mp3, recitada por la autora

Pequeña semilla

El viento del sur

El viento del sur, en mp3, recitada por la autora

Biznagas luminosas

Biznagas luminosas, en mp3, recitada por la autora

Especial Pascua de Resurrección

Ha llegado la hora

Ha llegado la hora, en mp3, recitada por la autora

Él es...

Él es..., en mp3, recitada por la autora

Tengo fe

Tengo fe, en mp3, recitada por la autora

Pascua de Resurrección, en pps

Virgen María

(Día 25, abril, viernes, Jn 21,1-14. Fiesta de Marcos, evangelista)

 Juan 21,1-14 - "Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado" - En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro dice (a Tomás, Natanel, los Zebedeos y otros dos): "Me voy a pescar". Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo". Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: "Muchachos, ¿tenéis pescado?". Ellos contestaron: "No". Él les dice: "Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis". La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor". Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: "Traed de los peces que acabáis de coger". Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: "Vamos, almorzad". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

 

Red de amor

Red de amor, en mp3, recitada por la autora

Cuarenta días de sublime presencia

Cuarenta días de sublime presencia, en mp3, recitada por la autora

Caminando a Emaús, yo te añoraba

Caminando a Emaús, yo te añoraba, en mp3, recitada por la autora

Antiguos paisajes

Antiguos paisajes, en mp3, recitada por la autora

Llegaste

Llegaste, en mp3, recitada por la autora

Alquimia del amor

Algarabía

Algarabía, en mp3, recitada por la autora

Poesías eucarísticas

Evangelio de San Juan, Capítulo XXI y poesías sobre su texto

Ensoñación

Ensoñación, en mp3, recitada por la autora

El viento del sur

El viento del sur, en mp3, recitada por la autora

(Día 26, abril,  sábado, Mc 16,9-15)

Marcos 16,9-15 - "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio" - Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación".

 

Especial Pascua de Resurrección

Pascua de Resurrección, en pps

Mañana de Pascua

Mañana de Pascua, en mp3, recitada por la autora

Cuarenta días de sublime presencia

Cuarenta días de sublime presencia, en mp3, recitada por la autora

Caminando a Emaús, yo te añoraba

Caminando a Emaús, yo te añoraba, en mp3, recitada por la autora

Gotas de fe

(Día 27, abril, domingo, Jn 20,19-31) Domingo de la Divina Misericordia

Nuestra Señora de Motserrat

 

Juan 20,19-31 - "A los ocho días, llegó Jesús" - Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos".

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo".

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomas con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto"

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

 

Evangelio de San Juan - Cap. XX y poesías sobre su texto

Especial Pascua de Resurrección

Discípulo

Discípulo, en mp3, recitada por la autora

A Cristo

A Cristo, en mp3, recitada por la autora

Tengo fe

Tengo fe, en mp3, recitada por la autora

Nuestra Señora de Montserrat

Nuestra Señora de Montserrat en mp3, recitada por la autora

(Día 28, abril, lunes, Jn 3,1-8)

Juan 3,1-8 - "El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios" - Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo: "Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él". Jesús le contestó: "Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios". Nicodemo le pregunta: "¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?". Jesús le contestó: "Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: "Tenéis que nacer de nuevo"; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu".

 

(Día 29, abril, martes, Mt 11,25-30. Santa Catalina de Siena. Patrona de Europa)

Mateo 11,25-30 - En aquella ocasión Jesús exclamó: "Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado. Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer. Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana"

 

Tu voz

Tu voz, en mp3, recitada por la autora

Tu sonido

Antiguos paisajes

Antiguos paisajes, en mp3, recitada por la autora

Llegaste

Llegaste, en mp3, recitada por la autora

Alquimia del amor

Algarabía

Algarabía, en mp3, recitada por la autora

Ensoñación

Ensoñación, en mp3, recitada por la autora

El viento del sur

El viento del sur, en mp3, recitada por la autora

El sacerdote

Discípulo

Discípulo, en mp3, recitada por la autora

(Día 30, abril, miércoles,  Jn 3,16-21)

Juan 3,16-21 - "Dios mandó su Hijo para que el mundo se salve por él" - Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

 

Evangelio de San Juan - Cap. III: Jn 3,1-36, y poesías sobre su texto

Tengo fe

Tengo fe, en mp3, recitada por la autora

Alianza del silencio

Peregrino de frutos y semillas

Peregrino de frutos y semillas, en mp3, recitada por la autora

Te cantan hoy mis cítaras templadas

Te cantan hoy mis cítaras templadas, en mp3, recitada por la autora

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