De: Tu nieto

Enviado el: 1 de diciembre

Número: 90

Para: Mi abuelo

Asunto: Tu cumpleaños y puente

 

El día 27 fui al cementerio y puse flores en la tumba de la abuela, le dije que las ponía de tu parte. También ofrecí la misa por ella. Sé que está en el cielo porque era muy buena y muy religiosa, además hemos ganado indulgencias para su alma.

 

Hay un puente que voy a aprovechar para ir a verte. Estaré ahí desde el día 3 al 10 de diciembre, dejaré algunas clases, pero te acompañaré en el día de tu cumpleaños y tu santo. El 6 es el Día de la Constitución Española y el 8, de la Inmaculada Concepción, día del cumpleaños y santo de la abuela.  Lo pasaremos juntos. También el día 8 es el santo de mi hermana, ya dejé un regalo para ella, se lo di a mi madre para que se lo entregue en su día. No creo que mi hermana me eche mucho de menos, prefiere celebrarlo con sus amigas.

 

Mis amigos querían que fuésemos de puente a la Costa del Sol. Les dije que no me iba porque el día 8 quería estar contigo por ser el santo y el cumpleaños de la abuela. Me preguntaron cual era su santo y les dije que era el día de la Inmaculada Concepción. Con este motivo surgió una discusión, unos dijeron que la Virgen no podía cometer pecado, que no era una virtud propia de ella el ser pura, pues había nacido así. Yo argumenté que Eva también había nacido sin pecado y que, no obstante, cometió el pecado más grande, el pecado que nos echó del paraíso. Quedaron convencidos de que la Virgen podía pecar como todos nosotros.

 

Lucero estará muy grande. Disfrutaré con él y pasearé por el campo. Estoy harto de tanto cemento, de tanta polución y de tanto coche.

 

Besos, tu nieto

De: Tu abuelo

Enviado el: 12 de diciembre

Número: 91

Para: Mi nieto

Asunto: Adviento. El árbol. Papá Noel. y otras cosas

 

¡Cómo me alegró tu visita! Fue un buen cumpleaños, gracias a ti.

 

Pronto celebraremos la venida de Jesús. Ahora estamos en el tiempo de espera, en Adviento. Esta palabra viene del latín adventus, que significa venida, llegada (Adventus Redemptoris, “venida del Redentor”). Nos preparamos espiritualmente para recibirle. Es un tiempo de esperanza, de arrepentimiento, de perdón y de alegría. Con el Adviento se inicia el año litúrgico, que comienza el domingo siguiente a la solemnidad de Cristo Rey. El papa Gregorio Magno propuso para el Adviento una extensión de cuatro semanas, duración que prevaleció. Comprende dos períodos, el primero nos invita a vivir con alegría la esperanza en la venida del Señor y a reconciliarnos con el Señor (tanto para la primera venida como para la segunda al final de los tiempos), el segundo es la aceptación de su venida y la espera de la gran fiesta, de la Navidad. El color litúrgico es el morado, que significa penitencia. Las figuras principales del Adviento son: Isaías (que espera la salvación), Juan bautista (que prepara la salvación) y la Virgen María (Virgen de la esperanza y Madre del Salvador). En estas fechas se debe recordar el pasado, vivir el presente y preparar el futuro.

 

Seguramente has visto en algunos sitios la corona de Adviento, es una corona de ramas de pino, o abeto, con cuatro velas, una por cada domingo. La corona se bendice y se enciende una vela cada domingo, empezando por el primero de Adviento. Al encender cada vela se hace una oración. La corona tiene sus raíces en los pueblos germanos, antes de la llegada Cristo, las hojas perennes y las velas encendidas significaban la persistencia de la vida en mitad del duro invierno, el ciclo eterno de las estaciones y la esperanza de la primavera. Posteriormente se le aplicó un sentido religioso, la corona es un círculo que nos recuerda que Dios no tiene principio ni fin, es eterno, y las velas que Jesús es la luz eterna. A cada una de las cuatro velas se le asigna una virtud: la primera, el amor y el arrepentimiento; la segunda, la paz y la promesa de la venida del Salvador; la tercera, la tolerancia y el amor de Jesús por los hombres,  y la cuarta, la fe y la llegada de Cristo a los corazones. La primera, segunda y cuarta vela son de color morado, que representa el espíritu de vigilia, penitencia y sacrificio. La vela rosada (color resultante de la mezcla del morado con el blanco), se enciende el tercer domingo, representa el gozo ante la cercanía del nacimiento del Señor y la alegría de la Virgen María. En algunas coronas todas las velas son de color rojo para recordar el amor de Dios a los hombres y, como símbolo del espíritu navideño, suele añadirse una cinta roja que representa nuestro amor y el amor de Dios que nos envuelve. A veces, en el centro, se pone una vela blanca, color de la pureza, que se enciende el día de Navidad, y representa a Cristo como centro de todo cuanto existe y luz del mundo. En algunas coronas se colocan manzanas rojas, en recuerdo de los frutos del paraíso, del pecado de nuestros primeros padres y de la promesa de la salvación.

