A
la vida nací con ilusiones,
grandes
planes surcaron mi cabeza
para
un mundo de paz y de pureza,
exento
de egoísmos y pasiones.
Al
combate me di sin ambiciones,
me
derrotó el rechazo, la tristeza,
triunfó
la terrenal naturaleza
de
soberbias, envidias y traiciones.
Mi
espíritu, en la orilla de la vida,
sufre
solo, marchito e infecundo
contemplando
la práctica suicida.
El
impulso interior, rey vagabundo,
se
inflama ante la guerra fratricida
y
seguirá luchando moribundo.
Mas
alguna persona, en este mundo,
derrotará al satánico homicida,
le
enviará por siempre a lo profundo.



Emma-Margarita
R. A.-Valdés


