MILAGRO EUCARÍSTICO DE IBORRA (ESPAÑA)

 

 

Ivorra (Cataluña, España) - año 1010

A un cuarto de hora del pueblo español de Ivorra, situado en el obispado de Solsona (Cataluña, España), hay una antiquísima capilla llamada Santa María, la cual, hace diez siglos, fue el escenario de un milagro Eucarístico.

Mientras celebraba la Santa Misa, un día del año 1010, el Reverendo Bernardo Oliver, rector de dicha capilla, en el momento de pronunciar las palabras de consagración sobre el cáliz, le asaltó una fuerte tentación de duda referente a la presencia real de Jesucristo en el vino consagrado. Fuese que el sacerdote no hubiese rechazado la tentación con la prontitud debida o que el Señor se sirviera de ella para confirmar una vez más la verdad del dogma de la Transubstanciación, con un prodigio de su omnipotencia, comenzó a brotar del cáliz una fuente de Sangre, tan abundante y copiosa que empapó los corporales y no paró hasta esparcirse por el pavimento de la capilla. No hay palabras para explicar la turbación del sacerdote celebrante y la admiración de los asistentes al Santo Sacrificio de la Misa, delante de un prodigio tan sorprendente. La noticia corrió enseguida por todo el pueblo y algunas personas se apresuraron a empapar en aquella Sangre milagrosa lo primero que tuvieron a mano.

Mientras esto ocurría dentro de la capilla, las campanas, en lo alto de la torre, comenzaron a repicar solas, como para anunciar a todo el contorno tan grande y prodigiosa nueva.

La confirmación de un santo obispo y del Papa:

Entre los muchos que acudieron a presenciar el milagro estaba San Ermengol, Obispo de Urgel, que entonces estaba casualmente en Guisona. Este santo, después de informarse bien de todas las circunstancias, no pudo menos que reconocer que se trataba de un hecho sobrenatural y divino. Años mas tarde, deseoso de proceder con toda la discreción y prudencia que la Iglesia acostumbra a emplear en casos semejantes, el obispo Ermengol recogió parte de aquella Sangre preciosísima y se encaminó hacia Roma, para dar cuenta de ello al Santo Padre, que era entonces Sergio IV.

El Papa escuchó admirado el relato que le hizo el santo obispo y, después de aprobar la conducta de San Ermengol, dió crédito a la historia y autorizó el culto de aquella Sangre prodigiosa. Quiso corresponder al rico presente que se le hacía y regaló al santo diferentes y preciosas reliquias, entre ellas una espina de la corona de nuestro Señor Jesucristo.

Estas reliquias, junto con los corporales tintos en aquella Sangre milagrosa, que todavía se conservan y veneran en Ivorra, son objeto de dos fiestas, que se celebran anualmente en memoria perenne de aquel prodigio: la primera, el II Domingo de Pascua, y la segunda, el día 16 de agosto, ambas con gran solemnidad.

Prueba la verdad de este hecho, un documento antiquísimo, copia auténtica de la Bula que el mencionado Papa Sergio IV dio el año segundo de su pontificado (1010), autorizando el culto y la veneración de la prodigiosa reliquia, y un Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, firmado el 27 de junio de 1868, confirmando dicha autorización.

El milagro Eucarístico de Ivorra y la ciencia:

Mil años después del milagro eucarístico de Ivorra, la ciencia ayuda a despejar las dudas que aún puedan tener los más incrédulos. El resultado de unos análisis efectuados, por una universidad y por un laboratorio, han certificado la autenticidad de la tela y de la sangre contenida en algunas de las reliquias que se conservan en el santuario de la Mare de Déu de Ivorra, donde se venera el Sant Dubte.

 

 

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