Fui a la iglesia con doña Florencia

y hablé con Jesús

que me perdonó mi imprudencia.

Él me dijo: no llores, mi niña,

no es tu imprudencia lo que me molesta;

es tu falta de visita a la casa del Señor.

Desde aquel día, voy a la iglesia

con Florencia o sin Florencia.

 

En la casa del Señor hay sitio para todos,

aunque seas mala influencia

y te portes con mala prudencia.

Si crees en el Señor,

su casa te dirá con amor:

bienvenida a la casa del Señor.

 

Si tengo penas, pienso en Ti, Jesús,

que me hablas con amor

y me cuidas con cariño y razón.

 

Cuando vayas a la iglesia,

piensa en lo que has hecho

y no en pasar el rato y jugar

porque Dios siempre te verá.

 

Si algún día me perdiera

me ataría a la razón

y al querer del Señor

que me cuida con todo su corazón;

y no lloraría

porque hay gente que lo pasa peor.

   

María Sánchez Flamarión

11 años     -     Madrid  

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