Fechas
destacadas de la Legión de María

Manual de la Legión de María
Capítulo
XXX del Manual de la Legión de María
Actos públicos
1. El acies.
2. La reunión general anual.
3. La fiesta al aire libre.
4. La fiesta del praesidium.
5. El congreso.
Cada curia tiene la obligación de reunir periódicamente a sus
miembros, para que lleguen a conocerse y para fomentar entre ellos
el espíritu de unión.
Los actos públicos de la Legión son los siguientes:
1. El acies
Dada la importancia que tiene para la Legión la devoción a
María, cada año se consagrarán a Ella los legionarios, individual y
colectivamente, el día 25 de marzo -o en una fecha lo más cercana a
ésa- en un acto solemne llamado acies.
Esta voz latina -que significa un ejército en orden de batalla-
designa con propiedad la ceremonia en que se reúnen los legionarios
de María para renovar su homenaje a la Reina de la Legión, y para
recibir de Ella fuerza y bendición para otro año más de lucha contra
las fuerzas del mal. Acies contrasta con praesidium: el primero
representa a la Legión congregada, en formación; el segundo, a la
misma Legión repartida en diversas banderas, entregada cada cual a
su propio campo de operaciones.
Puesto que el acies es el gran acto central del año para la
Legión, es necesario subrayar la importancia de que acudan todos los
socios. La idea fundamental de la Legión -en que estriba todo lo
demás- es que se trabaja en unión con María, su Reina, y bajo su
mando. El acies es una declaración solemne de dicha unión y
dependencia, la renovación -individual y colectiva- de la
declaración legionaria de lealtad. Si algún legionario, pues,
pudiendo acudir a la función, no acude, da a entender
manifiestamente que no tiene nada o muy poco del espíritu de la
Legión, y que no la beneficia gran cosa con haberse alistado en sus
filas.
El procedimiento es como sigue:
En el día señalado para la ceremonia se reunirán los
legionarios, si es posible, en alguna iglesia, donde se habrá
colocado en sitio conveniente una imagen de María Inmaculada,
adornada de flores y luces, y delante de ella un modelo grande del
vexillum de la Legión, descrito en el capítulo 27.
Empieza la función con un himno, y sigue después el rezo de las
oraciones iniciales de la Legión, incluyendo el rosario. A
continuación, un sacerdote explicará el significado del acto de
consagración que se va a hacer; después de la plática, se inicia la
procesión hacia la imagen de la Virgen. Van primero los directores
espirituales, de uno en uno. Luego los legionarios, también de uno
en uno, o de dos en dos si son muchos. Al llegar al vexillum, cada
uno -o cada par- se detiene, coloca su mano en el asta del mismo y
pronuncia en voz alta, como acto de consagración individual, estas
palabras: Soy todo tuyo, Reina mía, Madre mía, y cuanto tengo tuyo
es. Dicho esto, el legionario deja el vexillum, hace una pequeña
inclinación de cabeza y se retira. Si por el crecido número de
legionarios resultase el desfile largo y monótono, se podrá amenizar
el acto con alguna música adecuada.
No se debe usar más de un vexillum; duplicarlos abreviaría el
acto, pero destruiría su unidad. Y, además, la prisa añadiría una
nota discordante. La característica particular del acies deberá ser
su orden y dignidad.
Vueltos a sus puestos todos los legionarios, un sacerdote lee
en voz alta el acto de consagración a nuestra Señora en nombre de
todos los presentes. Después, todos en pie, rezan las oraciones de
la catena. Luego sigue la Bendición
con el Santísimo, y se termina con las oraciones finales de la
Legión y el canto de un himno, y el Acies.
Si es posible, inclúyase en el programa la celebración de la
Eucaristía, en vez de la Bendición con el Santísimo. Los otros
detalles de la ceremonia permanecerían igual. La Eucaristía asumiría
en si todas las consagraciones y ofrendas ya hechas, y serviría para
presentarlas al Padre Eterno mediante el "único Mediador" y en el
Espíritu Santo, y en las manos maternales de "la generosa compañera
y humilde esclava del Señor" (LG, 61).