 

Es triste ver que estas fiestas están adquiriendo un sentido pagano. Sólo se piensa en comprar regalos y en banquetes. Se está olvidando el verdadero sentido de la Navidad. Lo peor es que el consumismo y la tergiversación del significado de estas fiestas lo promueven los gobernantes y los comerciantes. Incluso se ha llegado a prohibir cantar villancicos y poner el Belén. Debemos mantener el espíritu navideño que indica el Calendario Romano, actualmente en vigor, como un tiempo de esperanza gozosa: "el tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre".

 

Sé que en tu casa se pone un Belén y se mantienen las costumbres de nuestros antepasados, y también el árbol.

 

Los primeros cristianos, al llegar al norte de Europa, observaron que celebraban al dios de la lluvia, del sol naciente y de la fertilidad, adornando un árbol cuyo significado era el universo y en cuya copa estaba la morada de los dioses y el palacio del dios de la sabiduría, la guerra y la muerte, así como también el dios de la magia, la poesía, la profecía, la victoria y la caza; en las raíces del árbol estaba el reino de los muertos. El origen de la idea del árbol de Navidad, en las celebraciones católicas, radica en el momento en que San Bonifacio evangelizó Alemania, en el siglo VIII; se dirigió al Norte de Europa para evangelizar y se encontró con costumbres paganas, como el culto en torno al Roble de Thor, donde se realizaban sacrificios humanos. Cuando se efectuaba la ceremonia de un sacrificio humano ante el roble, San Bonifacio liberó a la víctima, se apoderó del hacha que iba a usarse en el sacrificio y cortó a hachazos el roble. Los asistentes a la ceremonia quedaron estupefactos, llenos de temor, y, al no producirse la venganza de Thor, pensaron que el dios de Bonifacio era más poderoso, por lo que los presentes se bautizaron en ese momento. Junto a las raíces del roble apareció un pequeño abeto, que Bonifacio entendió era un regalo de Dios y así se lo hizo saber a los que allí estaban, les dijo que era un árbol de hojas siempre verdes, no se caían y representaban el amor de Dios. El abeto (o bien el pino), en un principio, se adornaba con manzanas, que simbolizaban el pecado original y las tentaciones, y las velas, la luz de Cristo. Poco a poco se pusieron adornos diversos: bolas de colores, estrellas, lazos, cajitas, etc. Más adelante, a los pies del árbol, se pusieron los regalos, tanto en Navidad, por medio de Papá Noel, como en Reyes Magos. Desde el momento en que San Bonifacio reconoció el abeto como regalo de Dios, su uso se popularizó en las casas alemanas y de ahí pasó a Inglaterra por medio del príncipe Alberto (esposo de la reina Victoria), cuya costumbre importó de su Alemania natal.

 

El nombre de Papá Noel, viene de “noël”, que significa “Navidad” en francés. Santa Claus, que reparte los juguetes el 25 de diciembre, representa al obispo llamado Nicolás, que vivió en el siglo IV, en Turquía. Era muy admirado por los cristianos de la Edad Media y se conservan sus reliquias en la basílica de San Nicolás, en Bari, Italia. En esta ciudad se lograron muchos milagros por su mediación y su fama se extendió por toda Europa. Repartió sus bienes entre los necesitados e hizo muchas buenas obras. Se cuentan varias historias sobre sus milagros, por ejemplo que rezando curó a unos niños de las puñaladas que habían recibido y que, entrando por una ventana, puso tres bolsas con monedas de oro dentro de los calcetines de tres jóvenes para que pudieran pagar la dote para casarse. Se dice que San Nicolás llegó a Holanda, desde España, a bordo de un barco y, una vez en tierra, galopó en un caballo llamado “Amerigo”. Seguramente, a la llegada de los holandeses a América, donde fundan, en 1625, la ciudad de Nueva Amsterdam y que hoy tiene el nombre de Nueva York, se extendió la costumbre de celebrar la fiesta de San Nicolás, que los americanos transformaron en Santa Claus.

