MURIÓ MI
SUEÑO
Por
Emma-Margarita R. A.-Valdés
¡Algo de mí se ha muerto en este
día!.
No eres dueña, mujer, de mi cosecha,
de lo engendrado en ti con mi
semilla.
En oscuro silencio
ocultaste la luz de la noticia.
Yo esperaba con ansia el fruto del
amor,
concebir mi latido en nueva vida,
abrazar el calor de eternidad
en la pequeña aurora renacida.
Tú, mujer, albergabas mi ilusión
escondida en tu arcilla.
Como el ladrón oculta su delito,
guardabas el secreto que te hería.
No querías perder tu libertad
ni la efigie lograda con dinero y
fatigas,
ajustada al dictado de la moda.
Un nuevo ser traería
la odiada esclavitud, la gestación,
lacra de la subclase femenina.
Hoy supe con dolor, que robaste,
mujer,
el tesoro que en pie me sostenía,
el hijo deseado,
el ser que en tus entrañas
concebías,
un ser que era tan mío como tuyo,
¡hijo de Dios!... ¡Diabólica
perfidia!.
Ahora contemplo el juego de algún
niño,
su encanto, su alegría, su párvula
sonrisa...
Me duele el corazón por lo perdido.
¡Qué cruel injusticia!
¡Algo de mí se ha muerto en este
día!.
Emma-Margarita R. A.-Valdés
Poesía
vital -
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