La citada fórmula de consagración: Soy todo tuyo, Reina mía,
Madre mía, y cuanto tengo tuyo es, no debe pronunciarse
mecánicamente, sin meditarla. Cada socio debe condensar en ella el
más alto grado de comprensión y gratitud profunda. Para ayudarse a
conseguirlo debería estudiar la Síntesis mariana que aparece en este
Manual como apéndice 11. Tal síntesis resume el papel singular
desempeñado por María en el plan divino de la salvación, y, por
consiguiente, el deber de gratitud que cada uno ha contraído con
Ella. Tal vez se podría hacer de esa síntesis el tema de la lectura
espiritual y de la allocutio en la junta del praesidium precedente
al acies. Se ha sugerido que se use también como el acto colectivo
de consagración en la ceremonia misma.
2. La reunión general
anual
El día más próximo posible a la fiesta de la Inmaculada
Concepción se celebrará un acto social, en el que se reúnan todos
los miembros. Si se cree oportuno, se puede comenzar con un acto de
culto en la iglesia.
A continuación se celebra la función social. Si no se hubieran
rezado antes en la iglesia las oraciones legionarias, se rezarán
durante la velada, divididas en tres partes.
Es mejor limitar el programa de la velada a números presentados
por los legionarios. Además de números festivos, debería haber
algunas charlas o informes de interés legionario.
De sobra está recordar a los legionarios que en estas funciones
no caben etiquetas. Hay que evitarías a toda costa, sobre todo
cuando toman parte en el acto muchos legionarios. El fin del acto es
que todos los presentes se lleguen a conocer mejor; con este objeto,
el programa deberá ofrecer facilidades para la movilidad y la
conversación. Los encargados procurarán que los socios no formen
corrillos aislados, frustrándose así la finalidad principal del
acto, que es fomentar el espíritu de unidad y amor en la familia
legionaria.
3. La fiesta al aire libre
Esta fiesta al aire libre se remonta hasta los inicios de la
Legión. No es obligatoria, pero está recomendada. Podrá tomar la
forma de una excursión, peregrinación, o simplemente un acto al aire
libre. La curia determinará si esta celebración ha de ser de toda la
curia o sólo del praesidium. En este caso, pueden juntarse para la
fiesta dos o más praesidia.
4. La fiesta del
praesidium
Se recomienda con insistencia que cada praesidium celebre una
función de carácter social alrededor de la fiesta de la Natividad de
nuestra Señora. En aquellos centros donde haya muchos praesidia,
podrán juntarse varios, si quieren, para celebrarla. Se puede
convidar a la función a personas aptas para ser socios, a fin de
animarles a que lo sean.
Se recomienda el rezo de todas las oraciones legionarias
-incluso el rosario-, divididas en tres partes, como en la junta del
praesidium. El tiempo tomado al acto social no pasará de unos
cuantos minutos, pero este tributo a nuestra Señora quedará más que
recompensado con el mayor fruto de la función. La Reina de la Legión
es también la "Causa de nuestra alegría", y nos pagará nuestro
recuerdo y devoción, haciendo que la función sea para todos ocasión
de singular gozo.
Entre los números musicales se intercalará por lo menos una
breve charla legionaria. Así aprenderán todos un poco más acerca de
la Legión y, de paso, el programa resultará más variado. El mero
entretenimiento tiende a cansar.
5. El congreso
El primer congreso de la Legión lo celebró la curia de Clare,
Irlanda, el domingo de Resurrección del año 1939. Su feliz resultado
animó a otros, como suele suceder con los éxitos, y ahora el
congreso está profundamente arraigado en la vida de la Legión.
Un congreso no debe rebasar los límites de un comitium o de una
curia. Asambleas de mayores vuelos no obedecerían al concepto
primitivo de un congreso, ni producirían los frutos deseados. Por lo
tanto, si esas asambleas se celebran, no hay que darles el nombre de
congreso, ni se les puede tomar como sustitutos del mismo. Pero esto
no quiere decir que no se pueda invitar al congreso a personas de
otras zonas.
El Concilium ha dispuesto que ningún consejo celebre un
congreso con mayor frecuencia que cada dos años. Se le debe dedicar
un día entero. Si se pudiera celebrar en una casa religiosa,
quedarían resueltos muchos problemas. A ser posible, los actos
comenzarán con la misa, a la cual sigue una breve plática del
director espiritual u otro sacerdote, y terminarán con la Bendición.
La jornada se subdivide en sesiones, cada sesión con uno o
varios temas. Alguien expone brevemente el tema, que tendrá
preparado de antemano, pero todos han de tomar alguna parte en las
discusiones. Esta participación común constituye la vida misma del
congreso.
