Discípulos de Cristo, ¡adelante!
¡Vivamos en la paz, la fe, el amor!
Sembremos la Palabra salvadora,
sigamos su camino sin temor.
Vayamos, prediquemos, es la meta
entregar su mensaje redentor,
habrá una tierra nueva, un mundo nuevo,
que escuche de las almas el clamor.
Seamos sus testigos de esperanza,
de entrega y de alegría en el dolor,
proclamemos la voz de nuestro credo
en el cosmos del miedo y del terror.
Vivamos la Verdad, el Evangelio,
revelación que libra del error
y da felicidad a nuestro espíritu
elevado en las alas del fervor.
Que el divino alimento, el pan y el vino
consagrados en aras del amor,
nos de la fuerza que necesitemos
y perdure en el alma su sabor.
Habita siempre Cristo a nuestro lado,
nos guía y nos protege el buen Pastor.
Persistamos sin miedo y lograremos
que el mundo reconozca a su Hacedor.
Unidos en servicio y sin barreras
seremos de la Luz el resplandor,
hermanos misioneros en la tierra
regada con la sangre del Señor.
 
Emma Margarita R. A.-Valdés
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