A
UNA ARRIBISTA
Por
Emma-Margarita
R. A.-Valdés
Tu
ser exterior
enciende
frías luces, fuegos fatuos
sobre
vacías bóvedas
de
interior sombrío,
febril,
venenoso,
con
odio y envidia.
Tu
máscara azul,
de
infantil candidez,
tiene
un reverso verdeoscuro y áspero.
Enroscan
tu lengua
la
falsa acusación y la mentira;
se
suicida en tu boca
un
corazón de niño.
Trepas
sobre cadáveres
de
los que asesinaste con blancura
de
nieve irredenta,
y
ya tocas el borde del ocaso
que
presientes fulgor irrepetible
en
una insensata
transmutación
de clásicos valores.
Eres
fruto ácido
del
árbol germinado en este cieno
decrépito
y corrupto
que
hiciste única savia de tu tronco.
Creces
orondamente
sobre
valiosos restos
de
glorias sepultadas a deshora
por
infectos cuchillos de ambición.
Incapaz
de mérito
nacido
de tu espíritu,
extingues
el ajeno con traición
de
bífida palabra,
y
usurpas, siendo estéril, el lugar
de
la auténtica madre
que
arrojaste a la esquina de ese mundo.
Tu
euforia encubre
la
realidad hiriente del desvío,
y
cantas tu victoria en campo muerto
a
la esperanza.
Se
quiebran
a tu paso
los
sagrados principios
sembrados
en la tierra del honor
con
semillas de cielo.
Al
final del camino,
cuando
la luz de la única Verdad
ilumine
tus sombras,
¿de
qué te servirá tu pedestal?.
En mp3, recitada por la autora.
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