DESCUBRES LA SOMBRA DEL VERBO Por
Sube
como la hiedra tu loca rebeldía,
se
enrosca en la blancura de tus alas
y te
abaja hasta el barro.
Un
fragmento del salmo universal
grita tu
nombre por los arrecifes
exigiendo
el rescate
de la
materia errante en el exilio.
Eres,
Virgen María,
escalera
de luz para los pies sacrílegos
que están
pisoteando los laureles
de tu
jardín frondoso.
La rama
verde es pasto de las llamas
y
calcinan tus párpados
las
ascuas encendidas que te ciegan
velando
las raíces
del
sellado portal que tú inauguras.
Como al
ardiente arbusto del desierto
no te
consume el fuego enajenado,
sólo el
cierzo del mísero abandono
te seca
y te marchita con su zarpazo frío.
Se rompe
en tu garganta
la música
armoniosa de la esfera,
la
vibración divina, el venerable cántico
de tu niñez
armónica.
Te
reclama el silencio con vocación de lápida.
Vulneran
tus confines
latigazos,
espinas, vejaciones,
el soez
populacho, la denigrante túnica,
el
vejatorio báculo
y el
rostro ensangrentado que en paz se desdibuja.
El astro
moribundo engendrado en tu seno
resplandece
en el último horizonte
alumbrando
las cumbres.
Pero tú,
que contemplas el poniente,
no
puedes escapar
de la
acidez que infecta la razón.
Henchida
de terrores y tinieblas
batallas
con las nubes que ensombrecen el día,
te
elevas hacia Oriente desde heladas montañas
y clamas
en los riscos de las aves rapaces.
Trasciendes
las preguntas,
dejas la
reflexión suspendida en el éxtasis,
y
olvidas el pesar de la existencia.
Descubres
el contorno
de la
sombra del Verbo en el origen
y
concilia contrarios su nacimiento incólume.
Esta poesía, en mp3, recitada por la autora Del libro "Antes que la luz de la alborada, tú, María"
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