Emma-Margarita
R A.-Valdés
Recordaré tu paz y tu sonrisa,
tu maternal entrega, tu oblación
del humano egoísmo y del disfrute
en el mundo del ocio, por amor.
No olvidaré las horas que, abnegada,
dedicaste a cuidarme con dulzor,
tu ayuda en los deberes del colegio,
la
virtud que forjaste en mi crisol.
Olvidaré tu humano deterioro,
el cansado latir del corazón,
las oscuras lagunas de tu mente
y el tiempo de la angustia, del dolor.
Me tranquiliza haberte acompañado
en los momentos duros del adiós.
Viviste con los tuyos, en tu casa,
sentiste de sus manos el calor.
Persevero con fe en el reencuentro
en una nueva vida, junto a Dios.
Gozaremos unidas, en familia,
bajo su clara Luz, su eterno Sol.