UNA SOLA OFRENDA

(Hch 10,6-18; Sal 50; Lc, 15,1-3.11-32, Mt, 18,12-15; Lc, 15,4-7)

Por

   Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

 

 Me has abierto la entrada al Santuario,

tras la cortina inicio mi camino,

con tu agua purifico mis pecados,

no pides oblación y sacrificio.

Sólo traigo mi pena y mi dolor,

mi pesar por haberte abandonado,

por el tiempo perdido en la ilusión

de encontrar en el mundo mi remanso.

 

Mi ofrenda del dolor no la desprecias

porque me forja libre y trascendente.

¡Enalba mis sentidos, mi conciencia,

y viviré en tu reino con mi muerte!.

 

Aquí estoy para hacer tu voluntad,

para darte los frutos de mi vida.

¡Vacíame en el molde de tu altar,

en el ritual sagrado de tu Misa!.

Llevaré por la tierra tu mensaje,

lucharé contra el sequito infernal,

cantaré tu alabanza por los mares

y seré un siervo digno de tu paz.

 

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

Del libro "Versos de amor y gloria"

Biblioteca de Autores Cristianos (BAC)

 

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Poesía trascendental  -  La Eucaristía

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