ME HAS LLAMADO, SEÑOR, A SER SAL, LUZ Y LEVADURA

(Mt 10,1-4; Mc 3,13-19; Lc 6,12-19)

Del libro "VERBO y verso"

 

Por

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

 

 

Me has llamado, Señor, para seguirte

para ser misionero en esta tierra

y me diste poder, tú me elegiste

sabiendo mi ignorancia y mi torpeza.

 

Tú sublimas las almas con potencia

del espíritu. Tú eres Dios, tú vienes

a darnos tu perdón, la vida eterna,

la caridad divina que nos cedes.

 

Indigno soy, Señor, de los haberes

que me ofreces por medio de tu gracia,

intentaré ser fuerte, ser valiente,

para llevar al mundo tu Palabra.

 

Como la sal aguada mi hice sosa

y no entregué el amor que recibí.

Como la luz nublada no alumbré

el camino de fe que lleva a Ti

Como la levadura caducada

no elevé el corazón y me perdí.

 

Como sal alegraste mi existencia

con la esperanza en una nueva vida.

 Como luz esplendente en noche oscura

alumbraste mi fe, fría, perdida.

Como la levadura me encumbraste

y sentí tu alma en mi alma entretejida.

 

Quiero darte lo que de mí deseas,

hazme ser sal, ser luz, ser levadura

para un mundo que olvida su destino.

Que mi alma sea bulliciosa y pura.

Quiero ser esa estrella, que en la noche,

con destellos de fe por Ti fulgura.

Quiero fortalecer mi débil fuerza

con el pan de tu amor y tu ternura.

 

Emma-Margarita R. A.-Valdés






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