
UN
DÍA EN EL PUEBLO
Por
Emma-Margarita
R. A.-Valdés

Sobre
las calles del pueblo
madruga
el sol del trabajo,
brillantes
rayos rojizos
descienden
por los tejados,
contra
el silencio del aire
golpea
el canto del gallo.
Se
despiertan las ventanas,
se
abren misales y arados.
Los
lugareños bostezan
sus
sueños de hadas y trasgos,
horas
en las que tuvieron
el
paraíso en sus manos
y
una realidad de bronce
se
condensa entre sus párpados.
Por
las veredas angostas
se
arrastran dóciles pasos
de
los duros campesinos
que
van a preñar los campos.
Las
madres, en las alcobas,
limpian
su hueco regazo,
trajinan
por los pasillos
sus
cuerpos, surcos cansados.
Los
jóvenes quieren irse
del
pueblo de cal y barro.
Los
chiquillos, en la escuela,
viven
un mundo lejano
de
océanos y montañas,
mariposas
y gusanos.
¡Buenos
días tenga usted!
-saluda
el cura al paisano-
espero
verle en la iglesia,
en
la Misa y el Rosario.
Circula
una gran pregunta
por
la calle y el mercado:
¿Saben
la absurda noticia
de
fulana y de fulano?.
¡Seis
doble!- canta una voz
del
hogar del jubilado-.
Juegan
su juego de amores
la
muchacha y el muchacho.
Ladra
un perro a los chavales.
Se
oye al grillo desde el campo.
Por
las montañas del límite
se
marcha el sol al ocaso,
vuelven
del campo labriegos
con
el pan bajo los brazos.
Se
van durmiendo ventanas,
se
van cerrando los párpados.
Los
sueños abren sus alas
bajo
los rojos tejados.
Tras
la esquina de la noche
la
humedad del desengaño,
la
angustia de las ausencias
en
los pueblos olvidados
Por
la torre de la iglesia
revolotean los pájaros.
Emma-Margarita
R. A.-Valdés

Poesía
vital
Contenido
Libros de Emma-Margarita R.
A.-Valdés

Si
quiere enviar un mensaje
recomendando estas
páginas, pulse
AQUÍ
Añada
este sitio a sus Favoritos

|