De: Tu nieto

Enviado el: 24 de noviembre

Número: 84

Para: Mi abuelo

Asunto: El destino. El cielo

 

Me alegra que vengas para Navidad y que te quedes aquí. Confío en que sean muchísimos años los que podamos disfrutar de estar cerca.

 

Como dices en tu mensaje, el destino final deseado por Dios es que vayamos al cielo. Pero ¿quién sabe cómo es el cielo? No ha regresado nadie de la muerte para decírnoslo.

 

Hay libros en los que se recogen las experiencias de personas clínicamente muertas que han regresado a la vida y que han estado en el cielo. Cuentan que el cielo es un sitio maravilloso, lleno de luz, al que acceden después de pasar un túnel. Puede ser verdad o un espejismo. ¿Qué hay en realidad después de la vida? Los ateos dicen que no queda nada, otros que no lo saben, pero los cristianos creen en la vida eterna, y yo quiero creerlo con seguridad, sin dudas.

 

Abuelo, te hago preguntas continuamente porque sé que me atiendes con gusto y porque tienes tiempo suficiente. Te lo agradezco, son muy útiles tus respuestas y, como te dije, las guardo para releerlas en su momento.

 

Así que, dime qué se supone es el cielo.

 

Te quiere, tu nieto

De: Tu abuelo

Enviado el: 25 de noviembre

Número: 85

Para: Mi nieto

Asunto: El cielo y la existencia del alma

 

Comprendo tu interés en este asunto. Es una pregunta que todos nos hacemos. Job (Job 14:1-2, 14), también hizo esta pregunta: “El hombre nacido de mujer, corto de días y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece...si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?”.

 

El ser humano está formado por materia y espíritu; por dos realidades, una corporal y otra espiritual, en completa unidad. La filosofía aristotélica-tomista lo explica claramente, según esta filosofía el alma y el cuerpo actúan en consonancia, el alma necesita del cuerpo a través de su funcionamiento para expresar los sentimientos y de los sentidos para obtener información. El alma puede existir con el cuerpo, el cuerpo no puede existir sin el alma, el cuerpo es perecedero pero el alma es incorruptible e inmortal. Dice Aristóteles que el alma es aquello por lo que vivimos, sentimos y pensamos. Eugene Luther Gore Vidal, estadounidense, candidato al Premio Nobel de Literatura, dijo: “El alma proviene directamente del Sabio Señor. La carne es materia. Aunque la primera se establece en la segunda, no son iguales. La primera es eterna; la segunda, transitoria”.

 

Por el alma el hombre tiene capacidad de abstracción, de autorreflexión, tiene voluntad y libertad para actuar.

 

Según el Nobel de medicina de 1981, Roger Sperry, “nuestra interpretación de los hechos tiende a devolver a la mente su antigua posición privilegiada sobre la materia, porque muestra que los fenómenos mentales trascienden los de la fisiología y la bioquímica”

 

Un ejemplo de la existencia del alma en el hombre es que los animales no tienen capacidad de abstracción, sólo capacidad de experiencia para reaccionar ante un determinado hecho. El ser humano tiene esta capacidad, que es consecuencia del espíritu. Según el DRAE, abstraer es: “Separar por medio de una operación intelectual las cualidades de un objeto para considerarlas aisladamente o para considerar el mismo objeto en su pura esencia o noción”. No se ha visto nunca a un animal manifestándose o haciendo huelga contra una idea, sin embargo el hombre toma parte y tiene voluntad para realizar actos no instintivos.

 

En la Biblia (Génesis 2,7) se dice: “Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. Hay muchos pasajes de la Biblia, en el Antiguo y el Nuevo Testamento, en los que se menciona el alma. Así, San Pablo, en la carta 1 Corintios 6,19, escribe: “¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios? Y no os pertenecéis, pues habéis sido comprados a buen precio. Por tanto,  ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!”.

 

El alma no muere cuando muere el cuerpo. La pregunta que todos nos planteamos es ¿a dónde va el alma? Para los seguidores de Cristo el alma va al cielo, al purgatorio o al infierno. En otras religiones se cree en su reencarnación o que va a un cielo diferente según cada creencia.

 

El Catecismo de la Iglesia Católica, en el punto 1023, dice. “Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven "tal cual es" (1 Jn 3, 2), “cara a cara” (1 Co 13, 12; Ap 22, 4). Y en el punto 1024: “El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha”. Así es el cielo para los católicos. Jesús habla de “recompensa en los cielos” (Mt 5, 12) y exhorta a “amontonar tesoros en el cielo” (Mt 6, 20; 19, 21). San Juan, en el Apocalipsis, 21:3-4, dice: “Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: ¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”.

 

En el párrafo anterior, siguiendo el Catecismo de la Iglesia Católica, está la definición de cielo. El purgatorio lo define en el punto 1030: “Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo”. El infierno, en el punto 1033: “Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno”.

 

Jesús dijo (Juan 11,25-26): “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”. Y en Juan 6,40, leemos: “Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día”

 

Para San Juan Crisóstomo, "la muerte es el viaje a la eternidad".

