JUAN BAUTISTA

(Lc 1,57-80)

Por

Emma-Margarita R. A.-Valdés

Señor, abre mis labios,

proclamará mi boca tu alabanza.

Yo gritaré tu nombre en los desiertos

y gemirá mi voz en las montañas.

Abrazaré los lagos,

me vestirán los hilos de sus aguas.

Rociaré de amor las sombras frías

con las gotas calientes de mis lágrimas.

Seré nube y diluvio,

océano inmutable para el arca.

Se irisará con luz de tus relámpagos

mi humilde río hambriento de esperanza.

Abriré tus caminos

hasta alcanzar la cumbre de las águilas,

vértigo de gaviotas en el viento

sobre el cantil agudo de las almas. 

Traspasará tu sol

las olas de abismales marejadas

y, en las noches oscuras, tormentosas,

el mar rojo será de espuma blanca.

Te ofreceré en bandeja

mi contrato, sellado con la espada,

la cima de mis mudos pensamientos

como tributo fiel a tu palabra.

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

 

 

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