Milagro
eucarístico - París (Francia)- Año 1290
En la Pascua de 1290, una persona no
creyente que tenía gran odio hacia la fe y no creía en la
presencia real de Cristo en la Eucaristía, hurtó una Hostia
consagrada con el fin de profanarla. Primero la apuñaló y
luego la echó al agua hirviendo. Entonces, la Hostia se
elevó por sí sola ante la mirada del profanador, que
impresionado vio como ésta se posaba en el recipiente de una
mujer piadosa quien luego entregó la Partícula al párroco.
Las autoridades eclesiales, el rey y todo el pueblo
decidieron transformar la casa del profanador en una
capilla.
Se conservan, hoy en día, gran
cantidad de documentos que dan testimonio de los hechos que
sucedieron en torno a este Milagro. Entre ellos está la obra
Historia de Florencia del historiador Giovanni Villani. En
el VII libro, capítulo 136, narra brevemente los aspectos
principales del Milagro. Una investigación minuciosa sobre
todas las fuentes fue realizada por la Sra. Moreu-Rendu, en
su obra "En París, calle de los Jardines", editada en 1954
con prólogo de Mons. Touzé, obispo auxiliar de París. La
autora, después de una exhaustiva investigación en base a
los documentos examinados rigurosamente, se pronunció a
favor de la autenticidad de los hechos. Pero entre todas las
obras, la más conocida es la “Historia de la Iglesia de
París”, escrita por el Arzobispo francés, Mons. Rupp. En
ella habla del Milagro Eucarístico de París, precisamente en
las páginas dedicadas al Episcopado de Simón Matifas de
Busay, quien tuvo la sede de Saint Denis desde el año 1290
hasta 1304. “El domingo de Pascua, un 2 de abril de 1290, un
hombre llamado Jonathas, quien conservaba un odio a la fe
católica y no creía en la presencia real de Cristo en la
Hostia consagrada, siendo pagado para ello, logró apoderarse
de una Partícula consagrada. Cuando la tuvo entre sus manos,
comenzó a apuñalarla, pero de pronto, brotó de ella Sangre
en abundancia, hasta el punto de llenarse todo el recipiente
donde la Hostia había sido depositada. En medio del pánico,
Jonathas decidió arrojarla al fuego, pero la Hostia se elevó
por encima de las brasas. Fuera de sí, la cogió para
arrojarla al agua hirviente pero ésta, suspendida en el
aire, tomó la forma de un crucifijo. Finalmente, por sí
sola, descendió colocándose en la olla de una parroquiana de
Saint-Jean-en-Grève, quien la llevó a su párroco. A lo largo
de los siglos, la Hostia permaneció en un pequeño relicario
en la iglesia de Saint-Jean. Durante la Revolución, se
perdió todo rastro”. Existen varios hechos significativos:
la casa de Jonathas fue confiscada y luego, llamada “La Casa
de los Milagros” por el mismo rey Felipe II el Hermoso. Esto
está registrado en un acto de venta en el año 1291.
Diferentes indicios señalan la veracidad de esta historia:
el hecho que la casa fue transformada en un oratorio gracias
a la Bula de Bonifacio VIII, la denominación de “Rue du Dieu
bouilli” (calle del Dios hervido) nombrada así por el pueblo
de París a la calle que antes se llamaba de los “Jardines”,
la celebración eucarística en la capilla des Billettes del
Oficio de la Reparación del segundo domingo de Adviento y de
la Cuaresma, y más detalles que muestran la autenticidad del
milagro. |