 

Lee el Capítulo III, Artículo 12 de la Primera Parte del Catecismo de la Iglesia Católica: “Creo en la vida eterna” (1020-1065). Medítalo.

 

El estudio sobre las realidades últimas, sobre la vida después de la muerte del cuerpo, se llama Escatología Particular o post mortem. Cada religión tiene su interpretación escatológica, aunque algunas no tienen una escatología concreta.

 

Palabras del Papa Francisco en el ángelus del día 10 de noviembre de 2013: “¡No es esta vida la que hace referencia a la eternidad, sino es la eternidad que ilumina y da esperanza a la vida terrenal de cada uno de nosotros! Si miramos sólo con el ojo humano, estamos llevados a decir que el camino del hombre va de la vida hacia la muerte. Jesús vuelca esta perspectiva y afirma que nuestra peregrinación va de la muerte a la vida: ¡la vida plena! Por lo tanto la muerte está detrás, a la espalda, no delante de nosotros. Delante de nosotros está el Dios de los vivos, está la derrota definitiva del pecado y de la muerte, el inicio de un tiempo nuevo de alegría y de luz sin fin”.

 

Respecto al cielo, San Pablo, que pudo vislumbrar el cielo, afirma que los cristianos vivimos “expectantes beatam spem” (con bienaventurada esperanza), y en su carta a los Corintios (2a. Cor.12, 2-4 y 1a. Cor. 2,9) dice “ni el ojo vio, ni el oído escuchó, ni el corazón humano puede imaginar lo que tiene Dios preparado para aquéllos que le aman”. Y en 1ª Corintios 15:20-22, “los que hemos sido adoptados en la familia de Dios a través de la fe en Jesucristo, recibiremos vida nueva”. En 1ª Corintios 6:14, “así como Dios levantó el cuerpo de Jesús, así nuestros cuerpos serán resucitados cuando vuelva Jesús”.

 

En el Evangelio de San Lucas, 20,27-38, encontramos un párrafo en el que se dice algo sobre cómo lo viviremos: “En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos”.

 

Jesucristo, para describir el sitio que nos tiene destinado en el cielo, dijo que en él hay muchas “mansiones”. El evangelio de Juan, 14,2-3, recoge las palabras de Cristo: "En la Casa de mi Padre hay muchas mansiones, y voy allá a prepararos un lugar. Y cuando me haya ido y os haya preparado un lugar, volveré otra vez y os llevaré junto a mí, para que donde yo esté, estéis también vosotros".

 

En resumen, mi opinión sobre el cielo es la misma que la citada del Papa Francisco, “el inicio de un tiempo nuevo de alegría y de luz sin fin”.

 

No hay que olvidar que también existen el purgatorio y el infierno. Son dogmas de fe. En el Apocalipsis, 21, 27b, vemos que al cielo no entrará nada manchado.  Las almas que van al purgatorio no están condenadas eternamente, permanecen allí hasta ser purificadas. Sufren por estar alejadas de la presencia y de la gloria de Dios. Las que van al infierno están condenadas eternamente y su tormento es la separación de Dios para siempre.

 

Actualmente no se quiere reconocer la existencia del infierno, pero existe. Te hablé del infierno en un mensaje anterior. Jesucristo habla del infierno en los siguientes pasajes del Evangelio: Mt. 13,41-42, "El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente. Allí no habrá más que llanto y rechinar de dientes”; Mt.25,30, "y a ese servidor inútil, échenlo a la oscuridad de afuera: allí será el llorar y el rechinar de dientes”; Mt. 25, 41, "¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles!”; Mt.13,30b, “…diré a los segadores; arrancad primero la cizaña y atarla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”.

 

En una de las apariciones de la Virgen de Fátima a los pastores, les mostró el infierno. Igualmente mostró el purgatorio y el infierno a otros santos.

 

En el momento de la muerte hay un juicio llamado “particular” y al final de los tiempos el “juicio universal”. San Juan de la Cruz dijo, sobre el juicio particular, que a la tarde te examinarán del amor.

 

Te copio la parte del libro Apocalipsis (20:10-15) que espero te gustará leer: “Entonces el diablo, el seductor, fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde ya se encontraban la bestia y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. Luego vi un trono grande y espléndido y a uno que estaba sentado en él; el cielo y la tierra huyeron al verlo sin que quedaran huellas de ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante el trono, mientras eran abiertos unos libros. Luego fue abierto otro, el libro de la vida. Entonces fueron juzgados los muertos de acuerdo con lo que está escrito en esos libros, es decir, cada uno según sus obras. El mar devolvió los muertos que guardaba, y también la Muerte y el Lugar de los muertos devolvieron los muertos que guardaban, y cada uno fue juzgado según sus obras. Después la Muerte y el Lugar de los muertos fueron arrojados al lago de fuego: este lago de fuego es la segunda muerte. Y todo el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego”.

 

Confío en que te haya respondido a lo que me preguntas, aunque sería necesario que tú te informaras más a fondo, son temas interesantes que todas las personas deberían saber.

 

Hace tiempo que no te interesas por Lucero. Está más grande y fuerte.

 

Besos, tu abuelo

 

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