Manual oficial de la Legión de María

Continuación

 
- 13 - ADMISIÓN DE SOCIOS

1. La Legión de María admite a todos los católicos que:
a) practiquen fielmente su religión;
b) estén animados del deseo de ejercer el apostolado seglar en las obras de la Legión;
c) estén dispuestos a cumplir con todos y cada uno de los deberes inherentes a la calidad de socio de la misma.

2. Las personas deseosas de pertenecer a la Legión de María deberán solicitar incorporarse a un praesidium.
 
3. Los candidatos menores de 18 años solo pueden ser recibidos en los praesidia juveniles (véase el cápitulo 36).

4. Nadie será admitido como candidato de la Legión de María, sino después de que el presidente del praesidium- en el que ha solicitado la admisión- se haya persuadido, tras cuidadosa investigación, de que dicha persona reúne las condiciones requeridas.

5. Antes de ser alistado en las filas legionarias, el candidato tendrá que pasar satisfactoriamente una prueba de tres meses mínimum; pero, durante este tiempo, y ya desde un principio -, podrá participar plenamente en las obras de la Legión.

6. A cada candidato se le dará un ejemplar de la téssera.

7. La incorporación plena se realiza mediante la promesa legionaria y con la inscripción del nombre del candidato en la lista de socios del praesidium. La fórmula de dicha promesa está consignada en el capítulo 15, y redactada de modo que se facilite su lectura.
Su eminencia monseñor Montini, después Papa Pablo VI, escribiendo en nombre de S.S. Pío XII, dice: "Esta promesa apostólica y mariana ha fortalecido a los legionarios en su lucha cristiana por todo el mundo, en particular a aquellos que están sufriendo persecución por la fe".
Su eminencia el cardenal León José Suenens ha escrito un comentario sobre la promesa bajo el título Teología del Apostolado, publicado en varias lenguas. Esta obra de inestimable valor debe estar en las manos de todo legionario. Igualmente, haría bien en leerla todo católico consciente de su responsabilidad, porque contiene una admirable exposición de los principios que rigen el apostolado cristiano.
a) Terminado satisfactoriamente- a juicio de la autoridad competente- el período de prueba, se notificará al candidato su admisión, por lo menos, con una semana de antelación; y, durante esta semana, el socio se familiarizará con el texto y el sentido de la promesa, para que al hacerla, la pueda leer expeditamente, conociendo bien lo que promete y prometiéndolo con sinceridad.
b) En la junta ordinaria del praesidium señalada para la admisión, rezada la catena, y estando todavía en pie todos los socios, se colocará el vexillum cerca del candidato, y éste tomando en su zquierda un ejemplar de la fórmula de la promesa, la leerá en voz alta, pronunciando su propio nombre en el lugar indicado; y, al empezar el tercer párrafo, pondrá la mano derecha sobre el asta del vexillum hasta terminar la lectura. Concluída ésta, si está presente el director espiritual, dará su bendición al nuevo legionario, y se anotará su nombre en el registro de socios.
c) A continuación, los miembros vuelven a sentarse, escuchan la allocutio, y la junta sigue su curso normal.
d) Si para dicha fecha no poseyera el praesidium un vexillum, el candidato tendrá en la mano un cuadro representativo del mismo. Puede servir la téssera.
 
8. Una vez juzgado apto, el candidato deberá hacer la promesa legionaria, sin dilación alguna. Podrían hacerla varios simultáneamente, pero no es de desear; pues una ceremonia como ésta, si participan muchos reviste para cada uno menos solemnidad que si se hace individualmente.

9. Para personas de temperamento muy sensible, la promesa así emitida podrá resultar una verdadera prueba; así y todo, son ellas quizás quienes más la aprovecharán, pues constituirá un acto más emotivo y serio, que imprimirá y sellará profundamente todo el porvenir de dichos legionarios.

10. La obligación de dar buena acogida a los candidatos, de instruirlos en sus deberes, y de alentarlos durante la prueba y después, incumbe de modo particular al vicepresidente; pero deberán cooperar todos.

11. Si un candidato, por cualquier motivo, no quiere hacer la promesa puede prolongársele el período de prueba por otros tres meses, y el praesidium tiene el derecho de retardar la promesa hasta asegurarse de la aptitud del candidato. Es también justo que el candidato tenga tiempo suficiente para llegar a una decisión. Pero, al terminar ese período adicional, el candidato tiene que hacer la promesa- sin restricciones mentales- o dejar el praesidium.
Si un miembro una vez hecha la promesa llega luego a estar disconforme con ella en su interior, tiene la obligación moral de abandonar la Legión.
La prueba y la promesa son la puerta de entrada en la Legión. Esa puerta debe ser custodiada con diligencia, para impedir que entren elementos no aptos, que rebajen las normas y empobrezcan el espíritu.

12. El director espiritual no tiene obligación de hacer la promesa; pero puede hacerla, y esto sería para el praesidium un gozo y un honor.

13. La fórmula de la promesa tiene que reservarse para su fin propio. No se usará como acto de consagración en el acies, ni en otras ocasiones. Pero los legionarios pueden usarla a su gusto, en su devoción personal.
 
14. En el praesidium, hay que mirar las ausencias con el grado justo de tolerancia que merezcan las circunstancias. No se borren con ligereza nombres de la lista de socios, y sobre todo cuando es por causa de enfermedad, aunque esta se presente como muy prolongada. Si algún miembro no ha querido continuar siendo socio, y su nombre ha sido borrado de la lista, y posteriormente pretende ingresar de nuevo, es necesario que pase por otra prueba y vuelva a hacer la promesa.
 
15. Para los fines propios de la Legión -y solamente para estos fines-, los socios se llamarán mutuamente hermano y hermana, según el caso.
 
16. Los socios podrán agruparse constituyendo praesidia de hombres, de mujeres, de chicos, de chicas, o mixtos, según las conveniencias, y con aprobación de la curia correspondiente.
Conviene anotar que la Legión empezó como organización femenina y sólo transcurridos ocho años se estableció el primer praesidium de hombres. No obstante, la Legión ofrece una base de organización igualmente apropiada para éstos últimos, y, de hecho, hay praesidia masculinos y mixtos en gran número. El primer praesidium de América, Africa y China estuvo formado por hombres.
Aunque la mujer tenga, por ese motivo, un puesto de honor en la Legión, en todo el texto de este manual se usará el género masculino para designar a los legionarios de uno y otro sexo. Así se acostumbra en toda legislación. Además evita la monótona distinción de pronombres y terminaciones.
 
