

Por
Emma-Margarita
R. A.-Valdés

(Mc
16,19; Lc 24,51; Hch
1,9-12)
Mi
casa está colmada de
tu ausencia.
Se
dibuja el recuerdo
por
las blandas paredes
del
olvido.
Espinas
de la tarde
me
acarician
con
la hiriente dulzura de
tus manos.
¿Qué
aflictivos senderos
cruzarán
el feliz
horizonte
de
las lágrimas?
¿Dónde
hallaré tu rostro?.
Cae
la luz en mis ciegos
ventanales;
la escarcha del ocaso
enciende
la nostalgia
de
la aurora;
fustiga
a mis corceles
la
indolencia.
Espejea
en mis ojos
el
hueco de tu imagen;
me
ensordecen, me alocan,
voces
de tu silencio,
y
me estremece el tacto del
vacío.
Las
horas pasan lentas
sobre
el rápido curso
de
la vida.
Un
musgo húmedo y verde
alfombra
mis pisadas
por
un pasillo rojo,
llameante.
Hoy
estás más presente
por
tu ausencia,
hoy
lates en el ser
de
mi nada.
Habitas
en el aire
de
rincones desiertos
y
llenas mis estancias.
Descubro
la alegría
y
me acosa el dolor.
Sigue
en mí aunque lejano;
eres
la primavera
de
mi invierno cumplido;
eres
sol luminoso
de
mi noche.
Renaceré
en la muerte
con
tu presencia viva.

Emma-Margarita
R. A.-Valdés
Del
libro "Versos de amor y gloria"
Biblioteca
de Autores Cristianos (BAC)

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