POR
TI, MARÍA, LLEGÓ
AQUEL FELIZ
MOMENTO
Por
Emma-Margarita R.
A.-Valdés
Estaba
el universo de espaldas a la luz,
era
limo la esfera y el hombre era ceniza,
el
mar había olvidado su sinfonía azul
y
el valle opaco erraba muy lejos de la orilla.
Prendida
en un lucero brillaba la promesa
con
fulgores benditos para la humanidad:
y
fue por ti, María, que amaneció en la tierra
porque
tus pies de lirio aplastaron el mal.
En
el feliz instante de cumplir la palabra
una
ligera brisa acaricia el ciprés,
la
flor dio paso al fruto en tu corola blanca
y
eres trigal y viña para el naciente Edén.
Fuiste
la esposa virgen, el barro primitivo
que
libremente acepta la expiación salvífica,
por
ti se abre la puerta del eterno recinto
cerrada
en el origen por necia rebeldía.
Has
tenido noticias de su resurrección
con
la presencia ingrávida de su imagen divina.
Surgía
un paraíso bañado en su esplendor
y
en agua rutilante del manantial de Vida.
¡Alégrate,
María!, Jesús está contigo.
Se
engrandece tu espíritu en el laurel de Dios.
Fuiste,
en todas sus horas, el maternal latido
y
sigues siendo virgen esclava del Señor.

Emma-Margarita R.
A.-Valdés
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