De: Tu nieto
Enviado el: 20 de Julio
Número: 50
Para: Mi abuelo
Asunto: Ha muerto un chico de mi curso
Abuelo, estoy roto, traumatizado, hoy me ha llamado un amigo y me ha dicho que ha muerto un estudiante de mi curso, fue en un accidente, creo que iba conduciendo tranquilamente cuando se le echó encima una furgoneta. Murió en el acto, no sufrió. Menos mal…
No comprendo que en un instante se acabe todo. Era un buen chico y un buen estudiante. Como todos nosotros tendría ilusiones, proyectos, esperanzas. Se había esforzado en el estudio ¡PARA NADA! Sus padres y familiares estarán destrozados. ¿Por qué Dios lo permite? Tenía toda una vida por delante. ¡NO! ¡NO LO ENTIENDO! Estoy conmocionado. No encuentro sentido alguno a esta muerte. Además ahora, en vacaciones, cuando podía disfrutar…
Tengo un montón de dudas, no dejo de darle vueltas a la cabeza.
Dijiste en tu último mensaje que Dios no deja que se condenen sus hijos. Confío en que él vaya al cielo. No le ha dado ocasión de confesarse, pero creo en la misericordia de Dios. Rezo por él. Encargaremos una misa por su alma. ¿Valdrá lo suficiente la misa para su salvación? Mi compañero estaba bautizado, por lo que es hijo de Dios y Él no permitirá se pierda uno de sus hijos.
Pienso y pienso y me rebelo. No encuentro respuesta. Pienso en él, en sus padres, en su familia, en sus amigos, en su existencia en la tierra, truncada tan pronto. ¿Para qué luchar en la vida? ¿Para qué nacer? Todo es efímero. ¡No somos nada!
Perdona, abuelo, que me desahogue contigo, pero tú siempre me escuchas. Me ayudas mucho.
Besos, tu nieto.

De: Tu abuelo
Enviado el: 22 de julio
Número: 51
Para: Mi nieto
Asunto: La muerte y el dolor
Siento mucho la muerte de tu compañero de curso y tu dolor.
Dices que no lo comprendes porque era muy joven. La muerte está siempre presente, moriremos cuando llegue nuestra hora. “Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: su tiempo el nacer, y su tiempo el morir” (Eclesiastés 3, 1).
Tu compañero cumplió su misión en la tierra. Todos nacemos para un fin. No sabemos cual es el plan de Dios, pero ten la seguridad de que lo realizó. Ahora su alma está en el cielo gozando de la felicidad eterna y resucitará. Dios "no es un Dios de muertos sino de vivos" (Mc 12, 27). El alma, dependiendo de si conoció y reconoció a Jesucristo como su Dios y salvador (Romanos 10:9), se va a un lugar de reposo a la espera de la segunda venida de Jesucristo (1 Tesalonicenses 4:16).
Leí, en algún libro, que los niños que estaban en los campos de concentración alemanes y destinados a morir, habían pintado mariposas en las paredes. La mariposa es un símbolo de la vida después de la muerte.
Dices que tu compañero estaba bautizado. Por el bautismo el Espíritu Santo habita en el alma. Como dicen las Escrituras: “Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros” (Rm 8, 11; 1 Ts 4, 14; 1 Co 6, 14; 2 Co 4, 14; Flp 3, 10-11). Lo decimos en el Credo, creemos en la resurrección de los muertos y en la vida eterna.
"La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella" (Tertuliano, De resurrectione mortuorum 1, 1).
El nº 1009 del Catecismo de la Iglesia Católica dice: “Jesús, el Hijo de Dios, sufrió también la muerte, propia de la condición humana. Pero, a pesar de su angustia frente a ella (Mc 14, 33-34; Hb 5, 7-8), la asumió en un acto de sometimiento total y libre a la voluntad del Padre. La obediencia de Jesús transformó la maldición de la muerte en bendición (Rm 5, 19-21)”. Y en el nº 1010: “por el Bautismo, el cristiano está ya sacramentalmente muerto con Cristo, para vivir una vida nueva”. En el 1011: “En la muerte, Dios llama al hombre hacia sí. Por eso, el cristiano puede experimentar hacia la muerte un deseo semejante al de san Pablo: Deseo partir y estar con Cristo" (Flp 1, 23)”.
Los cristianos, los que siguen a Cristo e incluso los que no le siguen, como los judíos, los musulmanes y otros, creen en la resurrección. En el Antiguo Testamento se revela la esperanza en la vida eterna, que culmina en Jesucristo, con su reanuncio y su resurrección.
También Platón (427 - 347 a. c.) dice: “Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo”. Explica que el alma siente nostalgia (eros, amor) del mundo del que proviene, de su verdadera morada y que volverán a su casa cuando quede libre del lastre de la materia (del cuerpo). Mahatma Gandhi: “Si la muerte no fuera el preludio a otra vida, la vida presente sería una burla cruel”.
Siguiendo el pensamiento de Moliere, “la muerte es el remedio de todos los males”, tu compañero ha dejado de padecer en este mundo, en este “destierro”. ¡Quién sabe lo que le ocurriría en el futuro! Nuestra estancia en la tierra, que es efímera, es una continua lucha y un continuo desasosiego. No sabemos lo que nos sucederá. La muerte nos acecha en cada momento, así como la enfermedad, el dolor del alma, y otros muchos males. Hay instantes felices, pero siempre con el peso de la incertidumbre y del miedo. Más tarde o más temprano todos moriremos. Recuerdo una frase de Camilo José Cela, “la muerte es dulce; pero su antesala, cruel”. Y vivimos siempre en la antesala… San Agustín de Hipona dijo: “Dios nos hizo para Él, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Él”. Santa Teresa escribió una bella poesía en la que dice: “Muero porque no muero”, grande era su deseo de encontrarse con Dios.
Piensa en estas cosas y ten conformidad. Acepta e intenta comprender los designios de Dios.
Me ha llamado siempre la atención la necesidad de inmortalidad que tiene el ser humano. Desde los primeros tiempos se han construido monumentos funerarios con la certeza de la vida después de la muerte, incluso se han puesto en las tumbas alimentos y objetos personales para los muertos. Un buen pensamiento de Rabindranath Tagore: “La muerte no es apagar la luz, sino apagar la lámpara porque ha llegado el alba”.
Me gusta que te desahogues conmigo. Sabes que puedes decirme lo que quieras, siempre te escucharé.
Anímate, no pienses que la vida, corta o larga, no tiene un sentido. La vida de tu amigo ha tenido su propio sentido, al igual que su muerte. Toda vida humana tiene una misión en el plan de Dios, por eso debe ser respetada desde su concepción hasta su final. También debe ser aceptado el plan de Dios. Jesucristo rezó, antes de ser crucificado, con la siguiente petición a su Padre: “Señor, que se haga tu voluntad y no la mía”.
Sé que ahora estás sufriendo, pero pasará este dolor. Los dolores del alma se curan con el paso del tiempo. Los dolores del cuerpo se soportan con medicación y con el conocimiento del valor salvífico del sufrimiento. Lee la Carta Apostólica Salvifici Doloris del Papa Juan Pablo II.
Besos, tu abuelo. |