CONJURO

(Lc 24,3-8; Jn 20,11-18)

 

Por

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

         

Grito al aire tu nombre.

Un silbo tenue y húmedo cruza el bosque salvaje.

Resuenan soledades los helechos

y en los álamos gime

una cadencia triste como un largo suspiro.

Asciende hacia las cumbres

el concierto insistente de violines nostálgicos.

Pastores solitarios, con su armónica,

beben la melodía del paisaje.

En la cima sagrada

el santuario virgen proclama su blancura.

La luz de un sol antiguo

oscila como un péndulo en mi pecho nocturno.

Leves espectros cruzan la espesura

y alumbran el misterio.

 

Regresa la mañana levantando azucenas

con paso fugitivo.

En las gotas tempranas que alimentan las rosas

perfilo el arcoiris de tu rostro.

 

¡Despierta, Amor, despierta!.

Aventa la ceniza del monte calcinado,

siembra sueños, quimeras,

destierra abraxas, soles errabundos

por nuestro firmamento no nacido.

Descorre la cortina de la muerte anunciada.

¡Iniciemos la Vida!

 

Emma-Margarita R. A.-Valdés

Del libro "Versos de amor y gloria

Biblioteca de Autores Cristianos (BAC)


 

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