“La Iglesia ha nacido con este fin: propagar el reino de Cristo en toda la tierra para gloria de Dios Padre, y hacer así a todos los hombres partícipes de la redención salvadora, y por medio de ellos ordenar realmente todo el universo hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo místico dirigida a este fin recibe el nombre de apostolado, que la Iglesia ejerce por obra de todos sus miembros, aunque de diversas maneras. La vocación cristiana es, por su misma naturales, vocación también al apostolado. Así como en el conjunto de un cuerpo vivo no hay miembros que se comporten de forma meramente pasiva, de igual manera en el Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia, todo el cuerpo crece gracias a la actividad propia de cada uno de sus miembros (Ef.4,16). No sólo esto. Es tan estrecha la conexión y solidaridad de los miembros en este Cuerpo, que el miembro que no contribuye según su propia capacidad al crecimiento del cuerpo debe ser considerado como inútil para la Iglesia y para sí mismo" (AA, 2).


- 14 - EL PRAESIDIUM

1. La unidad orgánica de la Legión de María se llama praesidium.
Esta voz latina designaba un destacamento de la Legión romana a que se señalaba cierto cometido especial; por ejemplo, un sector de la línea de combate, una plaza fuerte, una guarnición. Es, pues, un término que cabe aplicar con propiedad a una rama de la Legión de María.

2 Cada praesidium adopta por nombre un título de la Virgen: por ejemplo: "Nuestra Señora de la Misericordia"; o, también, alguno de sus privilegios: por ejemplo, "La Inmaculada Concepción"; o finalmente, algún misterio de su vida: por ejemplo, "La Visitación".
¡Feliz el obispo que , en cada ciudad de su diócesis, tuviera praesidia en tanto número, que lleguen a formar -por decirlo así- una letanía mariana viviente!

3. El praesidium tiene autoridad sobre todos sus miembros y facultad para regular las actividades legionarias de los mismos. Ellos, por su parte, obedecerán lealmente todas sus órdenes legítimas.

4. Cada praesidium debe afiliarse al Concilium Legionis -o Consejo Supremo- o directamente o mediante algún Consejo intermedio autorizado, como se dirá después. Sin cumplir este requisito no se puede considerar como praesidium de la Legión. Por lo tanto, no se fundará ningún praesidium sin permiso expreso de la curia correspondiente o- a falta de una curia cercana- del consejo superior inmediato, o -en última instancia- del Concilium. Todo praesidium dependerá, pues, directamente de tales órganos de gobierno.

5. No se establecerá ningún praesidium en una parroquia sin consentimiento del cura párroco o del ordinario; y a uno o a otro se invitará para que presida la inauguración.

6. El praesidium tendrá junta regularmente cada semana, siguiendo el procedimiento detallado en el capítulo titulado "Orden de la junta del praesidium".
Esta regla es absolutamente invariable. Contra ella se objetará insistiendo sobre las dificultades que, por varias razones -de suyo muy valederas- ofrece la junta semanal y se dirá que una junta quincenal o mensual vendría a servir lo mismo.
A lo cual decimos que la Legión no puede en manera alguna permitir otra cosa que la junta semanal, ni a ninguno de sus consejos otorga el derecho de variar esta regla. Si sólo se tratara en la junta de organizar el trabajo activo, bastaría tal vez tenerla cada mes, aunque sería insuficiente si, según el reglamento, se ha de hacer un trabajo determinado cada semana. Pero uno de los fines esenciales de la junta legionaria es orar en común todas las semanas, y esto, evidentemente, no puede ser sino adhiriéndose estrictamente a la regla de la junta semanal.
Reunirse todas las semanas sin fallar, impondrá tal vez algún sacrificio; pero, si la Legión no puede pedir esto confiadamente a sus miembros, ¿dónde apoyará toda su eficacia?.

7. Todo praesidium tendrá como director espiritual a un sacerdote. Igualmente tendrá presidente, vicepresidente, secretario y tesorero.
Estos cuatro serán oficiales del praesidium, y los representantes de éste en la curia. Sus respectivos deberes quedan especificados en el capítulo 34, pero su deber primordial es cumplir con la obligación del trabajo semanal, y también que sean ejemplo para los demás socios.

8. Los oficiales informarán a su propio praesidium de lo sucedido en cada junta de la curia, para así mantenerlo en contacto con la misma.
 
9. El director espiritual será nombrado por el párroco o por el Ordinario, y ocupará el cargo con la libre aquiescencia de quienes le nombraron.
Un mismo director espiritual podrá encargarse de la dirección espiritual de varios praesidia.
Si el director espiritual no puede asistir en persona a las juntas del praesidium, podrá designar a otro sacerdote o religioso que lo sustituya, o, en especiales circunstancias, a un legionario cualificado, que será llamado tribuno.
Aunque el director espiritual deberá estar al tanto de las juntas no es esencial para la validez de las mismas que asista a ellas.
El director espiritual pertenece a la categoría de oficial del praesidium; apoyará toda autoridad legionaria legítimamente constituida.
 
10. En lo que toca a cuestiones religiosas o morales tratadas en las juntas del praesidium, tendrá siempre el director espiritual la última palabra, y además el derecho de suspender todas las gestiones del praesidium hasta obtener el fallo definitivo del cura párroco o del Ordinario.
"Este derecho es un arma necesaria, pero -como toda arma- hay que usarla con gran discernimiento y precaución, para que no venga a ser instrumento de destrucción, en vez de defensa. En toda asociación bien constituida y acertadamente dirigida nunca será menester echar mano de ella" (Civardi, Manual de Acción Católica).
 
11. Fuera del director espiritual, los demás dirigentes del praesidium serán nombrados por la curia de la Legión. Sólo en el caso de que no exista curia, los dirigentes serán nombrados por la directiva superior inmediata.
No es la junta el lugar más indicado para aquilatar y discutir los méritos de los candidatos a futuros dirigentes, y, menos estando presentes ellos. Por eso, cuando ocurre alguna vacante, la costumbre es: el presidente de la curia, para acertar mejor con la persona más apta, se informa cuidadosamente, sobre todo preguntando al director espiritual del praesidium interesado; y luego propone a la curia el nombre del candidato; y la curia, si le parece bien, proceda al nombramiento.
 
