BAUTISMO DE AGONÍA
Por
Emma-Margarita
R. A.-Valdés

Han pasado ocho días
desde el feliz momento en
que alumbraste
la claridad del Sol.
Hoy se tiñe de rojo
bajo el signo del pueblo
de Israel.
Es la primera sangre del
Mesías
acatando la Ley, la
Antigua Alianza,
sometiéndose al yugo de
humana servidumbre.
Una señal sagrada, un
rito, un símbolo
de un pueblo circunciso
con cuchillos de piedra,
transformados por Él en
caricias del agua.

Te atraviesa, María, el
daño de su carne,
que en ti se multiplica,
y tu aliento se inflama de
ternura;
deseas evitar esa
agresión temprana
cercenando sus límites.
Eslabones ocultos de
letales cadenas
aprisionan tu sueño.
Lejanas letanías y
suspiros
vibran cruzando el tiempo
entre la bruma.
Una densa amargura
carmesí
anega el lago azul de tus
pupilas.

Bautismo de agonía
derramándose lento por
tus sienes
con un presentimiento
de azotes y de espinas, de
clavos y lanzada.
Esta sangre infantil
es inicial ofrenda,
néctar de amor cautivo
en el ara del mundo.
¡Alégrate, María!, pues
su nombre es Jesús.
Él reedificará la tienda
de David,
Él la levantará de sus
viejos escombros
y en todas las naciones se
invocará su nombre.

Emma-Margarita
R. A.-Valdés
Del
libro "Antes que la luz de
la alborada, tú, María"
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