Parábola de los viñadores asesinos: Mt 21,33-46; Mc 12,1-12; Lc 20,9-19

Del libro "VERBO y verso"

Por

Emma-Margarita R. A.-Valdés




LA HERENCIA

 Llegó la tarde amoratada y roja

con sus clavos y espinas

en las viñas robadas de la tierra fecunda.

 

Labradores de insidias

se apoderan del fruto

(la herencia de los hijos de la fértil Palabra)

regado con la sangre

del dueño de la finca.

Golpean los resquicios de recta propiedad

y asesinan palomas mensajeras.

¿Qué cosecha hallarán las manos enemigas?

¿Qué urdirá el celador de las uvas del reino?

Una marmórea cueva recogerá los huesos

de los hijos del mal.

Será el podio de piedra, para los pies desnudos

de los hijos del reino,

que reclaman la herencia de la eterna palabra,

 

No nacerán las uvas

en los fríos desiertos sin oasis

de la humana avaricia.

 

 
 

SOY NOVICIO

 

Planta, Señor, tu viña en mi terreno,

la cuidaré con mimo, lo mereces,

la regaré con mi alma, con mis preces,

y el fruto para ti, mi nazareno.

 

En mi campo solícito faeno

porque tú mis trabajos agradeces,

con generosidad los enriqueces.

Mi corazón está, de tu amor, lleno.

 

Eres piedra angular de mi edificio,

me sostienes con mano generosa,

y fructifica en ti mi sacrificio.

 

Mi meta es trabajar a tu servicio,

en tu misión salvífica, gloriosa.

Soy, entre tus discípulos, novicio.


Emma-Margarita R. A.-Valdés

email del autor: universo@universoliterario.net

 

 

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