12. Todo nombramiento de oficiales, excepto el del director espiritual, será para un término de tres años, pudiendo renovarse para otro término de igual duración; es decir, para un máximo total de seis años. Al vencer el tiempo del cargo, dicho oficial no debe seguir ejerciéndolo.
El traslado de un oficial a otro cargo -o al mismo cargo en otra parte- se considerará como nuevo nombramiento.
Después de un intervalo de tres años, un oficial puede volver a ocupar el mismo cargo dentro del mismo praesidium.
Sí, por cualquier motivo, un oficial no termina los tres años completos, en la fecha en que cesa de ejercer el cargo se le considerará como si hubiera cumplido los tres años señalados. Y luego se aplica la regla ordinaria que gobierna la renovación de cargos, a saber a) si se trata del primer trienio, dicho oficial, durante el periodo que le falta para terminar el trienio, puede ser nombrado -o elegido, en el caso de un consejo- para un segundo trienio en ese mismo cargo; y b) si se trata del segundo trienio, hay que dejar pasar un periodo de tres años, a contar desde el cese en el cargo, antes de nombrarle- para ese mismo cargo.
"La cuestión de la duración de los cargos ha de resolverse a base del principio general. Tratándose de cualquier organización -particularmente en el caso de organizaciones religiosas voluntarias -, no se debe perder de vista que algunos de sus centros -y aun todos ellos- corren grandísimo peligro de estacionarse; porque es propio del hombre enfriarse en sus entusiasmos, dejarse llevar paulatinamente por la rutina, y aferrarse a métodos tradicionales, mientras que los males a los que hay que hacer frente están cambiando continuamente.
Este proceso de empeoramiento acaba en obras estériles, y en la indiferencia; y la organización ya no atrae a nuevos miembros, ni es capaz de retener a los socios mejores, y no tarda en sobrevenir un estado de letargo. En la Legión hay que guardarse de esto a toda costa. En todos y cada uno de sus consejos y praesidia es preciso asegurarse de que el entusiasmo brote siempre fresco, empezando por los oficiales -que son como las fuentes naturales del celo-, para que esas fuentes conserven todo el ímpetu de su fervor originario; y eso se consigue renovándolos, cambiándolos. Si fallan los dirigentes, todo se marchita; si se apaga en ellos el fuego del entusiasmo, se enfriará todo el cuerpo, del que deben ser el alma. Y lo que es peor fácilmente se acomodarán los miembros a ese estado de inercia, y entonces el remedio no podrá venir sino de fuera.
Teóricamente se podría tal vez pensar que el remedio estaría en una regla que ordenase simplemente una renovación periódica de los cargos. En la práctica, sin embargo, esto no resultaría eficaz; porque ni los mismos centros de administración se apercibirían del lento proceso sedimentario que se estaba efectuando, y una y otra vez reelegirían automáticamente a los mismos oficiales.
Por lo tanto el único medio que parece seguro es el de cambiar a los oficiales sin atender a sus méritos ni a cualquier otra circunstancia. La práctica de las órdenes religiosas sugiere el modelo que ha adoptado la Legión: un límite del periodo de cargo a seis años, con la condición de que cumplidos los tres primeros años es necesario hacer una renovación"
(Decisión de la Legión limitando la duración de los cargos).
 
13. Decía Napoleón: "No hay malos soldados, sólo hay malos oficiales". Frase fuerte que quiere decir que los soldados serán lo que hagan de ellos sus oficiales. Tampoco los legionarios pretenderán situarse por encima del nivel de espíritu y trabajo establecido por sus propios oficiales. Por consiguiente, estos deben ser de lo mejor que haya. Si al trabajador se le ha de considerar digno de su salario, al legionario se le ha de considerar ciertamente digno de un buen mando.
De una serie de nombramientos acertados cabe esperar, con razón, el progresivo y constante mejoramiento del espíritu del praesidium; pues cada uno de los oficiales, además de cuidar celosamente de que no se menoscabe el espíritu ya adquirido, contribuirá personalmente al fortalecimiento de la vida del praesidium.
 
14. En particular, el nombramiento del presidente requiere la máxima consideración. Un paso mal dado aquí podría arruinar al praesidium. Hay que hacer este nombramiento sólo después de haber considerado a todos los candidatos disponibles a la luz de las exigencias detalladas más tarde en el artículo 34, sección 2, sobre el presidente.
Cualquier persona que no cumpla plenamente con todas esas condiciones tiene que ser descartada, por valiosa que sea en otros aspectos.
 
15. Para la más conveniente reorganización de un praesidium decadente, empiece la curia por cambiar al presidente, a no ser que haya fuertes razones en contra. En casi todos los casos, la decadencia de un praesidium se debe a la negligencia o a la escasa capacidad del presidente para dirigirlo.

16. Durante la prueba ningún legionario podrá ejercer un cargo en un praesidium de adultos, si no es con carácter provisional. Si este cargo no le ha sido retirado durante el periodo de prueba, al terminar ésta queda confirmado en el cargo, y el tiempo que ha venido ejerciéndolo se cuenta como parte del trienio mencionado.

17. Ningún socio dejará un praesidium para entrar en otro sin el consentimiento del presidente del primero, y la nueva admisión se hará conforme a la constitución y las reglas sobre la recepción de un nuevo socio, exceptuando la prueba y la promesa, que no se le exigirán. Dicho consentimiento, cuando se solicita, no debe ser negado sin razones suficientes. En este punto existe el derecho de apelar a la curia.
 
18. El presidente del praesidium, después de consultarlo con los demás oficiales, tendrá facultad para suspender a cualquier miembro del praesidium por cualquier motivo que ellos consideren ser suficiente; y no tendrán obligación de informar al praesidium sobre tal medida.
 
19. La curia está autorizada para expulsar o suspender a cualquier miembro de un praesidium, salvo el derecho de apelación a la autoridad superior inmediata, cuya decisión será definitiva.

20. En toda polémica que se origine sobre la distribución del trabajo entre varios praesidia, fallará la curia.
 
21. Es deber esencial del praesidium crear y mantener en derredor suyo un buen número de auxiliares.
Piénsese en un regimiento de soldados bien dirigidos, valientes, perfectamente disciplinados y equipados: ¿acaso no son fuerzas irresistibles? Y, sin embargo, ellos solo no son más que una fuerza efímera. Día tras día dependen de una ingente multitud de operarios que les provee de municiones, víveres, ropas y asistencia médica. Retiradles esas provisiones y veréis lo que queda de ese magnífico ejercito al cabo de algunas horas de combate.
Lo que estos suministradores son para el ejército, eso son los auxiliares respecto del praesidium. Ellos forman parte integral de la organización. Sin ellos el praesidium es incompleto.
El método adecuado de mantener relaciones con los auxiliares es el contacto personal; no bastan cartas circulares para cumplir tan importante deber.
 
