El plato

Por

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

 

Mi amiga compró un plato.

-¡Irrompible!, dijeron-

Era de un material

muy caro y muy moderno.

 

Con enorme ilusión

lo estrenó en el almuerzo,

lo cuidó con cariño,

con paciencia, con celo,

pues aunque ella sabía

no podía romperlo,

temía que ocurriese

por ser invento nuevo,

era el único plato

en lo malo y lo bueno.

 

Plato para una vida,

con caviar o puchero,

para un día de fiesta,

para un día de duelo.

 

Mas a los pocos meses

se le fue de los dedos

y en el suelo brillaron

millares de fragmentos.

Finísimos cristales

taladraron su pecho,

socavaron su casa,

angustiaron sus sueños,

y siguen aún clavados

en todos sus senderos.

   

Son los tiempos actuales

con sofismas y cebos,

atractivas mentiras

que dan malo por bueno.

No rompe de esa forma

un plato de otros tiempos,

se podía arreglar

con un buen pegamento.

Quedaban las señales

como un viejo recuerdo

de errores que no deben

cometerse de nuevo,

pues su materia es frágil

y merece el esfuerzo.

 

Por eso, amiga mía,

aunque no sea moderno,

no enmiendes, que este plato

debe ser duradero.

 

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

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