Fui
a la iglesia con doña Florencia y
hablé con Jesús que
me perdonó mi imprudencia. Él
me dijo: no llores, mi niña, no
es tu imprudencia lo que me molesta; es
tu falta de visita a la casa del Señor. Desde
aquel día, voy
a la iglesia con
Florencia o sin Florencia. En
la casa del Señor hay sitio para todos, aunque
seas mala influencia y
te portes con mala prudencia. Si
crees en el Señor, su
casa te dirá con amor: bienvenida
a la casa del Señor. Si
tengo penas, pienso en Ti, Jesús, que
me hablas con amor y
me cuidas con cariño y razón.
Cuando
vayas a la iglesia, piensa
en lo que has hecho y
no en pasar el rato y jugar porque
Dios siempre te verá. Si
algún día me perdiera me
ataría a la razón y
al querer del Señor que
me cuida con todo su corazón; y
no lloraría porque
hay gente que lo pasa peor. María Sánchez Flamarión 11
años - Madrid
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