El venerable
padre Cabañuelas, o fray Pedro de Valladolid (su nombre de
religión), fue protagonista de un prodigioso milagro
ocurrido en el Monasterio de Guadalupe (Cáceres, España). Se
distinguió por su profunda devoción a la Sagrada Eucaristía,
en cuya contemplación y meditación gastaba gran parte de las
horas del día y de la noche. Pero quiso el Señor aquilatar
aquella su fe en el gran Misterio, permitiendo al enemigo de
las almas que viniera a perturbar su imaginación con
terribles dudas sobre la presencia real de Cristo en el
Sacramento del Altar, dudas que se acrecentaban hasta
producirle tremenda angustia, mientras celebraba el Santo
Sacrificio.
El milagro:
El suceso
milagroso que disipó todas sus dudas y sus incertidumbres,
podemos situarlo cronológicamente hacia 1420, como a los 50
años de su edad, y es él mismo quien nos lo refiere, aunque
de tercera persona en una relación que de su puño y letra se
halló entre sus papeles después de su muerte, y que es la
sigueinte: "A un fraile de esta casa, dice que le sucedió
que un sábado, celebrando la Santa Misa, después que
consagró el Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, vio una cosa
como nube que cubrió el ara y el cáliz, de manera que no
veía otra cosa sino un poco de la cruz que estaba detrás del
ara, lo cual le inculcó gran temor y rogó al Señor con
muchas lagrimas, que le tuviera piedad y le manifestara qué
cosa era eso y que lo librase de tan gran peligro. Estando
muy atribulado y espantado, poco a poco se fue quitando
aquella nube, y cuando se quitó no halló la Hostia
consagrada y vio la hijuela que estaba sobre el cáliz,
quitada, y al ver el cáliz lo vio vacío. Al ver esto,
comenzó a llorar fuertemente, demandando misericordia a Dios
y encomendándose devotamente a la Virgen María. Y estando
así afligido, vio venir la Hostia consagrada puesta en una
patena muy resplandeciente, y púsose sobre el cáliz, y
comenzó a salir de ella gotas de sangre, en abundancia. Y
desde que la sangre hubo caído en el cáliz, púsose la
hijuela encima del cáliz y la Hostia encima del ara, como
antes estaba. Y el dicho fraile, estando así muy espantado y
llorando, oyó una voz que le dijo: Acaba tu oficio, y sea a
ti en secreto lo que viste".
Se divulga el milagro:
El hecho fue
pronto conocido y divulgado por todos los ámbitos de la
nación, y hasta los mismos reyes de Castilla, don Juan II y
su esposa doña María de Aragón, con el príncipe don Enrique,
el futuro Enrique IV, acudieron a Guadalupe para conocer y
tratar al siervo de Dios, elegido ya como prior del
monasterio, quedando tan prendados de su virtud y santidad,
que la reina le eligió por su consejero espiritual, y mandó
en su testamento que, cuando trajeran sus restos al
Santuario, colocaran a su lado los del padre Cabañuelas,
como en efecto se hizo
Aún nos queda
un precioso testimonio de la Misa Milagrosa: los corporales
y la hijuela, con unas gotas de sangre, usados en la misma,
reconocidos ante el notario apostólico en el siglo XVII,
fueron declarados auténticos y son hoy la mas preciada
reliquia con que se honra el relicario guadalupense, como
fueron también preclara reliquia eucarística, expuesta a la
veneración de los fieles, en el Congreso Eucarístico de
Toledo, en 1926.
El padre
Cabañuelas murió el 20 de marzo, de 1441, en olor de
santidad, muy querido y venerado de todos |