Poesías para la Navidad

por

José María Zandueta Munárriz


¡N A V I D A D!

Rumbo a Belén, el cielo está sombrío.
Ya va a caer la tarde. El sol declina.
Una noche muy negra se avecina
y María y José tiemblan de frío.

Nadie les va a acoger. Hay tal gentío
que no encuentran posada. Se adivina
una repulsa avara, ruin, mezquina,
saturada de burlas y vacío .

¿Es Navidad? Jesús, el Rey del Cielo,
sólo encuentra cobijo entre la paja
de un oscuro portal. ¡Triste retablo!

Y en un rasgo de amor y santo anhelo,
a  tal punto se humilla y se  rebaja
que nace en el pesebre de un establo.

PAZ  A LOS HOMBRES

Un fulgor sideral, luz cristalina,
rasga las sombras de la medianoche
y su lumbre en fantástico derroche,
llena el portal de claridad divina.

La paja del pesebre se ilumina
y brilla como el sol – áureo broche –
que arropará a Jesús en esta noche
con su pálida luz alabastrina.  

Pastores, panderetas y sonajas.
"Paz a los hombres" es la Buena Nueva
que surca el aire con clamor profundo.

Y en la pobreza de unas frías pajas
y en el silencio de una humilde cueva,
nace en Belén el Salvador del mundo.

¡E S   NO C H E B U E N A!

Es Nochebuena. Fría luz lejana
llega al alto dintel del firmamento
y una estrella fugaz en movimiento
cruza el portal con gracia soberana.

El pesebre de luces se engalana.
Nace Cristo Jesús y un tibio aliento
palpita en derredor del Nacimiento,
arropando una vida tan temprana.

El Orbe entero dobla su rodilla
adorando el misterio trascendente
del Dios Niño. Mesías prometido.

¡Oh milagro de amor, qué maravilla
y en Belén de Judá se hace presente
Jesús, el Niño Dios recién nacido.


  NOCHE DE NAVIDAD

Noche de Navidad, noche serena,
noche de Amor y Paz, noche bendita
en la que el Niño Dios nace y dormita
en un frío portal.¡Ya es Nochebuena!

Errante  estrella azul, celeste antena,
sobre aquel pobre establo precipita
sus regueros de luz, fulge y palpita
iluminando tan humilde escena.

has nacido en Belén, oh Jesús Niño
con tal penuria y escasez de bienes
que sufro al ver tan mísero retablo.

Yo te ofrezco mi vida y mi cariño
porque Tú, siendo Dios, tan sólo tienes
un pesebre por cuna en un establo.



CANTATA FINAL

Se escucha un tierno vagido,
está la noche mediada
y un resplandor de alborada
cruza en el aire dormido.
El Niño Dios ha nacido.
¡Qué celeste claridad!
Cantad, ángeles, cantad:
"Gloria a dios en las alturas
y Paz a las almas puras
y de buena voluntad".

Abandonando el otero,
corred a Belén, Pastores.
¿No divisáis los fulgores
de aquel divino lucero?
Este es el blanco cordero,
hostia de propiciación,
que en sublime inmolación
tomó las culpas ajenas
rompiendo nuestras cadenas
con su Muerte y su Pasión.

Para ofrendarle sus dones
llegan los Magos de Oriente,
toda la pompa esplendente
de tres lejanas naciones.
Rendidos los corazones,
Reyes, venidle a adorar.
Este pesebre es altar,
trono donde Dios se humilla.
Doblad, pues, vuestra rodilla,
Melchor, Gaspar, Baltasar.

 

 

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