 

El dibujante alemán Thomas Nast fue el primero que dibujó a Santa Calus con un aspecto parecido al de ahora, se piensa que para el traje rojo se basó en las vestimentas de los obispos. A finales del siglo XIX se le dio un medio de transporte guiado por renos, el origen de esta idea se debe a un anuncio navideño de la Compañía Lomen. En el siglo XX, en 1931, Coca-Cola encargó al pintor Habdon Sundblom que humanizara la figura de Santa Claus para uno de sus anuncios, e hizo un gordo bonachón vestido de rojo y blanco, como ya lo había hecho Thomas Nast.

 

Yo prefiero los Reyes Magos, que llegan el día 6 de enero. En España se han celebrado desde hace siglos. Representan a los magos que, llegados de países extranjeros guiados por una estrella, visitaron a Jesús en el pesebre y le llevaron oro, incienso y mirra. La fuente de la tradición viene del Evangelio de San Mateo: “Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?”. “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”. La palabra “magos” tiene su origen en la persa “magù”, y esta proviene del griego “magos”. En el Libro de Isaías vemos la referencia que hace sobre los mago como reyes y sobre qué aportan sus regalos: “Reyes serán sus tutores y sus princesas nodrizas tuyas. Rostro en tierra se postrarán ante ti, y el polvo de tus pies lamerán” (Is. 49,23). “Tú entonces al verlo, te pondrás radiante, se estremecerá y se ensanchará tu corazón, porque vendrán a ti los tesoros del mar, las riquezas de las naciones vendrán a ti. Un sin fin de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá” (Is. 60,5-6).“Todos ellos de Saba vienen portadores de oro e incienso y pregonando alabanzas a Yahveh” (Is. 60,6). San Mateo escribió: “Abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra” (Mt. 2, 11). Tertuliano, en su obra Contra Marción (3,13), los califica como de estirpe real. Orígenes fue el primero en manifestar que los magos eran tres. Sobre los regalos que hacen al Niño Jesús (oro, incienso y mirra), San Ireneo, en su obra Adversus haereses, escribió: “Por medio de sus dones mostraban quien era aquél a quien se debía adorar: le ofrecieron mirra porque tenía que morir por el género humano; oro porque es rey y su reino no tendría fin; incienso porque es Dios” (3,9).

 

Los nombres de los reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, no se encuentran en los textos bíblicos, se les nombra así en un libro apócrifo conocido como el Evangelio Armenio de la Infancia de Cristo: “...he aquí que los magos de Oriente, que habían salido de su país hacía nueve meses, y que llevaban consigo un ejército numeroso, llegaron a la ciudad de Jerusalén. Y aquellos reyes de los magos eran tres hermanos. El primero era Melkón, rey de los persas; el segundo, Gaspar, rey de los indios; y el tercero, Baltasar, rey de los árabes… El primer rey, Melkón, aportaba, como presentes, mirra, áloe, muselina, púrpura, cintas de lino, y también los libros escritos y sellados por el dedo de Dios. El segundo rey, Gaspar, aportaba, en honor al niño, nardo, cinamomo, canela e incienso. Y el tercer rey, Baltasar, traía consigo oro, piedras preciosas, perlas finas y zafiros de gran precio (Capítulo XI, 1-2).

 

Las reliquias de los reyes magos se veneran en la catedral de Colonia (Alemania).

 

Como sabes, en mi casa no pongo regalos el día de Papá Noel, solamente el día de los Reyes Magos. Dime lo que quieres que los Reyes te pongan en mi casa. Habrá algo que desees y, si puedo, te lo compraré. Ya sé lo que voy a regalar a tus hermanos.

 

El día 13 fue el cumple y el santo de tu tía Lucía. Sé que lo celebrasteis. Necesita estar acompañada y sentir el calor de nuestro cariño. Ahora pasa malos momentos.

 

Te quiero mucho, tu abuelo.


 

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