22. Un ejército garantiza permanentemente su porvenir fundando academias militares. De igual modo, cada praesidium debe contemplar la fundación y dirección de un praesidium juvenil como algo esencial a su propio ser. El praesidium juvenil tendrá como oficiales a dos legionarios adultos. Es preciso escogerlos con cuidado, porque la formación de socios juveniles exige ciertas cualidades que no poseen todos los legionarios adultos. Su trabajo en la formación de los jóvenes será considerado como una labor a cumplir correspondiente al praesidium de adultos. Éstos podrán representar al praesidium juvenil en la curia de adultos, o en la curia juvenil si existe.
Los otros dos cargos del praesidium juvenil deberán ser desempeñados por socios juveniles; esto les proporcionará muy buena ocasión para formarse en la conciencia del deber. Ellos serán también representantes de su praesidium en la curia juvenil.
Los socios juveniles no serán miembros de una curia de adultos.

“Múltiples son los rayos del sol, pero la luz es una; muchas las ramas de un árbol, pero uno es el tronco, fuertemente sostenido por raíces inconmovibles" (San Cipriano, De Unitate Ecclésiae).


- 15 - LA PROMESA LEGIONARIA

Santísimo Espíritu, yo (nombre del candidato),
queriendo en este día ser alistado como legionario de María,
y reconociendo que por mí mismo no puedo prestar un servicio digno,
te ruego desciendas sobre mí y me llenes de Ti mismo,
para que mis pobres actos los sostenga tu poder,
y venga a ser instrumento de tus poderosos designios.
Reconozco también que Tú, que viniste a regenerar el mundo en Jesucristo,
No quisiste hacerlo sino a través de María;
Que sin Ella no podemos conocerte ni amarte,
Y que por Ella son concedidos tus dones, virtudes y gracias, a quienes Ella quiere, cuando Ella quiere,en la medida y de la manera que Ella quiere;
Y me doy cuenta de que el secreto de un perfecto servicio Legionario consiste en la completa unión con Aquella que está tan íntimamente unida a ti.
Por tanto, tomando en mi mano el estandarte de la Legión,
que trata de poner ante nuestros ojos estas verdades,
Me presento delante de Ti como soldado suyo e hijo suyo,
Y como tal me declaro totalmente dependiente de Ella.
Ella es la Madre de mi alma.
Su corazón y el mío son uno;
Y desde ese único corazón vuelve Ella a decir lo que dijo entonces:
"He aquí la esclava del Señor"
Y otra vez vienes Tú por medio de Ella para hacer grandes cosas.
Cúbrame tu poder, y ven a mi alma con fuego y amor,
Y hazla una con el amor de María y la voluntad de María de salvar al mundo;
Para que yo sea puro en Aquella que por ti fue hecha inmaculada;
Para que por Ti crezca en mí también mi Señor Jesucristo;
Para que yo con Ella, su Madre, pueda ofrecerle al mundo
y a las almas que le necesitan;
Para que, ganada la batalla, esas almas y yo podamos reinar con Ella eternamente en la gloria de la Santísima Trinidad.
Confiado en que en este día quieras Tu recibirme por tal y servirte
de mí y convertir mi debilidad en fortaleza,
Tomo mi puesto en las filas de la Legión y me atrevo a
prometer ser fiel en mi servicio.
Me someteré por completo a su disciplina,
Que me une a mis hermanos legionarios
Y hace de nosotros un ejército,
Y mantiene nuestras filas, en nuestro caminar con María,
Para ejecutar tu voluntad, para obrar tus milagros de gracia
Que renovarán la faz de la tierra,
Y establecerán, Santísimo Espíritu, tu reinado sobre los seres todos.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.

"Se ha especificado que la promesa legionaria está dirigida al Espíritu Santo, a quien, por lo común, los fieles honran muy poco, pero a quien los legionarios necesitan amar entrañablemente, porque su obra- la santificación propia y la de los demás miembros del Cuerpo místico de Cristo- depende del poder y de la acción del Espíritu Santo; todo lo cual requiere una unión muy íntima con Él.
Para esta unión son esenciales dos condiciones: prestar oído atento y continuo a las inspiraciones del Divino Espíritu y ser devotísimo de la Virgen, con la cual obra Él inseparablemente. Es probable que por falta de esa segunda condición, más que por no cumplir la primera, hemos llegado a tener poca devoción, por lo general, al Espíritu Santo, a pesar de lo mucho que se ha escrito y predicado sobre este tema. Los legionarios son ciertamente, muy devotos de María, su Reina y su Madre; pero, si a esto añaden una devoción más acendrada y mejor definida al Espíritu Santo, entrarán de lleno en plan divino, según el cual ha sido menester la unión del Espíritu Santo con María para la obra regeneradora del mundo; y, en consecuencia, verán coronados sus esfuerzos con mayor eficacia y mayores éxitos.
Las primeras oraciones dichas por los legionarios como tales, fueron la invocación y la oración al Espíritu Santo, seguidas inmediatamente del santo rosario. Desde aquella primera junta, todas se han iniciado con las mismas preces. De modo que lo más acertado es poner bajo tan santos auspicios la ceremonia que incorpora al legionario en las filas de la Legión. Es volver en espíritu al día de Pentecostés, cuando la gracia del apostolado fue otorgada por el Espíritu Santo mediante María. El legionario que busca al Espíritu Santo por medio de María recibirá de Él copiosísimos dones, y, entre estos, el de amarla con un amor realmente excepcional.
Además de lo dicho, la fórmula concebida para la promesa es conforme a la devoción que caracteriza a la Legión, tal como queda representada en su estandarte: la Paloma cerniéndose sobre la Legión y sus obras, hechas en favor de las almas por medio de María" (Extracto del acta de la junta 88 del Concilium Legionis).
(Esta cita no forma parte de la promesa legionaria).


- 16 - GRADOS ADICIONALES DE LOS SOCIOS

Además del grado ordinario de socio activo reconoce la Legión otros dos grados: los pretorianos y los auxiliares.

