DE CELESTIAL LINAJE

Por

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

La amistad es metáfora del alma

fraguada en la renuncia, en el amor

sublime del Amado,

no conoce egoísmo, es caridad

aprendida en los brazos de la Cruz,

en la mansa ternura de María,

en la misericordia

y el perdón irradiados por el Padre.

 

Es fruto de pureza y santidad,

de humana trascendencia

hacia la esfera en donde el ser es Uno.

No emana del apego al esplendor

ni del común disfrute.

Es luz de Luz

en el oscuro callejón efímero.

 

No sabe de ruindades y rencores,

es generosa,

fruta en sazón del árbol redimido,

semilla de la paz,

creadora de místicos vergeles

en el erial del trágico destierro.

Crece al calor

del espíritu en mutua cercanía,

del dolor y del gozo comulgados.

 

La amistad es

flor extraña en los campos de la vida:

adhesión en los juegos de la infancia;

fuerza de la pandilla en juventud;

confianza, confidencia,

cuando al paso del tiempo está madura;

apoyo en la vejez,

es la mano que guía, el brazo firme,

para escalar el último peldaño.

 

La amistad da la vida

en aras de un divino sacrificio,

a ejemplo de Jesús crucificado.

Dádiva en oblación

amanecida en celestial linaje.

Emma-Margarita R. A.-Valdés

Del libro "Hablemos de la amistad"
Biblioteca de Autores Cristianos (BAC)

  

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