En la pequeña ciudad de Seefeld, un 25 de marzo de 1384,
Oswald Milser, caballero del castillo de Schloßberg,
pretendió recibir, durante la Misa del Jueves Santo, la
Hostia Magna. En el momento que la estaba tomando, el
suelo comenzó a temblar y a abrirse. Y cuando Oswald se
aferró al altar para no caer, el sacerdote logró
recuperar la Hostia de su boca. Entonces, el temblor
cesó. Mientras tanto, la Hostia comenzó a derramar
Sangre viva. Los testimonios presentes fueron numerosos.
Rápidamente la noticia se difundió por toda la nación.
El mismo Emperador Maximiliano I se convirtió en un
ferviente devoto.
Hoy es posible visitar la iglesia de San Oswald, donde
está expuesta la preciosa Reliquia de la Hostia manchada
de Sangre. Además, existen numerosas pinturas que
ilustran el Prodigio.
La pequeña ciudad de Seefeld es actualmente meta de
numerosas peregrinaciones gracias al Milagro
Eucarístico sucedido en el año 1384. |