1. Los pretorianos
El pretoriano* es un grado superior entre los socios activos, y comprende a los que, además de las obligaciones comunes del socio activo se compromete: 1). a rezar diariamente todas las preces incluidas en téssera de la Legión; 2).a oír misa y comulgar todos los días. El temor de no poder oír misa y comulgar todos los días rigurosamente, sin faltar nunca, no es razón para desistir del empeño en tomar sobre sí el grado de pretoriano; pues nadie puede estar seguro de cumplir con tanto rigor. Todo aquel que, por regla general, no falte más que una o dos veces a la semana puede inscribirse sin temor; 3). El rezo diario de un oficio aprobado por la Iglesia, especialmente el Oficio Divino o parte importante del mismo, por ejemplo, laudes y vísperas. Se ha aprobado un breviario más corto que contiene estas horas con el Oficio de la Lectura.
A veces se propone reemplazar o alternar el oficio con la meditación, pero eso no estaría en conformidad con el servicio pretoriano: unir al legionario a los actos solemnes y oficiales del Cuerpo místico. El trabajo activo del legionario es una participación en el apostolado oficial de la Iglesia. El pretoriano trata de entrar más profundamente todavía en la vida comunitaria de la Iglesia, y, por lo tanto, hay que imponerle la obligación de la misa y la sagrada comunión, por ser éstos los actos litúrgicos centrales de la Iglesia, que renuevan diariamente la acción cristiana por excelencia.
En la liturgia viene en segundo término el oficio, la voz comunitaria de la Iglesia, en la que resuena la oración de Cristo. En cualquier oficio construido a base de los salmos, empleamos oraciones inspiradas por el Espíritu Santo, y nos acercamos a aquella voz eclesial que tiene que ser oída por el Padre. Por esto se prescribe el oficio- y no la meditación- como condición esencial de todo miembro pretoriano.
"Conforme se desarrolla en nosotros la gracia- dijo a sus legionarios el arzobispo Leen -, nuestro amor ha de expresarse en formas nuevas". El rezo de todo el oficio divino sería, para los que están en condiciones de hacerlo, muestra de esta expansión de amor.
Pero téngase en cuenta lo siguiente:
a) El socio pretoriano no se distingue de los demás socios activos más que en grado; no constituye una unidad orgánica por separado. Por lo tanto, no deberán fundarse praesidia especiales para los pretorianos.
b) El grado pretoriano ha de considerarse como un contrato privado de cada legionario, nada más.
c) Cuando se trata de ganar socios para este grado, está prohibido recurrir a medios que impliquen la más mínima coacción moral. Y aunque se pueda y se deba exhortar frecuentemente a los legionarios a emprender el servicio pretoriano, no se tomarán ni mencionarán los nombres en público.
d) El legionario se hace pretoriano mediante la inscripción de su nombre en un registro particular.
e) Los directores espirituales y presidentes procurarán aumentar el número de sus pretorianos; pero, a la vez, mantendrán relaciones con los ya existentes, para cerciorarse de que siguen fieles a sus obligaciones.
Si el director espiritual tuviera a bien permitir la inscripción de su nombre en el registro pretoriano, realzaría su calidad de legionario, estrecharía los vínculos que le unen con su praesidium, y su ejemplo repercutiría favorablemente sobre el desarrollo numérico de los pretorianos.
La Legión cifra grandes esperanzas en el grado de pretoriano, porque conducirá a muchos legionarios a una vida de más íntima unión con Dios por medio de la oración; significará la incorporación en el organismo de la Legión de un corazón nuevo, todo henchido de vida sobrenatural; a ese corazón acudirán los socios en creciente número para renovarse en él; en fin, ese corazón enriquecerá la circulación espiritual de la asociación, llenándola más y más de confianza en la oración para el éxito de todas sus obras, y dándole la firme persuasión de que el perfeccionamiento cristiano de sus miembros es su principal y verdadero destino.
"Tenéis que crecer, ya lo sé, es vuestro destino; es una imposición del nombre católico; es la prerrogativa de la herencia apostólica. Pero ¿extensión material sin la correspondiente manifestación moral? Infunde casi horror sólo pensar en su posibilidad" (Cardenal Newman, Posición actual de los católicos).

2. Socios auxiliares
En calidad de socios auxiliares pueden ingresar sacerdotes, religiosos y seglares. Son aquellos que no pueden o no quieren asumir los deberes del socio activo, pero se asocian a la Legión emprendiendo en su nombre un servicio de oración.
Los auxiliares se dividen en dos grados:
a) el primario, cuyos miembros serán llamados simplemente auxiliares;
b) el grado superior, cuyos miembros serán llamados más propiamente adjutores Legionis o, sencillamente, adjutores.
Para los socios auxiliares no hay límite de edad.
No es necesario que se ofrezca este servicio directamente en beneficio de la Legión; bastará con que se ofrezca en honor de la santísima Virgen. Se podría pensar, con eso, que la Legión no recibe nada de este servicio, ni tampoco desea recibir nada que hiciera un mayor bien en cualquier otra parte. Más, al ser éste un servicio legionario, es probable que eso incline a la Reina de la Legión a atender las necesidades de la propia Legión.
Se recomienda con especial interés, sin embargo, que este y cualquier otro servicio legionario sea ofrecido a nuestra señora como un don sin reservas, para que Ella lo reparta según su voluntad. Así se elevaría el don a un nivel más alto de generosidad, y su valor se incrementaría notablemente. Y, a fin de tener siempre este objetivo, convendría valerse diariamente de alguna fórmula de ofrecimiento, como la siguiente: "María Inmaculada, Medianera de todas las gracias, pongo a tu disposición todas mis oraciones, obras y sufrimientos".
Estas dos clases de socios auxiliares son para la Legión lo que las alas para el ave; ampliamente extendidas por su gran número de auxiliares y batiéndolas poderosamente al impulso rítmico de la fidelidad en sus oraciones, la Legión podrá remontar el vuelo hasta las regiones encumbradas del ideal y del esfuerzo sobrenaturales. Volará donde quiera con raudo vuelo, y no habrá montaña, por alta que sea, que impida su paso. Pero, si estas alas se pliegan, la Legión se irá deslizando por los suelos lenta y penosamente, y el menor obstáculo bastará para detenerla.

Grado primario: Los auxiliares
Este grado, llamado de auxiliares, es el ala izquierda del ejército suplicante de la Legión. Su servicio consiste en rezar diariamente las oraciones contenidas en la tessera, a saber: la invocación y la oración al Espíritu Santo; cinco misterios del rosario y las innovaciones que le siguen; la catena; y, por último las oraciones finales. Se puede repartir este rezo a lo largo del día según la conveniencia de cada cual.
Aquellos que ya recen el rosario diariamente- por cualquier intención que sea -, pueden hacerse socios auxiliares sin obligación de añadir otro rosario.
“El que ora socorre a todas las almas. Socorre a sus hermanos mediante el magnetismo salvador y poderoso de un alma que cree, que conoce y que ama. Cumple el precepto de San Pablo: ofrece oraciones, súplicas y acciones de gracias en nombre de todos los hombres: lo primero que recomienda es que se hagan al Espíritu Santo súplicas y oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres (Ef.6,18). Si deja uno de vigilar, de insistir, de esforzarse, de mantenerse firme, ¿no parece como que todo va a resquebrajarse, que el mundo entero va a sucumbir de nuevo, y que los hermanos van a sentirse con menos energía y apoyo? Verdaderamente, así es. Cada uno de nosotros, en su propia medida ayuda a sostener el peso del mundo, y aquellos que dejen de trabajar y vigilar sobrecargarán a los demás" (Gratry, las fuentes).

