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A
MARÍA
Por
Emma-Margarita
R A.-Valdés

María,
tu luz pura,
reflejo
de la gloria,
brilló
entre mi penumbra,
iluminó
las sombras,
esclareció
mis dudas,
glorificó
la aurora.
Eres
mi faro y guía,
mi
asidero, mi roca,
madre
eterna y amiga
que
mi olvido perdona,
tu
mano en mis espinas
es
caricia de alondra.
Ya
no tengo temor,
siempre
estás a mi lado,
eres
mi convicción,
me
abrigas con tu manto,
y
me acercas al sol
del
amor del Amado.
No
siento soledad,
ni
dolor, ni cansancio,
una
emoción vital
ha
llenado mi espacio,
he
nacido a la paz
de
tu humano Sagrario.

Como
reina y maestra
me
obsequias con tu gracia,
revelas
tu presencia,
me
enseñas la palabra
que
me abrirá la puerta
de
la última morada.
Me
llevas a tu Hijo
por
caminos del alma,
me
nombras fiel testigo
de
la divina alianza
que
nos ha transmitido
su
voz en la montaña.

Tomo
el pan que me ofrece
en
celestial cenáculo
y
bebo de la fuente
de
su hendido costado.
Estoy
feliz y alegre,
por
ti Él es mi hermano.
¡Me
siento tan dichosa
en
tus amantes brazos!.
¡Mi
esperanza retoña!.
¡Te
agradezco el milagro!.
¡Son
mis días, mis horas,
cuentas
de tu Rosario!.

Emma-Margarita
R A.-Valdés
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