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¿POR
QUÉ? Por
Interrogas,
María,
a
los hombres, a Dios, ¿por qué?, ¿por qué
esta
injusta agonía
del
Ungido, que honesto siempre fue
e
hizo milagros por amor y fe?.
No
encuentras la respuesta,
está
en la lejanía del misterio.
Tú
subirás la cuesta
acatando
el sublime ministerio
que
libra al pecador del cautiverio.
Le
ves pasar, sencillo
le
llevan maniatado desde Anás
al
lujoso castillo
del
Sumo Sacerdote, de Caifás.
Amedrentada
tras sus pasos vas.
Llaman
a los testigos.
Te
alteras. Todos los citados son
confidentes
y amigos
de
cuantos orquestaron la traición
para
encerrar a tu hijo en la prisión.
Vigilas
impaciente,
temblando,
las noticias del suceso.
Preguntas
a la gente
¿qué
sabéis del Mesías, que está preso
por
amar a los hombres en exceso?.
Dicen
ha blasfemado
y
Caifás se rasgó sus vestiduras.
Que
es Dios ha confesado,
y
le verán venir de las alturas.
¡Por
la Verdad soporta desventuras!.
Le
han pegado, escupido,
se
han mofado de Él. En ti, María,
surge
ahogado un gemido:
¡Oh,
Señor, ten piedad!, su arcilla es mía,
¡que
sufra yo, y no Él, la profecía!.
Las
horas caen despacio
por
la inmensa ansiedad de tu desvelo.
El
pueblo está reacio
a
luchar por Jesús, el rey del cielo.
Tu
esencia se estremece por su hielo.
Escuchas
que Simón
le
ha negado esta noche varias veces.
Te
duele el corazón,
recuerdas
cuando Pedro, sin dobleces,
se
brindó a acompañarle en arideces.
Canta
el gallo en la aurora.
Unidos
confabulan los traidores
con
fiebre vengadora.
No
pueden erigirse ejecutores,
ni
sentenciar a muerte a malhechores.
Cruza
Jesús la calle,
custodiado
le empujan al pretorio.
No
pierdes un detalle.
Deseas
que el proceso acusatorio
termine
con un fallo absolutorio.
Te
hiere ver a tu hijo.
Pasa
a Herodes por orden de Pilatos.
Quieres
darle cobijo,
protegerle
de ultrajes, malos tratos,
apartarlo
de abyectos y de ingratos.
Jesús
sale otra vez.
De
Herodes va a Pilatos. ¡Qué locura!.
Nadie
acepta ser juez.
Sólo
ellos han urdido la conjura.
Tú
sabes que es el Hijo de la Altura.
¡Le
han puesto un blanco manto!.
Te
traspasa el dolor por tanta ofensa.
Tu
angustia mana en llanto,
tu
carne está aterida, tu alma tensa.
Te
arrebata salir en su defensa.
Oyes
los comentarios
que
corren hasta ti de boca en boca:
Es
un juicio arbitrario;
Jesús
está seguro, es una roca;
Pilatos
ve que el pueblo se equivoca.
Sale
al balcón Pilatos
y
pregunta cuál es la acusación
Chillan
los insensatos:
se
ha proclamado rey. Con la intención
de
lograr su tortura, su Pasión.
Es
costumbre judía
liberar
por la Pascua a un prisionero,
y
tu ánimo confía
que
elijan a Jesús, el mensajero...
Piden
a Barabbás, el bandolero.
Pilatos
les advierte,
yo
le castigaré y le soltaré,
pues
no es justa su muerte.
Ruegas
a Dios: ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?. Mas en su voluntad está tu fe.
En mp3; recitada por la autora
Del libro "Antes que la luz de la alborada, tú, María"
Libros de Emma-Margarita R. A.-Valdés
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Pimtor: Tiziano
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