Grado superior: Los adjutores
Son el ala derecha de la Legión (suplicante). Se compone de aquellos que : a) además de cumplir los requisitos del grado primario, b) se comprometen a oír misa y comulgar diariamente y a rezar cada día alguna forma de oficio aprobado por la Iglesia.
Ver lo que se dice en el capítulo de socio pretoriano sobre el valor indudable del oficio litúrgico.
Los adjutores son -respecto de los auxiliares- lo que los pretorianos son en relación con los socios activos ordinarios. Los deberes complementarios son los mismos.
El no cumplir una o dos veces por semana las condiciones prescritas no se considera falta grave en los deberes de este grado superior.
No se exige un oficio a los religiosos no obligados a él por su regla. Hay que procurar llevar al socio auxiliar ordinario hasta el grado de adjutor, por las muchas ventajas que esta norma de vida ofrece. Lo que se dice de los pretorianos sobre la unión del legionario con la oración de la Iglesia y sobre el valor indudable de un oficio, se aplica igualmente a los adjutores.
La Legión hace un llamamiento especial a los sacerdotes y religiosos, para que se hagan adjutores. La Legión desea ardientemente asociarse con estas personas consagradas, llamadas particularmente a llevar vida de oración y de íntima unión con Dios, y que constituyen- dentro de la Iglesia- una prodigiosa fuente de energía espiritual. La maquinaria de la Legión se moverá con fuerza irresistible cuando se vea conectada de un modo eficaz con esta inapreciable fuente de energía.
Un poco de reflexión hará ver lo poco que añadiría este grado legionario a las obligaciones que ya tienen: solo la catena, la oración final de la téssera, y algunas invocaciones; cuestión de unos minutos cada día. Pero, gracias a este vínculo con la Legión, podrán llegar a ser la fuerza motriz de la propia Legión.
Recordemos la célebre frase de Arquímedes: "Dadme una palanca y un punto de apoyo, y levantaré el mundo". Unidos a la Legión los adjutores hallarán en ella ese fundamental punto de apoyo en que colocar la larga palanca de sus fervorosas oraciones, para hacerlas todopoderosas, capaces de consolar a las almas agobiadas del mundo entero, y de resolver los enormes problemas que les afligen.

“En el Cenáculo, donde la Iglesia fue formada definitivamente por la venida del Espíritu Santo, María empieza a ejercer de una manera visible -en medio de los apóstoles y discípulos reunidos- un oficio que después continuará de modo más íntimo y secreto: el de unir los corazones en la oración y vivificar las almas por los merecimientos de su intercesión todopoderosa: todos ellos se dedicaban a la oración en común junto con algunas mujeres, y María la madre de Jesús y sus parientes (Hch 1, 14)" (Mura, El Cuerpo místico de Cristo).

