Por
Emma-Margarita
R. A.-Valdés
El ángel te saluda
"Ave María",
estás llena de
gracia ante el Señor,
eres mujer bendita
por tu amor,
y en ti espera
cumplir la profecía.
Tu seno virginal
concebiría
al Hijo del excelso
creador.
Manifiestas al ángel
tu candor.
Es tu pureza mística
alcancía.
Te informa que
Isabel, estéril, vieja,
pues nada hay
imposible al Hacedor,
tendrá un hijo y ya
está en el sexto mes.
En tu decoro el
cielo se despeja,
te ofreces como
esclava, con fervor,
y a la sombra de
Dios vendrá la mies.

Eres, María,
hermosa, fiel, sencilla,
un cántaro colmado
de inocencia,
el Padre tiene en ti
su complacencia,
tú granarás vigor
de su semilla.
Por tu cancel
avanzará la arcilla
a la inmortalidad, a
su presencia;
abrirás, con tu fe
y su providencia,
el acceso a la Vida
en la otra orilla.
Tú conoces la Ley,
las Escrituras,
sabes el riesgo de
tu decisión
y vences la
ancestral debilidad.
Dices "fiat"
al Rey de las alturas
y en el misterio de
la encarnación
te hace sagrario de
su caridad.

La sombra del paráclito
divino
desciende sobre ti
con plenitud,
el Verbo se hace
carne en tu virtud,
tu vaso inmaculado,
cristalino.
Resplandeces con
brillo diamantino
porque albergas al
Hijo de la Luz,
te embarga celestial
beatitud
y entiendes la razón
de tu destino.
Eres el arca de la
libertad,
del heredero al
trono de David,
de Cristo, de Jesús
el Salvador.
En tus entrañas
late la Verdad,
será su sangre el
zumo de la vid
y será el pan su
cuerpo ensalzador.
Emma-Margarita
R. A.-Valdés

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