Sufres porque Juan ha muerto
y buscas la soledad,
mas te salen al encuentro
miles de hombres cuyo credo
es tu
Vida y tu Verdad.
Tu dolor es caridad
y les ofreces consuelo,
tienes mensajes de paz,
de eterna felicidad,
y curas a los enfermos.

El poblado está muy lejos,
es final de la jornada,
los cuerpos están hambrientos
pues no tienen alimento,
pero el alma está saciada.
La muchedumbre, sentada
sobre la hierba, en silencio,
permanece entusiasmada
con tu palabra sagrada
y no piensa en el regreso.

Un joven tiene en un cesto
cinco panes de cebada
y dos peces muy pequeños;
te da su hacienda, Maestro,
porque siente tu llamada
en el alma renovada.
Tú alzas los ojos al cielo,
la bendices y, aumentada,
la multitud sustentada,
sobran doce cestos llenos.

Yo también voy a tu encuentro
al monte de la humildad;
quiero estar entre tu pueblo
porque has llenado mi cesto
con tu infinita bondad;
aumenta mi caridad
para
gozar compartiendo,
que llegue a todos tu pan
y una nueva humanidad
viva feliz en tu reino.
Emma-Margarita R. A.-Valdés
Del
libro "Versos de amor y gloria"
Biblioteca
de Autores Cristianos (BAC)
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