Observaciones generales que afectan a ambos grados de socios auxiliares
a) Servicio de complemento. La Legión suplica a los socios de ambos grados del servicio auxiliar que consideren sus deberes reglamentarios no como el máximo, sino como el mínimo de su servicio legionario; complétenlo con noble generosidad, ejercitándose a este mismo fin en otras prácticas de devoción y en las buenas obras.
A los adjutores sacerdotes les suplicamos que tengan un “memento” especial en todas las misas por las intenciones de María y de la Legión, y también, que ofrezcan el santo sacrificio de vez en cuando por esas mismas intenciones. A los no sacerdotes les exhortamos a que hagan celebrar también de vez en cuando alguna misa por esta misma intención, aunque les cueste un pequeño sacrificio.
Por generoso que se muestre el socio auxiliar para con la Legión, ésta le devuelve el ciento, el mil, el millón por uno. En esto lo mismo que al socio activo: les revela las grandezas de María, los alista en el servicio de tan excelsa Reina, les ayuda a profesar a María un verdadero amor; ventajas todas tan inmensas, que decir "el millón por uno" es quedarnos cortos en ponderar la ganancia. La Legión eleva la vida espiritual de sus socios a un plano superior, y de este modo les asegura un aumento de bienes eternos.
b) ¿Quién pude negar a María una ofrenda como esta?
Además, Ella, que es la Reina de la Legión, es igualmente la Reina del mundo y de todo lo que el mundo encierra; por consiguiente, dárselo todo a María es darlo todo allí donde la necesidad es más apremiante, donde nuestra oración tendrá la máxima eficacia.
c) Al administrar el caudal puesto así en sus manos, María Inmaculada tendrá muy en cuenta las necesidades de nuestra vida diaria, con nuestros deberes y obligaciones. Puede que surja esta pregunta: "Ah, ya quisiera yo ser socio de la Legión; pero ¿qué me queda por ofrecer como auxiliar, si se lo he dado todo a la Virgen con entrega absoluta y desinteresada o lo he ofrecido todo por almas del purgatorio, o por las misiones? A eso contestamos que sería muy bueno para la Legión contar con personas tan desinteresadas: esa ansiedad por ayudar a la Legión es ya una oración especial en su favor; es una prueba de gran pureza de intención; y una interpelación irresistible a la generosidad sin límites a Aquella que ha sido constituida administradora de los tesoros divinos. Así, pues, les aseguramos a dichas personas, que si se hacen miembros de la Legión, María corresponderá con creces, y premiará esta nueva intención sin permitir en manera alguna que se frustren las anteriores. Pues tan hábilmente actúa esta prodigiosa Reina y Madre nuestra que, después de valerse de nuestra ofrenda para socorrer a otros copiosamente, nos hace a nosotros más ricos que nunca.
Es que la intervención de María es la consecuencia de un trabajo extraordinario. Se ha producido una maravillosa multiplicación, lo que San Luis María de Montfort llama "un secreto de gracia"; y lo describe así: "al pasar nuestras buenas obras por las manos de María, reciben un aumento de pureza y, por consiguiente, de mérito y valor satisfactorio e impetratorio; y gracias a eso, resultan más poderosas para aliviar a las almas del purgatorio y para convertir a los pecadores, que si no hubiesen pasado por tan inmaculadas y generosas manos".
Todos necesitamos esta admirable transacción, por la cual se nos retira cuanto poseemos, se coloca a un interés muy alto, se invierte en obras provechosas y, por fin, se nos devuelve con creces. Y esta es la operación vital que se efectúa por la entrega a María de un servicio auxiliar fielmente cumplido.
d) Se diría que la Legión ha heredado de María una porción de su don de atraer irresistiblemente los corazones, como fruto de su permanente contacto con personas afligidas. Y, así, los legionarios no tendrán comúnmente dificultad en alistar a sus amistades en este servicio auxiliar, tan esencial a la Legión, y tan lleno de beneficios para los mismos auxiliares, con el que participan en todas las oraciones y buenas obras de la propia Legión.
e) Se ha descubierto que este servicio auxiliar tiene tan poderosos atractivos como el servicio activo. Personas que no habían pensado antes en rezar cada día el rosario, ahora cumplen con todo lo prescrito para el socio auxiliar: el rosario y todas las oraciones de la téssera. Muchas personas residentes en hospicios y otras instituciones, sumidas en el desaliento, al incorporarse a la Legión han recuperado la ilusión de vivir; y una multitud de gentes sencillas, cuyo modo de vida conduce tan fácilmente a la monotonía, y aun a la rutina en la práctica de su religión, han tomado conciencia de que, siendo auxiliares, son de importancia real en la Iglesia; es más: han tomado la Legión como cosa suya, y leen con avidez cualquier escrito sobre ella que venga a caer en sus manos. sienten que toman parte en las luchas que sostiene la Legión por el Reino de Cristo, aun en las tierras más lejanas, y se dan cuenta de que sus oraciones le están dando fuerza para pelear. Los hechos sobre nobles y emocionantes hazañas realizadas en diferentes lugares a favor de las almas, llenan sus vidas monótonas con los recuerdos de esos lejanos momentos. Aun las almas más altas requieren algún estímulo parecido a éste.
f) Todo praesidium debe aspirar a reclutar a todos los católicos del contorno para el servicio auxiliar. Si se lograra, ¡qué bien abonado quedaría el terreno para la implantación de otras empresas del apostolado legionario! Las visitas hechas con este fin serán en general bien acogidas y fructíferas, y puede esperarse una respuesta muy positiva a las mismas.
g) En la medida en que los miembros de otras asociaciones y actividades católicas sean incorporados a este servicio auxiliar, esas actividades quedan integradas para formar una unión muy de desear: una unión de súplicas, simpatía, ideales, bajo la bendición de María, pero sin comprometer en lo más mínimo su autonomía o rasgos característicos, y sin privar de sus oraciones a las asociaciones a que pertenecen. Porque conviene insistir en que estas oraciones del servicio auxiliar no se ofrecen por la Legión, sino por las intenciones de la santísima Virgen.
h) Un no católico no podrá ser miembro auxiliar ordinario. Pero, cuando se encuentra el caso- que a veces ocurre- de una persona no católica dispuesta a rezar diariamente todas las oraciones legionarias, hay que darle una téssera y animarla en su generosa empresa. Se hará una anotación especial de su nombre, para mantener comunicación con ella. No hay duda de que nuestra Señora estará atenta a sus necesidades.
i) Conviene recordar a los auxiliares que su servicio es en apoyo de todas las almas, sin limitarse a las necesidades locales. Hay que hacerles ver que, aunque no estén en el frente, están desempeñando una función esencial: algo así como los fabricantes de municiones y los servicios de abastecimiento, sin los cuales las fuerzas combatientes no podrían hacer nada.
j) Los auxiliares no deben ser admitidos con demasiada facilidad. Antes de su inscripción definitiva habrán de familiarizarse con sus obligaciones, y dar suficientes garantías de que serán fieles en cumplirlas.
k) Se deben revelar a los auxiliares algunos aspectos del trabajo de la Legión: primero, para intensificar su interés en el servicio que han emprendido, lograr que lo cumplan cada día mejor y asegurar su perseverancia; y segundo, para inducirles a que se hagan miembros adjutores o activos.
l) Si se quiere mantener a los auxiliares siempre fieles e interesados por la Legión, es preciso estar continuamente en relación con ellos; admirable tarea para algunos legionarios, cuyo ideal debería ser una superación progresiva de los mismos.
m) Hay que descubrir a los auxiliares los grandes beneficios de que gozarían si entrasen en la Cofradía del Santísimo Rosario; haciéndoles ver que, como ellos ya cumplen más que de sobra- mediante su afiliación legionaria- con lo prescrito por esta cofradía, no les resta sino inscribirse en ella formalmente, y dar a bendecir el rosario a un sacerdote debidamente facultado.
n) Asímismo, con la mirada puesta en la formación completa de estos auxiliares de María, es necesario siquiera explicarles la "Verdadera Devoción" como consagración total a María.
Muchos de ellos se alegrarán tal vez de emprender este servicio más perfecto a María, el cual implica la entrega de sus tesoros espirituales a Aquélla a quien Dios ha constituido ya su propia Tesorera. Lo pueden hacer sin recelos, ya que las intenciones de María son los intereses del Sagrado Corazón. Estas intenciones abarcan todas las necesidades de la Iglesia, cubren el apostolado en todo su ámbito, se extienden al mundo entero, y también, aprovechan a las almas detenidas en el purgatorio. Preocuparse por las intenciones de María es tener solicitud por todas las necesidades del Cuerpo místico de Jesús, pues Ella no es hoy Madre menos solícita que en los días de Nazaret. Conformándose a su voluntad, uno va directamente a las más alta meta: la Voluntad de Dios. En cambio, yendo cada uno por su propio camino, habrá mil vueltas y rodeos, y, ¿acaso se llegará así hasta el fin?
Y, por si alguien cree que sólo personas muy espirituales son capaces de poner en práctica esta devoción, es importante hacer saber que San Luis María de Montfort hablaba del rosario, de la devoción a María y de la santa esclavitud de amor, a almas que apenas habían roto las cadenas del pecado, y cuyas inteligencias había que iluminar con las primeras nociones del catecismo.
o) Es deseable- y hasta necesario- establecer entre los auxiliares alguna forma de organización, con sus reuniones o asambleas propias.
Una población que quedara prendida en semejante red, quedaría imbuida de los ideales de apostolado y piedad de la Legión, de modo que pronto se la vería poner en práctica estos ideales de una manera incluso revolucionaria.
p) Una cofradía formada a base de socios auxiliares de la Legión no tendría menos valor que otra cofradía cualquiera; y, además tendría la ventaja de ser la Legión con toda la fuerza de su carácter y su ardor. Las reuniones periódicas de dicha cofradía mantendrían a los socios en contacto con el espíritu y las necesidades de la Legión, asegurando el fiel cumplimiento de sus obligaciones como auxiliares.
q) Se debería procurar que todo auxiliar se haga patricio: ambos grados se complementan mutuamente. La reunión patricia hará las veces de la reunión periódica recomendada para los auxiliares. Los mantendrá en contacto con la Legión y los irá formando sólida y progresivamente, en cosas importantes. Por otra parte, si se logra que los patricios se hagan auxiliares, darán así un paso adelante y siempre ascendente.
r) No se debe emplear a los socios auxiliares para la labor activa ordinaria de la Legión, aunque esto, a primera vista, parezca muy atrayente: pues, ¿acaso no es bueno estimular a los auxiliares a empresas mayores? Más, por poco que se reflexione, se verá a que se reduciría ese proceder: a querer hacer la obra de la Legión sin junta legionaria; en otros términos: a prescindir de la condición esencial para ser socio activo.
s) Donde se juzgue conveniente o posible, los auxiliares podrán tomar parte en el acies. Es una ceremonia muy alentadora para ellos, y buena ocasión para que se relacionen con los socios activos. Los auxiliares que se sientan con ánimo para pronunciar el acto de consagración auxiliar, lo harán a continuación de los legionarios activos.
t) La invocación que han de decir los auxiliares al rezar la téssera es: "María Inmaculada Medianera de todas las gracias, ruega por nosotros".
u) El llamamiento que hace la Legión al socio activo de "estar siempre de servicio a favor de las almas", está dirigido también al auxiliar. El auxiliar, lo mismo que el socio activo no debe escatimar esfuerzo alguno en el afán de conseguir a otros para el servicio de la Legión, hasta que la Catena Legionis sea la cadena de oro de la oración, que engarce a todos los fieles del mundo entero.
v) A menudo se reciben peticiones para que se modifiquen o se abrevien las oraciones del servicio auxiliar en favor de los ciegos, los analfabetos o los niños. Prescindiendo de que una obligación, cuanto menos específica, más tiende a perder su vigor, resulta que es imposible regular semejante concesión: eso llevaría a no negar esa exención- pues no habría razones para negarla- a personas menos analfabetas, menos cortas de vista, o a las que se dicen muy ocupadas; y por ese camino, y con el tiempo, la excepción vendría a ser la regla.
¡No! La Legión se ve obligada a insistir en la observancia de las normas establecidas. Si el reglamento traspasa los límites de algunas personas, éstas no podrán ser auxiliares, pero si podrán prestar un servicio inestimable a la Legión rezando por ella a su modo; y hay que animarlas a que lo hagan.
w) Está permitido cobrar al socio auxiliar el costo de la téssera y del certificado de inscripción; por lo demás, no se les asignará ninguna cuota por pertenecer a la Legión como auxiliar.
x) Cada praesidium tendrá en su poder un registro de socios auxiliares, en dos secciones- para los adjutores y para los simples auxiliares; con sus nombres y direcciones. Este registro se someterá periódicamente a la inspección de la curia o a sus visitadores autorizados, los cuales comprobarán atentamente si está al día, si hay entusiasmo en el reclutamiento de nuevos socios, y si de vez en cuando se visita a los auxiliares para recordarles sus obligaciones. (ef. Lc 9,62)
y) Queda efectuado el alistamiento en el momento de poner el nombre del auxiliar en el registro de auxiliares de cualquier praesidium. El encargado del registro es el vicepresidente.
z) Los nombres de los aspirantes al grado auxiliar se pondrán en una lista provisional hasta transcurrir tres meses de prueba; y el praesidium se asegurará bien de la fidelidad de los candidatos, antes de inscribirlos en el registro.