Una vez más insistimos en que no hablen demasiado los oficiales
que presiden, ni intervengan constantemente en las discusiones. Los
congresos, lo mismo que las juntas de los consejos, han de seguir el
método parlamentario: participación común dirigida desde la
presidencia. Algunos presidentes muestran cierta tendencia a
comentar lo que dicen los demás. Esto repugna a la idea del
congreso, y no debe tolerarse.
Sería de desear que estuvieran en el congreso algunos
representantes de un consejo administrativo superior, los cuales
podrían desempeñar algunos de los oficios más importantes, como
presidir, iniciar las discusiones, etc.
Hay que evitar el afán de buscar efectos retóricos, porque
crearían un ambiente artificial, y no es ése el ambiente de la
Legión; y en tal ambiente nadie se sentirá inspirado, ni se
resolverá ningún problema.
Unas veces se organizará el congreso para todos los
legionarios; otras, sólo para los oficiales de los praesidia. En el
primer caso, y en la primera sesión, se podría distribuir a los
legionarios en varios equipos de trabajo según los cargos que
ocupan, formando los no oficiales otro grupo separado; así se
someterían a estudio los deberes y las necesidades particulares de
cada grupo. También podrían agruparse los legionarios según las
obras a que se dedican. Pero el distribuir los grupos de una u otra
manera en la sesión inaugural es libre, y, en todo caso, en las
sesiones siguientes no han de dividirse. Sería ilógico reunir a los
socios para después mantenerlos separados la mayor parte del tiempo
del congreso.
Y no hay que olvidar que los oficiales tienen deberes más
amplios que las funciones que normalmente corresponden a sus cargos;
por ejemplo: un secretario, que de ordinario se contenta con
escribir las actas, será un oficial muy deficiente, si no llega a
traspasar tan limitados horizontes. Como todos los oficiales son
miembros de la curia, en su reunión deben estudiar los métodos de
perfeccionar la vida de la curia, en todo lo que se refiere a las
juntas y a la administración en general.
Un congreso no debe reducirse a una junta de curia que sólo se
preocupa de temas administrativos y cuestiones de detalle; al
contrario, debe aplicarse a cosas fundamentales. Pero, normalmente,
todo lo que se aprende en el congreso lo tiene que poner en práctica
la curia.
Los temas deben girar sobre los principios básicos de la
Legión; más o menos, los siguientes:
a) La espiritualidad de la Legión. No se comprende la Legión
mientras los socios no se compenetren -a la medida de sus alcances-
de las múltiples facetas de la espiritualidad legionaria; y no se
logrará que funcione la Legión como es debido, si esa espiritualidad
no va vinculada al trabajo activo tan íntimamente que sea su móvil y
su alma; en otras palabras: la espiritualidad tiene que animar todo
el trabajo, como el alma anima al cuerpo.
b) Las cualidades que deben poseer los legionarios, y la manera
de desarrollarlas.
c) El sistema ordenado de la Legión, incluso el modo de dirigir
las juntas; y la cuestión importantísima de los informes de los
socios, es decir, la manera de darlos y de comentarlos.
d) Las obras legionarias, juntamente con el mejoramiento de los
métodos; y el proyectar obras nuevas, con las cuales pueda la Legión
alcanzar a todos los hombres.
Entre los actos del congreso debe haber un discurso -dado por
algún director espiritual o por un legionario capacitado- sobre
algún aspecto de la espiritualidad, los ideales o los deberes de la
Legión.
Cada sesión debe comenzar y terminar con una oración. Las
oraciones legionarias darán material suficiente para tres de estas
ocasiones.
La puntualidad y el buen orden son de precepto absoluto; de
otra manera todo se malogra.
Entre los diversos congresos que se celebren en una misma zona
tiene que haber cierta variedad. Primero, porque en un solo congreso
no se puede tratar más que un número limitado de temas, pero a lo
largo de varios años se puede llegar a mucho. Segundo, porque, a
todo trance, hay que evitar la sensación de estancamiento; por
consiguiente, hay que variar por variar. Y tercero; es verdad que el
feliz éxito de un congreso deja el deseo de repetirlo con el mismo
tema; pero conviene tener en cuenta que el éxito feliz fue debido
-en gran parte al menos- a la novedad del tema, y eso ya no se
repite. Si se quiere contar con la novedad como elemento de estímulo
en cada congreso nuevo que se celebre, es preciso prepararlo de
antemano con mucho ingenio.

Manual de la Legión de María
Ver también: Fechas destacadas de
la Legión de María

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Sería
conveniente que la Curia organizara difusiones mensuales.
Ver:
Sugerencias para las difusiones
Folleto
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Algunas
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