OBEDECERÉ
¡Cuántas veces te prometí seguirte
y falté a mi promesa!
No merezco tu amor.
¡Cuántas veces no obedecí tus normas!
Me quedé en mi vacío
sin cumplir tus mandatos.
¡Cuántas veces mentí, Señor, y dije
que en mundana espesura de placeres
mantenía mi fe!
¡Cuántas veces comí, del árbol
muerto,
la fruta madurada
en las lóbregas cuevas de la vida!
¡Cuántas veces, Señor,
hambriento de riqueza,
te suplí por los dioses de este
mundo!
¡Cuántas veces, en fin,
acomodé tu Ley a mis deseos
navegando por aguas cenagosas!
Desde ahora a ti obedeceré.
No buscaré utopías en las cumbres.
Trabajaré en tu viña.
Quizá llegue a tu reino
entre aquéllos que se han
arrepentido,
entre los marginados de la tierra.
Tú lo has dicho, Señor,
y creo en tu palabra salvadora
con sílabas de amor y de indulgencia.
Que el nuevo amanecer
traiga el Sol de la altura y que me
inflame
con sus rayos divinos.
Deseo, mi Señor, tu amor, tu paz.
Emma-Margarita R. A.-Valdés
email del autor:
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