“¿Qué no dará nuestro buen Jesús en recompensa a los que le entregamos heroica y desinteresadamente, por manos de su Santísima Madre, todo el valor de nuestras buenas obras? Si da el ciento por uno, aun en este mundo, a quienes por amor suyo dejan los bienes externos, que son temporales y perecederos, ¿qué será ese céntuplo cuando el hombre sacrifica hasta sus bienes internos y espirituales?" (San Luis María de Montfort).
 
 
- 17 - NUESTROS LEGIONARIOS DIFUNTOS

La campaña ha tocado a su término. He aquí un legionario muerto noblemente. Por fin llegó la hora de ser confirmado en el servicio: por toda la eternidad será legionario, porque la Legión es quien le ha forjado su eterno destino, ha sido el núcleo y el molde de su vida espiritual. Es más: en su larga y dificultosa travesía por este mundo siempre encontró seguridad y fuerza en esa súplica unánime que diariamente brotaba de los labios fervorosos de los legionarios, activos y auxiliares, pidiendo que, tras la lucha de esta vida, se vuelva a juntar la Legión, sin faltar uno solo, en el Reino de la Paz. ¡Qué consuelo para los legionarios todos, para él y para nosotros! Pero, por un momento, dolor también: la dolorosa pérdida de un amigo y de un hermano; y, por tanto la necesidad de orar para que ese legionario difunto se vea sin dilación liberado de las penas del purgatorio.
Al morir cualquier socio activo, el praesidium hará que se celebre una misa por su alma lo antes posible, y todos los socios del praesidium rezarán las oraciones completas de la Legión -Incluso el santo rosario-, una vez al menos por la misma intención. No se dan estas obligaciones cuando muere algún pariente de uno de los socios. Todos los legionarios que puedan -y no solamente los del praesidium a que pertenecía el finado- deberían participar en la misa de Réquiem y acompañar el féretro hasta la sepultura.
Durante el entierro, y después de las oraciones litúrgicas de la Iglesia, se aconseja el rezo del rosario y demás preces de la Legión: tan piadosa práctica, al par que aprovecha al difunto, derramará un bálsamo de consuelo sobre los afligidos corazones de los parientes, de los mismos legionarios y de todos los amigos allí presentes.
Es de esperar que se dirán estas mismas oraciones más de una vez junto al cadáver, al ser éste amortajado, y durante su estancia en la capilla ardiente.
Pero ni aun ahí debe darse por terminada la obligación para con el legionario difunto. Cada año, en el mes de noviembre, todos los praesidia harán celebrar la Eucaristía por todos los legionarios muertos en el mundo entero. En esta oración litúrgica -como siempre que se reza por los legionarios en general- quedan comprendidos todos los socios, tanto activos como auxiliares.
"El Purgatorio está bajo el cetro de María, porque allí también hay hijos suyos en trance de agudísimo dolor, esperando nacer a aquella vida gloriosa que jamás tendrá fin.
San Vicente Ferrer, San Bernardino de Siena, Luis de Blois, y varios otros, proclaman explícitamente que María es Reina del Purgatorio; y San Luis Ma. De Montfort nos urge a pensar y obrar conforme a esta creencia; quiere que pongamos en manos de María el valor de nuestras oraciones y reparaciones, y, a cambio, nos promete que esas almas, que nos son tan queridas, obtendrán mayor y más pronto alivio que si les aplicáramos nuestras oraciones directamente" (Lhoumeau, La vida espiritual según la escuela de San Luis María de Montfort). 

Manual de la Legión de María

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