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CUARENTA DÍAS
DE
SUBLIME PRESENCIA (Lc
24,13-34; Mc 16,12-13)
Por
Al
pueblo de Emaús partieron dos discípulos,
marchaban
aterrados, confusos, descontentos;
hablaron
con Jesús aludiendo al martirio,
citó
las Escrituras, partió el pan, y le vieron.
Después,
en el cenáculo, sin lumbre en los candiles
y
las puertas cerradas por temor a la muerte,
le
esperaban sus fieles, unidos en sus límites,
cuando,
resucitado, apareció esplendente.
La
paz sea con vosotros, yo soy, no temáis -dijo.
Creyeron
que un fantasma se había presentado.
Jesús
les enseñó huellas del sacrificio,
dejó
tocar sus llagas, comió el pez solidario.
Al
apóstol Tomás, que no estaba con ellos,
le
dieron la noticia: Hemos visto al Señor.
Contestó,
creeré si yo meto mis dedos
y
mi puño en las marcas de su mortal Pasión.
Pasados
ocho días, Cristo volvió al Cenáculo.
Tomás
está presente. Él le mandó tocarle.
¡Señor
mío y Dios mío! -exclamó emocionado-.
(Serán
enaltecidos los que sin ver le amen).
Los
discípulos fueron al Mar de Galilea,
se
hicieron a la vela a la puesta del sol,
recogieron
las redes, allí no había pesca,
se
apareció el Mesías y las redes llenó.
En
la playa con todos degustó la comida,
preguntó
a Simón, Pedro, tres veces si le amaba,
le
encomendó la iglesia, celebrará la Misa,
difundirá
el mensaje de su inmortal palabra.
Jesús
citó a los once en un cerro cercano,
les
ordenó viajaran por pueblos y ciudades,
y
en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo
bautizasen
al hombre y curasen sus males.
Tras
los cuarenta días de sublime presencia
Emmanuel
vuelve al Padre y, como despedida
de
todos sus apóstoles, organiza otra cena
les
instruye y anuncia la gracia que ilumina.
Subieron
al simbólico Monte de los Olivos,
les
dio su bendición y se elevó a la gloria,
una
nube cubrió la luz del Sol invicto,
dos
ángeles afirman que volverá a su hora.
Millares
y millares proclaman la grandeza
del
Cordero inmolado, digno de honor, insigne;
el
orbe canta Amen al brillo de su estrella, todas las criaturas redimidas le siguen.
Del libro "Antes que la luz de la alborada, tú, María"
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