SACRIFICIO

Por

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

Para Isabel, que me indicó el contenido de esta poesía, acompañándola en su tristeza.

 

 

Hoy siento el gran vacío de mi entraña,

del ser asesinado por tu amor,

arrancado por manos de cizaña,

como ofrenda ante el dios de tu favor.

 

Me pediste romper la telaraña

tejida en el delirio,  nueva flor

de la vida que en mí crecía extraña

y en mi cuerpo emergía su sabor;

temías de sus hilos la maraña

que atrapara tu vuelo seductor,

perder tu libertad, tu ruin patraña

de macho, de tu afán conquistador.

Y yo, por no perderte, hice tamaña

atrocidad, merezco mi amargor.

 

Fue un sacrificio inútil, el candor

en la pasión, que hoy me traiciona y daña

y llena mi vivir de sinsabor.

Tú sigues tu camino, nada empaña

tu insensible presente ni tu ardor.

En mí mente la herida no restaña,

aún percibo en mis pechos su calor

y su presencia etérea me acompaña,

¡no puedo desasirme del dolor!

 El fiero crimen fue cruel hazaña:

¡trunqué una vida en todo su esplendor!.

 

Confío en la indulgencia del Señor,

cuando siegue mi cuerpo la guadaña

de la muerte, en el lapso del temor,

que mi culpa sacrílega no ataña

a mi sanción, ¡por Cristo Redentor!.

¡Ya sufro la condena!, que me baña

con mi arrepentimiento salvador.

 

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

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Pintor: Jean-Louis Courteau