LA
HERENCIA
Llegó la tarde
amoratada y roja
con sus clavos y
espinas
en las viñas
robadas de la tierra fecunda.
Labradores de
insidias
se apoderan del
fruto
(la herencia de
los hijos de la fértil Palabra)
regado con la
sangre
del dueño de la
finca.
Golpean los
resquicios de recta propiedad
y asesinan palomas
mensajeras.
¿Qué cosecha
hallarán las manos enemigas?
¿Qué urdirá el
celador de las uvas del reino?
Una marmórea cueva
recogerá los huesos
de los hijos del
mal.
Será el podio de
piedra, para los pies desnudos
de los hijos del
reino,
que reclaman la
herencia de la eterna palabra,
No nacerán las
uvas
en los fríos
desiertos sin oasis
de la humana
avaricia.
SOY NOVICIO
Planta, Señor, tu viña en mi terreno,
la cuidaré con mimo, lo mereces,
la regaré con mi alma, con mis preces,
y el fruto para ti, mi nazareno.
En mi campo solícito faeno
porque tú mis trabajos agradeces,
con generosidad los enriqueces.
Mi corazón está, de tu amor, lleno.
Eres piedra angular de mi edificio,
me sostienes con mano generosa,
y fructifica en ti mi sacrificio.
Mi meta es trabajar a tu servicio,
en tu misión salvífica, gloriosa.
Soy, entre tus discípulos, novicio.
Emma-Margarita R. A.-Valdés
email del autor:
universo@universoliterario.net
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