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ARRANCA
MIS PIEDRAS DE MOLINO (Mt 18,6-9; Mc 9,42-48) Por
Si mis ojos son sucia opacidad y en sus cuencas habitan las luciérnagas; si en mis ojos fulgura la maldad asesina del bien y la belleza; si mis ojos ocultan la verdad y no miran de frente a las estrellas, ¡arráncamelos!, porque veré tu luz de eternidad tras la cortina múltiple de tierra.
Si mis manos, al tacto de azucena acarician escamas de serpiente; si en mis manos se enturbia la patena con mis dedos vacíos de laureles; si mis manos esconden la cadena y no entregan su pan a los más débiles, ¡arráncamelas!, porque el muñón, en su íntima condena, repetirá el latido de tus sienes.
Si mis pies no recorren el camino que conduce a la casa de mi Padre; si en mis pies no se apoya el peregrino al sentir su final inaplazable; si mis pies no conocen el destino que espera a la caída de la tarde, ¡arráncamelos!, porque, abrazando el tronco del espino, alcanzaré tus frutos celestiales.
Del libro "Versos de amor y gloria" Biblioteca de Autores Cristianos (BAC)
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