EL VIAJE A EGIPTO

Por

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

 

Un rumor de alas blancas se introduce en la esfera

de la visible realidad

denunciando a José la espada de la ira.

Es preciso partir, morir un poco,

desasirse del húmedo heno,

del calor del pesebre,

retoñar con el rayo incomprensible.

 

 

 

Os guía el toque de centella

albergado en el centro de la carne

y, en José, Dios añadirá.

La noche abre su negro pórtico,

alumbran las luciérnagas, se arrastran las serpientes,

desde el cierzo cabalgan maldiciones

de cactus y de ortigas.

 

 

 

Se inicia el viaje a Egipto.

Un largo caminar

por el desierto, bajo el Sol

que reverbera su oro entre las dunas.

En soledad, a la intemperie,

atravesáis las sombras del crepúsculo

doblegados en manos del arquero.

 

 

 

El Niño tiene hambre y tú, solícita,

 le sacias con la albura de tu pecho.

Se agiganta tu sed

por el casto manjar que viertes, generosa,

para calmar su triste llanto.

Manan los vaticinios

el acíbar, la hiel, en tus labios salobres.

 

 

 

Lamentos y gemidos, relámpagos de sangre,

lágrimas por los muertos inocentes

en la tela de araña del poder,

ensombrecen el firmamento.

Tú, misericordiosa, asumes,

la tortura integral

de las mujeres mutiladas.

 

 

 

Tú llevas el consuelo,

el austro suave, portador de lluvia,

anegará los campos,

bendecirá la flor y esparcirá su aroma

sobre rocas, espinas, pedregales.

Ya su tierno verdor

envarona en las márgenes del Nilo.

 

 

 

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

 

Del libro "Antes que la luz de la alborada, tú, María

Especial Virgen María

Contenido

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Pintor: Murillo