TE OFREZCO MI MANO
A solas te diré, querido hermano
(por seguir los mandatos del
Maestro)
que en tu íntima soberbia
no ves el fuego fatuo que te
alumbra,
las luces pálidas de las
lisonjas,
productos de escondidos
intereses
de la estéril putrefacción
humana.

Aleja los laureles mortecinos,
abre al Sol tus oscuros
ventanales,
abraza luminosos látigos
de humildad y servicio.
de amor y entrega libre, sin
reservas.
Escucha el silbo suave, amoroso,
del rey del universo.

No soy luz, soy luciérnaga
velada
por niebla de la carne,
pero busco el camino entre la
umbría
de los fosos del mundo.
Me alejo de las nubes del ocaso
y te ofrezco mi mano para el
viaje
al valle luminoso de la paz.

DIOS ES MISERICORDIA
Mandato de lo alto
es reprender solícito al
hermano,
mas su virtud exalto,
es sólo un ser humano,
y le aconsejo sea un buen
cristiano.

Lleve su falta el viento
y la abrase en la llama del
Amor,
que su arrepentimiento,
en manos del Señor,
le libre de la pena y del dolor.

Que en la Virgen se mire
e imite sus virtudes, su piedad,
que su credo no expire,
no triunfe la maldad
y sirva a Dios con fe y con
caridad.

Dios es misericordia,
cuida del pecador impenitente,
proclama la concordia
para toda la gente
y desea la paz eternamente.

Que a mí también perdone,
confío en su corazón fiel y
clemente

Emma-Margarita R.
A.-Valdés

Del libro "VERBO y verso"
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